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El rincón de Aranda

Bombardino, helicón, trombón y tuba

Cada mañana recibo este periódico, como a un amigo de confianza, que viene a charlar un rato, después del desayuno. Hay veces, que me agrada leer algunos artículos y noticias acorde con mi modo de ver las cosas actuales, y cómo las desarrolla el autor. Pero otras me dan ganas de aconsejar a algún viejo, chaquetero de medio pelo, que debiera cambiar su mirada, limpiarla y desahogarla, o sea: tener los suficientes redaños para dirigirse a ese seudo adversario, que supuestamente tiene, a la cara, sin esconder su ortografía chirle, ergo apestosa; porque debe saber que la imbecilidad, cuando está escrita, a algunos les produce algún sarpullido, cosa que a mí me da la risa, y a veces las ganas de visitar al “sr. Roca en su trono”, como cuando leo a ese “meapilas-camaleón”, que escribe “velis nolis”, tan malamente, que se cree un autor clásico; pero ignorando que no hay gente más ridícula que las que quieren pasar por finas, cuando realmente tienen la más crasa ignorancia de los usos sociales, (como la escritura). Ese, y no otro, es el verdadero “Ojaneta de fú”.

Aunque la pinte de la forma y manera, y los colores que quiera, en la Guerra Civil todos perdieron, incluso los que dijeron que ganaron. Éstos, los conmilitones del dictador, conjugaron tan bien, a su favor, el terror con los negocios, que así nos va cuarenta años después de palmarla. Entonces, en la dictadura, lo que no estaba prohibido era obligatorio. Como ya decía en uno de mis anteriores escritos, vuelvo a repetir, lo que el poeta argentino, Juan Gelman dijo: “… Ahora no están los dictadores, pero han quedado los organizadores del olvido”.

También quiero decir que en la banda de la OJE, perteneciente a la Falange, con D. Julio Moreno, nuestro profesor y director, en las décadas de los 40 y 50, era lo único que existía en Melilla, sin que costara una gorda yo, con apenas 10 años, ya practicaba con el bombardino eufonio, el helicón sousáfono, la tuba y el famoso trombón de varas, que era de mi propiedad. O sea que, sin llegar a virtuoso, y aunque peque de vanidad, no lo hacía muy mal del todo. Entonces, en nuestra ciudad, los únicos ojanetas eran los “niños litris”, hijos de la gente de pasta, que sin pudor alguno, las autoridades les “endiñaban” (concedían) buenas becas, para estudiar en la Península, que podemos comprobar en las Actas de la entonces Junta de Arbitrios-Ayuntamiento, mientras que los hijos de los tiesos… esos, más secos que una mojama: a los colegios de balde.

Yo deseo que todo ínclito escritor de ojana, como cualquier poeta chirle, tome buena nota para que lo archive en lo más recóndito de sus escatológicas mentes, lo que alguien dijo que el pedo es el rey del agradecimiento, que jamás ofende ni un ápice a quien lo deja libre y desembarazado; y no contento con esto, su gratitud y equidad le libran cual otro Apolo salutífero, de los malditos retortijones y tumultos intestinales que siempre conspiran para su vergüenza y ruina. Y quien diga lo contrario: miente como un vulgar bellaco.

Y por último yo pienso que en Melilla, los columnistas-colaboradores, se dividen entre los que triunfan (¿?) porque mucha gente se ve reflejada en ellos, y los fracasados, porque solo nos dan la razón cuatro gatos. Y yo espero que estos “cuatro gatos”, se sumen a mi sempiterna petición para que alguna vez, las autoridades denominen a nuestra Cementerio, enclavado en el sector de “Bien de Interés Cultural” (BIC), de nuestra ciudad: “CEMENTERIO NACIONAL DE HÉROES DE ESPAÑA”.

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