Al hilo de la anterior “Carta” en la que el Capellán 2º del Rgto. Alcántara, 14, D. José Campoy Irigoyen, nos escribía, y por la falta de espacio, para mi comentario, debo decir, según D. Rafael Fernández de Castro, el que fuera Cronista Oficial de Melilla, que el 22.07.1949, a las diez de la mañana, entraron en nuestra ciudad los 16 arcones metálicos sobre armone…
…s de artillería, cubiertos con banderas nacionales, y coronas de laurel, presidiendo el cortejo, el General Jefe del Cuerpo de Ejército del Maestrazgo, D. Gustavo Urrutia González. Los restos de estos héroes, junto a 2.996 cráneos, fueron depositados en la cripta del Panteón de Héroes. En una lápida que los cubre se puede leer un poema de Goy de Silva, que dice:
“Después de aquélla cruz divina del calvario/ ninguna cruz más santa que esta cruz dolorosa. / Trazada con la tierra bendita de esta fosa / donde el alma española / tiene su relicario. / No hay en la tierra un templo funerario / con mayor emoción que esta tumba gloriosa. / Conmueve más el alma su sencillez hermosa / con las regias pirámides del mundo milenario. / ¿Qué ofrenda digna hay de esta cruz consagrada / que no sea ni el laudo la palma ni la espada / con la oración ni la lágrima la rosa ni la estrella?. / Busquemos entre todas la corona más bella / aquélla que ciñó las sienes divinas / la del mártir del Gólgota: ¡la corona de espina!”.
La original, que estuvo en Monte Arruit, hasta la exhumación de los restos, también la podemos admirar en el Monumento a los Héroes de las Campañas en la Plaza de España, junto a nuestro heroico soldado, símbolo de todos los que dieron sus vidas por este trozo de España; haciendo perpetua guardia, y mirando al Gurugú, montaña, en cuyos barrancos aún se puede ver la sangre derramada de nuestros soldados. Por eso no es de extrañar que después de más de un siglo, nuestras F.F.A.A, conocedora de los hechos tan heroicos llevados a cabo por el Clero Castrense en Melilla, les concedieran el altísimo honor de colocar una corona de laurel, tan bien merecida, por este colectivo tan abnegado.
Por otra parte, siendo una humilde opinión de este que les escribe, creo que los religiosos que cayeron en los campos de batalla, en las posiciones, donde aguantaron las infrahumanas desgracias junto a nuestros soldados, y que están enterrados en La Purísima, pienso que el lugar donde deben reposar sus restos es en la Iglesia Castrense, en el Mantelete. Existe una foto en que se pueden ver los componentes del Clero Castrense destinados en Melilla, en aquéllos años, y el Capellán Campoy Irigoyen es el que está de pie, el tercero, por la derecha. Foto cedida por mi buen amigo José Luís Blasco López; donde también se puede contemplar en la pag. 701, de “Historia de Melilla”, de Antonio Bravo Nieto y Pilar Fernández Uriel.H
