La unidad de todos los grupos políticos es necesaria en los momentos más delicados porque así lo demanda también la sociedad cuando se trata de abordar asuntos trascendentales El terremoto agitó los nervios y temores de la mayoría de los melillenses, pero en cambio ha contribuido a calmar la tensión política que suele haber entre las diferentes formaciones políticas enfrascadas en un debate continuo que ahora mismo se encuentra en stand by. Los cinco grupos parlamentarios ofrecieron el pasado miércoles una imagen de diálogo y entendimiento en todo lo que tenga que ver con la gestión de la crisis provocada por el seísmo y, sobre todo, la actuación administrativa que hay que hacer a posteriori para que Melilla pueda salir adelante con la ayuda y solidaridad del resto del país. La unidad de todos los grupos políticos es necesaria en los momentos más delicados porque así lo demanda también la sociedad cuando se trata de abordar asuntos trascendentales, y es por ello que en España se han dado imágenes de unidad política como las que estamos empezando a ver en nuestra ciudad a raíz del terremoto ante cuestiones, por ejemplo, como el terrorismo.
No se entendería que en un momento como este cada grupo político fuera en una dirección atendiendo a intereses partidistas. No hay que olvidar que aunque no hayamos tenido que lamentar daños personales de gravedad o irreparables, el terremoto ha originado un escenario de enorme complejidad que está siendo resuelto en sus primeros días gracias al trabajo, esfuerzo y generosidad de cientos de funcionarios y profesionales implicados en cuestiones como la seguridad y la valoración de los edificios afectados.
Además, cuando la población ha sufrido un gran susto, cientos de melillenses se han visto damnificados por daños en sus viviendas y pertenencias, y parte de nuestro patrimonio se ha visto afectado, no caben diferencias en la actuación política de los representantes del Pueblo, que son los 25 diputados con escaño en la Asamblea. Sobre todo cuando todos somos conscientes de que el problema habría sido mucho mayor de no ser porque el terremoto se produjo a algunos kilómetros de distancia y de madrugada, las familias estaban reunidas en sus casas y, sobre todo, no había ciudadanos en las calles a quienes pudieran alcanzar las cornisas que se desprendieron de los edificios.
Hemos tenido suerte, ayer lo apuntaba una concejala de Lorca, localidad que hace casi cinco años fue el epicentro de un terremoto devastador para las personas y su urbanismo. Pero eso no resta valor a esa «voz única» con la que nuestros diputados se han comprometido a actuar para que Melilla se prepare mejor y con ayuda ante la posibilidad nunca descartada de nuevas catástrofes. Que ese espíritu se mantenga en el tiempo y no decaiga es lo que hace falta para que la recuperación de la ciudad sea más fácil, rápida y exitosa.
