Por Pilar Cayuela/Enviada Especial MELILLA HOY (Foto Mutua Madrid Open)
El cielo ha estado encapotado toda la mañana, con alguna llovizna intermitente sobre Madrid, hasta que alrededor de las 14’30 horas ha descargado un buen chaparrón, acompañado de inclemente y frio viento, y aunque no ponía en peligro el desarrollo de la jornada tenística, sí podía influir “negativamente” en el estado de ánimo de muchos de los que hoy teníamos “que jugar” con Nadal, además de disfrutar y ver su partido contra Alex de Minaur.
Afortunadamente, terminó el chaparrón, se calmó el viento y cuando pensábamos que todo volvería a la normalidad, nos impactó una sensación de pesimismo helador cuando vimos caer nada más y nada menos que a uno de los favoritos para ganar el Torneo, el griego Stéfanos Tsitsipas, jugador carismático, de excelente técnica sobre todo con el revés y el saque y más en una pista con superficie de tierra, ganador este año de su tercer torneo de Montecarlo, finalista en el Godó… Todo lo anterior no le ha valido para ganar hoy al brasileño Thiago Monteiro, que le ha ganado por 6-4 y 6-4. ¡Cómo ha jugado el compatriota de Vinicius Jr., que por cierto estaba en la grada! (Perdón, pero como estamos en Madrid se nos escapa la comparación).
Hemos visto a un Tsitsipas cansado, en el segundo set respirando con dificultad y aunque lo ha intentado, no ha podido ser. Pesan mucho estos tres torneos seguidos que lleva jugando el griego, la altura de Madrid y por qué no decirlo, el gran partido que ha hecho el brasileño, luchando de poder a poder, sacando muy bien (es zurdo, un buen zurdo) y tiene un drive excelente y también el revés.
Con los antecedentes descritos nos llega inmediatamente las cuatro de la tarde y casi con puntualidad británica aparecen en la pista Manolo Santana los protagonistas principales de la tarde, estando incluso en ese momento las gradas a la mitad de su ocupación, porque casi no había dado tiempo ni de ir al escusado (como dirían los cursis). En cuando empezó el partido, en un santiamén, lleno a rebosar, con su Majestad el Rey Felipe VI y su séquito al frente.
No fallamos los demás, pero Rafa Nadal tampoco. No estábamos seguros de lo que iba a ocurrir, por todo lo que sabemos y ha venido explicando él mismo desde hace meses. Nadal no nos ha defraudado. Ha jugado un muy buen partido frente a un rival muy peligroso (o sea bueno), como es el australiano. Nos ha quitado la brisa de temor que nos embargaba y ha ganado el partido por t-6 y 6-3. Les digo algo más, qué lección de estrategia nos ha dado Nadal, sin tener que hacer grandes esfuerzos físicos frente a un jugador que está entre los diez mejores del mundo: continuamente variando la dirección de los golpes, enviando bolas altas con mucho efecto para fijar al contrario en el fondo de la pista, para golpear acelerando a los lados, bien de drive o de revés y rematar el punto. ¿Creen ustedes que el australiano se ha quedado pasivo viendo lo que hacía el balear? Pues no, en algunos momentos del partido ha intentado hacer lo mismo, pero con menos frecuencia y suerte. Felicidades a los dos y a Nadal le esperamos el lunes, sin fallar nadie como es habitual.
