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El rincón de Aranda

Condecoraciones varias

El reconocimiento en forma de condecoración por méritos patrios o de honor, proviene de tiempos de los romanos, griegos y egipcios, que ya concedían este tipo de distinciones, que consistían en medallones y collares que llevaban los laureados visiblemente sobre las ropas. Decían que Fernando VII concedió a su ministro, Lozano de Torres, la Gran Cruz de Carlos III, por haber publicado el embarazo de su 4ª esposa, y sobrina suya, María Cristina de las dos Sicilias. El policía jubilado, acusado de torturas, González Pacheco, conocido como “Billy el Niño”, acumula no una sino cuatro medallas, que incrementan en un buen porcentaje su pensión; y creo que le van a retirar todas esas distinciones. La primera es de 1972 y la última de 1982, aunque no empezó a cobrarlas hasta que las reclamó por vía judicial en 2010.
De rocambolesca peripecia puede ser calificada la forma en que se llevó a cabo la concesión de la Laureada a Franco. Creo que para evitar que apareciera en los papeles oficiales como una autoconcesión, firmada por él mismo, Franco, manteniendo la Jefatura del Estado, decidió abandonar durante unas horas el cargo de Presidente del Gobierno, que pasó teóricamente a ser desempeñado por el Vicepresidente y Ministro de AAEE, General, Francisco Gómez-Jordana:
“Todos los Caballeros Laureados, recogiendo el sentir nacional, acordaron en capítulo solicitar la concesión de la Laureada de San Fernando al Gran Caudillo de España, que, con sobriedad magnifica, dio cuenta de la terminación de la campaña en el histórico parte en el que se dice: “En el día de hoy, cautivo y desarmado el Ejército rojo, las tropas nacionales han ocupado sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado. Burgos, 1.04.1939 ”. Más controvertida es la afirmación contenida en el B.O.E. de que la Guerra Civil fue desencadenada por la anti-España (sic), que no era otra que el gobierno legal y legítimo de la II República. Así que en una solemne ceremonia, celebrada el 17.07.1939, le sería impuesta tal condecoración por el bilaureado General, José E. Varela, quien sí había obtenido sus dos Laureadas por acciones bélicas realizadas durante las campañas de Marruecos, tras superar los oportunos juicios contradictorios.

Y ahora: qué me dicen del Decreto del 1.03.1962, por la que se concedió a nuestra ciudad el titulo de “Adelantada del Movimiento Nacional”, con derecho a su incorporación en el escudo municipal. Lo de “Adelantada”, como saben, es porque en nuestra ciudad se alzaron los fascistas el 17 de julio, y en la Península el 18. Ante eso yo me
pregunto: ¿Habrán retirado, las autoridades, ese denigrante e ignominioso título de nuestro escudo?; y también: ¿algún día retirarán la estatua de Franco de la muralla junto al Puerto?. No quiero ni pensar la de votos que ganaría el PP local, si llevase a cabo ambas cosas.

Fíjense en la Reina Isabel II, de Inglaterra, que le ha reconocido a Catherine Healy, de 62 años, la Orden al Mérito por los servicios que ha prestado en favor de los derechos de las trabajadoras sexuales. El trabajo de la señora Healy, fue clave en la creación de una nueva ley en 2003, que dio derechos de pleno empleo a las trabajadoras sexuales en Nueva Zelanda, que forma parte de la Commonwealth. Quién le iba a decir a la anciana reina británica que le concedería a una prostituta esa alta condecoración, ¡eh!?.

Cuando Pedro Abarca de Bolea, Conde de Aranda, era embajador de España en París, le preguntaron si el monarca tenía gran poder, a lo que el conde respondió: “En cada asunto el sí o el no, dependen de los ministros, el cuándo o el cómo, de los empleados que extienden el decreto; el papel y la mesa los pone la nación; y el Rey solo pone la pluma y la tinta para firmar”. Y no hay que olvidar que en aquel tiempo el Rey era Carlos III.

Manuel del Palacio, (con calle en Málaga), diplomático de mediados del 98, cuando presidía un tribunal de oposiciones, se negó a aprobar a un “paniaguado” del Ministro de AAEE, Duque de Almodóvar (con calle en Melilla). Entonces éste, en represalia, lo jubiló, y el poeta, con un cabreo de cojón de mico, se vengó escribiendo unas quintillas que decían: “Parece grande y es chico/ fue ministro porque sí./ Y en cuatro meses y pico/ perdió a Cuba, a Puerto Rico/ a Filipinas, y a mi”. Y más tarde, en la Conferencia de Algeciras solo consiguió: “El Hueso de Yebala y la Espina del Rif”.

También se cuenta de un célebre catedrático de derecho constitucional de la Universidad de Nápoles, llamado Giorgio Arcoleo, que una vez que un amigo le recomendó a un estudiante por el que tenía gran interés y Arcoleo le prometió: “Bueno, si tanto insistes te lo aprobaré aunque sea un animal”. El estudiante fue suspendido, y a los reproches del amigo, Arcoleo observó: “Te había prometido que lo aprobaría aunque fuese un animal, pero, amigo mío, ese chico no es ni siquiera un animal, es un vegetal, una calabaza”.

Yo creo que el único animal capaz de reírse de sí mismo es el hombre.

No es ningún mérito: es el único que tiene motivos. Es que somos así, y no hay que darle más vueltas.

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