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Carta del Editor

Vamos a pasar muy malos momentos

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Conviene también tener en cuenta, a título de ejemplo y en un orden menor de cosas, lo repugnantes que llegan a ser calificativos y opiniones de personajillos muy ricos, muy avaros, como Julio Bassets hijo, quien, según los que le conocen bien, ha hecho bueno a su padre, lo cual ya es mucho decir y algo que parecía imposible de lograr.

Dice uno de los mejores economistas que conozco en una conferencia en Oviedo: "Si algo ha demostrado la historia de los últimos cien años es que son las democracias liberales, con sistemas de economías abiertas y capitalistas, las que han conseguido mayor prosperidad, menor pobreza y mayor igualdad. No existe sistema retributivo si no hay creación de riqueza, libertad, respeto a la propiedad privada y prosperidad". Y comentaba una anécdota con un mando intermedio francés de una empresa privada que, cansado del trabajo, le decía que sus hijos tenían mejores posibilidades que él para prosperar: hacerse sindicalistas o funcionarios. ¿Y si todos se hacen sindicalistas o funcionarios?, le preguntó el economista. Hay dinero de sobra, le contestó. Hasta que todo el mundo vea lo cómodo que es vivir de los demás y ya no haya nadie de quien vivir, es la conclusión lógica, e inevitable.
"El socialismo tiene un historial tan brutal de fracasos que sólo un intelectual puede ser capaz de ignorarlo", escribió Thomas Sowell. El socialismo siempre fracasa por pura lógica económica, porque la planificación central es inherentemente ineficiente y, efectivamente, resulta casi divertido, si no fuera tan patético, oír que el neoliberalismo nos asfixia, "porque al liberalismo ni se le ve ni se le espera en la mayoría de los países de la Unión Europea, y desde luego no en España, donde el peso del Estado en la economía ha sido de una media del 41,5% desde 1995 y se disparó casi diez puntos de PIB entre 2003 y 2011" (Daniel Lacalle, "Acabemos con el paro"). Conviene tenerlo en cuenta ahora que se vislumbra en nuestro país un gobierno del Frente Popular o una repetición de las elecciones generales, cuando se leen frases como la de la podemista Tania Sánchez: El autónomo es una especie de autoexplotador de sí mismo, una barbaridad inimaginable en cualquier país con un mínimo de desarrollo intelectual y democrático.

Conviene también tener en cuenta, a título de ejemplo y en un orden menor de cosas, lo repugnantes que llegan a ser calificativos y opiniones de personajillos muy ricos, muy avaros, como Julio Bassets hijo, quien, según los que le conocen bien, ha hecho bueno a su padre, lo cual ya es mucho decir y algo que parecía imposible de lograr. Recuerdo, cuando siendo muy pequeño empecé a leer El Quijote, que el libro repetía con frecuencia una palabra que entonces no entendía: hideputa. Luego, por desgracia, he llegado a entenderla bien (y no estoy pensando en alguien concreto, sino en esa definición quijotesca y en todos aquellos que se dedican a calumniar, mentir, insultar, envidiar, intentar destruir, etc, etc, y que son muchos más de los que deberían ser, en España en general y en Melilla muy en particular).

Leo un artículo del siempre reivindicativo Marcos Pérez en nuestra magnífica Gaceta Local de Melilla del pasado jueves sobre el 40 aniversario de la salida, acertadamente calificada como vergonzosa por Marcos, de España del Sahara Occidental, por entonces español, una salida pactada en 1975 por el Gobierno español con Marruecos y Mauritania. De aquellas lluvias vienen estos lodos, de aquellas cesiones, innecesarias y en buena medida injustificables, de nuestros políticos ante los marroquíes se derivan los actuales problemas internacionales del Sahara. Y el artículo me trae el lejano recuerdo que por aquellos años, estando yo de viaje de empresa en Canarias, mantengo de las familias españolas que llegaban al aeropuerto, tras ser forzadas, sin explicaciones, a abandonar sus hogares, sus vidas de tantos años. ¡Qué, vergüenza, qué vergüenza! repetían sin cesar y entre jadeos. Tenían razón.

Ceder nunca es una buena solución, aunque pueda parecer conveniente a corto plazo. Una decisión de la justicia de Melilla ha sido sobreseer nuestra denuncia a ciertos miembros de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Melilla por habernos practicado, a mi esposa y a mí, entre otros, lo que ellos llaman la reseña, tomas de huellas, fotografías y demás acciones degradantes que sólo se aplican a los detenidos. El peregrino argumento, entre otros, es que bastante hicieron con no detenernos, algo que de por sí resulta ya inaudito -como se terminará por demostrar, no tengo duda alguna- pero que, en todo caso, no invalida el hecho delictivo de habernos practicado, sin estar detenidos, una serie de medidas que sólo se aplican a los detenidos. Y aprovecho la ocasión para agradecer a algunos de los guardias civiles que me practicaron la degradante reseña el hecho de que me pidieran disculpas por lo que se habían visto forzados a hacer. Todavía hay honor entre los seres humanos, en medio de la indefensión que producen ciertas decisiones fiscales y judiciales como las que acabo de comentar y que, por supuesto, vamos a apelar. Es posible que ceder, rendirse, sea lo más cómodo, pero ceder y rendirse como actitud habitual no deja de ser denigrante y, a medio y largo plazo, pernicioso para todos, que nunca llegaremos a ser ciudadanos (personas con obligaciones y derechos) y seguiremos siendo tratados, porque nos lo mereceríamos, como siervos (seres inferiores con obligaciones y sin derechos).

Estuve el jueves pasado en una conferencia, organizada por el Club Liberal Español, de Ignacio Camuñas, que fuera ministro de Adolfo Suárez, en la que analizó, con gran brillantez, la situación de España 40 años después del inicio de la transición. Muy prudente, como buen diplomático, Camuñas calificó la actual situación española como la más controvertida de los últimos cuarenta años y de esta etapa consideró que Zapatero había sido una lamentable calamidad con el que se empezó el enorme desgaste social y ético que hoy representa uno de los mayores males que España padece. De Rajoy dijo que era un funcionario que ha dilapidado un caudal inmenso de votos y al estado actual de la justicia lo calificó como uno de los grandes problemas españoles, por su lentitud y su politización. "Vamos a pasar muy malos momentos", concluyó, y hacen falta reformas, pero no las de Podemos, lo que se necesita es reforzar y potenciar la sociedad civil. Auguró, como hipótesis más probable en este momento, una repetición de las elecciones. Ya veré personalmente lo que dice Mariano Rajoy en conferencia el próximo jueves.

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