El 19 de enero finalizará el programa de educadores de calle implantado por Bienestar Social, el cual dio inicio el pasado 20 de diciembre con un equipo de siete personas. Daniel Ventura afirma que los profesionales han estado trabajando “incluso de madrugada” para conocer a los menores e intentar convencerles de que ingresen en La Purísima, pero han sido muy pocos los que se han prestado a ello. En respuesta a la oposición, afirma que no hacen falta meses para conocer el estado en el que se encuentran los chicos. Aunque reconoce que lo ideal sería contar con equipos de calle de forma anual, señala que no hay recursos para ello.
Falta una semana para que dé por finalizado el programa de educadores de calle implantado por Bienestar Social el pasado 20 de diciembre. Según afirmó el consejero de esta área, Daniel Ventura, ahora que han terminado las Navidades los siete especialistas contratados verán reducido su servicio para compensar la intensa actividad desarrollada en las últimas semanas con motivo de las fiestas.
Ventura apuntó que todavía era pronto para conocer algunos datos, como el número de menores a los que los educadores de calle habían conseguido acceder o qué edades tienen los niños más pequeños que rechazan su ingreso en la Purísima.
No obstante, aseguró que los profesionales han estado trabajando «incluso de madrugada» para conocer a estos chicos y convencerles de que en los centros de menores iban a estar mejor atendidos. «Pero se consigue muy poco, son casos muy limitados los de los chavales que se prestan a volver a los centros», reconoció.
Los educadores, trabajadores sociales y psicólogos que componen el equipo del programa se marcaron, entre otros propósitos, el de conocer a los menores que malviven en la calle, acercarse a sus circunstancias o tomar nota de cuál es su estado de salud.
Ser un profesional especializado, el principal requisito
Ante las críticas vertidas por la oposición y asociaciones como Harraga, que apuntaban a que un mes resulta insuficiente para trabajar con estos niños, Ventura respondió que «no hacen meses para conocer a un menor y evaluarlo».
«Lo necesario es ser un profesional de una de las ramas de las ciencias humanas para tener acercamiento a un menor, saber ser empático y captar su atención para, a partir de ese momento, hacer una evaluación. Una evaluación se puede hacer en una o cuatro horas», puntualizó el consejero.
Admitió que era consciente de que estos chavales requieren de una atención que se prolongue al menos durante un año, así como centros de trastorno de conducta. «Pero llegamos hasta donde podemos llegar porque los recursos son muy limitados», argumentó.
Al respecto añadió que al otro lado de la frontera hay “cientos de niños” que esperan para entrar a Melilla. “No tenemos el presupuesto que necesitamos para dar la atención que requieren”, incidió.
Un eslabón con la calle
Recordó el consejero que en los próximos meses abrirá Save The Children un centro diurno en la ciudad que contará con equipos de calle para acercarse a estos menores. “Es algo muy positivo porque esta la única manera de establecer un eslabón entre los centros y la calle. Es un enganche que nos va a permitir saber que ellos están aquí o cuáles son sus condiciones de vida, siempre con la intención de ayudarles en la medida que ellos nos permitan”, recalcó.
“Vienen con ideas contaminadas”
Lamentó el consejero de Bienestar Social que uno de los problemas con los que se encuentran los educadores para conseguir que los menores acudan a los centros es que «vienen a Melilla con ideas contaminadas». Al respecto, explicó Daniel Ventura que hay muchos niños que, sin haber estado nunca en La Purísima, rechazan desde primera hora su ingreso en el centro por creer que allí se les maltrata. «Son muchos los niños que acuden al centro, ven que eso no es cierto y se quedan sin problemas», sostuvo. En este sentido, señaló que «atendemos a 340 menores» en La Purísima, siendo la mayoría de los acogidos adolescentes. «Si es cierto que se les agrede, ¿cómo es que hay tantos niños en el centro?», preguntó Ventura. «Yo nunca admitiría que hubiera maltrato a los menores», zanjó el consejero.
