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Buenos Días

Carta de Ricardo Barón

Cuando alguien muere, los que aun quedamos vivos, aunque con nuestras mejores intenciones, solemos rematarlos diciendo de el: “Era muy bueno”, ”Era muy trabajador”, “Tenía un gran corazón”, Era…Tenía…Todo: pasado, pretérito, vencido, caducado, retrospectivo y lejano…Que fue…Yo mismo, a veces, contribuía, en algún panegírico necrológico a establecer esas distancias originadas en su mayoría por unas expresiones educativas sociales, que aunque muy literarias y agasajadoras, no dejaban de ser una simple elegía al olvido, más que a unos sinceros deseos fortalecidos en la fe y en el amor. Por ello, he sentido una gran alegría al recibir esta carta de mi amigo Ricardo, que dice así:
“Amigo Andres: como sabes, me morí el otro día. Yo creí que esto de morirse iba a ser difícil, pero te digo que es de lo más sencillo. Es como si de pronto se parara todo y un hermoso silencio lleno de una deslumbrante claridad, nos hiciera ver las estrellas más luminosas y más grandes. Esto de morirse no es tan malo. Me recuerda ,a esas mañanas frescas de verano, cuando el Rocio de la noche ha perfumado las calles ,y la gente, despacio pasan por tu lado, cada uno a su faena, saludándose amablemente….¡Buenos días¡…¡Buenos días¡…Por que aquí todo parece de día…De verdad te digo amigo Andres, que esto de morirse no es tan malo, como creía.

Aquí en mi muerte, veo que Melilla, está mucho más limpia y luminosa, pues hay mucha gente que vive en ella, que brilla por dentro. Desde aquí se ve muy claramente. Sus corazones son nobles y sus esperanzas alumbran la vida. La mayoría están entretenidos en hacerse notar, porque en realidad, todos esperan sentirse unidos a los demás. Nadie quiere estar solo amigo Andres. Nadie. Y aquí no se está solo. Si vieras la cantidad de personas que han venido a saludarme el día que salí de ahí. Unas que conocía y otras no, pero que todas ellas inundaron mi corazón de alegría y de verdad. Si. El corazón. Porque aquí en la muerte, también tenemos corazón. Un corazón que ya no teme a los infartos. Un corazón joven y fuerte, más que aquel de nuestros veinte años, cuando paseábamos por la Avenida y el Barrio del Real. Y sentimos. Eso es lo más importante que tenemos aquí en la muerte. Que sentimos. No nos pasa como nos pasaba en la vida, que solo ambicionabamos. Aqui sentimos. Aquí nos duele de verdad el dolor ajeno. La tristeza ajena. Y desde aquí, ayudamos en todo lo que podemos, al comprender con total claridad, que lo único que de verdad tiene importancia en la dinastía humana, no es otra cosa que la solidaridad y el amor al prójimo. Y sabes porque amigo Andres, porque eso es la autentica Ley del Universo, por la cual se rige todo su equilibrio y todo se sustenta.

Bueno Andres, te dejo porque sé que tiene aun trabajo pendiente, y yo tengo que comenzar a aprender muchas cosas,..Muchas cosas…Muchas cosas….Muchas cosas…”
P/D. Sentí una gran alegría, cuando el día de mi entierro, vi como mi hijo y tu, os abrazabais con gran sentimiento. Ese abrazo mi querido amigo, también era el mío.

Hasta siempre: RICARDO.

Buenos días y hasta siempre amigo. Hasta siempre.

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