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Carta del Editor

Sustituir el deseo de estar por el de hacer, o la sociedad estará condenada

Donde Aznar dice "España" póngase "Melilla", y suscribo totalmente lo que el ex presidente dice. Incluso subrayo lo de que prima el "deseo de estar" sobre la ambición de construir y realizar un proyecto político y económico (que viene a ser lo mismo) que defina una ambición relevante para Melilla, que no sólo se haga un Plan Estratégico para la Melilla del presente y del futuro, sino que se cumpla dicho Plan, que deje de primar el deseo de estar y se sustituya por el deseo de hacer, un deseo que es hoy ya una necesidad ineludible. Me envía una buena amiga un par de WhatsApp. En el primero, unas reflexiones de la escritora Ayn Rand (nacida rusa y de nombre Alissa Zinovievna) que ahora, y especialmente después del nacimiento de la Sociedad, privada, para el Desarrollo de Melilla, me parecen más que apropiadas y actuales: "Cuando adviertas que para producir necesitas obtener autorización de quienes no producen nada, cuando compruebes que el dinero fluye hacia quienes no trafican con bienes sino con favores, cuando descubras que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto-sacrificio, entonces podrás afirmar, sin temor a equivocarte, que la sociedad está condenada". El segundo es de un tipejo cobarde y oculto que escribe, dando la razón a los que opinan que en las redes sociales no cabe un tonto más, que el objetivo de la recién nacida SODEMEL es "sacar más subvenciones a la Ciudad Autónoma". Cree el ladrón que todos son de su condición, pero nada más lejos de mí, de nuestra, intención, que no es otra que la de que la nueva sociedad para el Desarrollo de Melilla se mantenga como lo que es desde su nacimiento, una empresa privada, sin injerencias públicas, una esperanza de salir del monumental atraso económico, de la condena (como decía Ayn Rand) en la que Melilla se encuentra inmersa. En Melilla hay, como en el resto del mundo, bastantes tontos y hasta algunos/as imbéciles que se van de un restaurante porque entra alguien que se ha permitido informar de lo que la justicia está haciendo con sus, presuntos, delitos, pero obviamente la inmensa mayoría de los melillenses no son así, y a ellos, sólo a ellos, nos dirigimos cuando pedimos ayuda y apoyo para intentar salvar la economía melillense.

Que la economía melillense es un desastre no es solo una extendida opinión sino también un hecho constatado por los datos. A modo de ejemplo, y sin pretender aburrir con multitud de cifras, se puede destacar que en Melilla, en el año 2007, había 19.300 personas dadas de alta en la Seguridad Social, cuando la ciudad tenía 69.440 habitantes (el 27,8% de la población tenía trabajo), y diez años después, en el año 2017, hay 21.449 personas dadas de alta, con una población de 87.000 habitantes (sólo el 24.6% trabaja). Dicho de otra manera, la tasa de paro en Melilla ha crecido del 17,5% de la población en 2007 hasta el 27,5% en 2016 y nuestra ciudad ha sido la única de España que ha tenido un crecimiento negativo (o sea, una pérdida) en el número de afiliados a la Seguridad Social en el pasado año (-0,87 contra el 3,33% de aumento como media nacional). Incluso esa gran funcionaria que es Esther Azancot, que dirige el Servicio Estatal de Empleo (SEPE) en Melilla, declaraba el jueves en rueda de prensa que el número de parados en febrero de este año había aumentado en 126 personas y que los demandantes de empleo en nuestra ciudad son 10.931 personas, el 12,6% de la población total de Melilla y casi tantas personas como las que están dadas de alta en nuestra ciudad.

Cito el año 2017 como referencia no sólo por analizar lo que ha ocurrido en la economía melillense durante los últimos diez años, sino y también porque en ese año 2007 se realizó, costeado por la Ciudad Autónoma, un estudio de dos años que se plasmó en un Plan Estratégico de Melilla, que el mismo Juan José Imbroda definió, en el prólogo del Plan, como "fruto del esfuerzo colectivo de los melillenses por dibujar la Melilla del futuro, la ciudad en la que queremos vernos dentro de unos años" y añadió "no hay tarea más apasionante que la de construir el futuro". Pues bien, entre la Melilla del futuro que se contemplaba en el costoso Plan y la realidad de Melilla de hoy, diez años después, no hay, en general, ni la más mínima coincidencia y la ciudad en la que quisiéramos vernos no es, desde luego, la que vemos. Lo que sí es cierto es que no hay tarea más apasionante que la de construir el futuro, un futuro mejor para nuestra ciudad, y para contribuir a eso es para lo que hemos creado la Sociedad para el Desarrollo de Melilla, lo mismo que hace 32 años conseguí crear el diario MELILLA HOY, el actual periódico de referencia de la ciudad que nació y vivió no sólo contra la voluntad del por entonces Gobierno de la ciudad, no solo sin la más mínima ayuda pública (entérense los ignorantes, los envidiosos, los mentirosos dirigidos por el máximo subvencionado de Melilla, que propagan, sin saber de lo que hablan y sin conocer ni el pasado ni el presente, lo de la "subvención" como presunta arma contra nosotros) sino con la enemistad declarada de la administración pública de entonces, años 1985 y siguientes. Y aquí estamos.

El diario Económico Expansión publicaba el lunes unas muy importantes declaraciones del ex presidente, del PP y de España, José María Aznar. Entre otras muchas e importantes cosas, decía: "España necesita ensanchar su base productiva, empezar a hacer reformas estructurales de gran calado, y eso incluye una reforma fiscal, educativa y laboral… El mundo está cambiando y los países tienen que decidir estratégicamente dónde quieren estar y para hacer qué…Yo no veo una ambición para España, no percibo que se tenga ese proyecto ambicioso ni que se tomen las decisiones que pongan las bases para llevarlo a cabo; veo, sobre todo, el deseo de estar, pero no veo un proyecto político que defina una ambición relevante para España".

Donde Aznar dice "España" póngase "Melilla", y suscribo totalmente lo que el ex presidente dice. Incluso subrayo lo de que prima el "deseo de estar" sobre la ambición de construir y realizar un proyecto político y económico (que viene a ser lo mismo) que defina una ambición relevante para Melilla, que no sólo se haga un Plan Estratégico para la Melilla del presente y del futuro, sino que se cumpla dicho Plan, que deje de primar el deseo de estar y se sustituya por el deseo de hacer, un deseo que es hoy ya una necesidad ineludible.

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