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Ventana nacional

Se trata de España

Últimas horas antes de conocer el desenlace de unas elecciones llamadas a determinar el futuro de la política española. Tiempo de reflexión, una vez apagados los últimos ecos de una campaña en clave nacional. Nada de elecciones autonómicas. Nunca lo fueron para los independentistas, que desde el minuto uno plantearon el carácter plebiscitario de las mismas.

Solo al inicio de la campaña se habló de "autonómicas" en el bando constitucional, pues pronto se reparó en que ese mensaje era desmovilizador en esa franja de votantes (entre un 10% y un 15%) conocida como "abstención diferencial". Es decir, la formada por quienes suelen quedarse en casa cuando las elecciones son autonómicas y sólo votan en generales y municipales.

Hacia esas bolsas de votantes pasotas, básicamente localizadas en el extrarradio de Barcelona, se han dirigido los mensajes de unos y otros candidatos. Son votantes incluidos por los encuestadores en el capítulo de los "indecisos". Y ahí no están precisamente los movilizadísimos partidarios de romper con España, cuyo voto ya está más que decidido, sino aquellos ciudadanos -muchos nacidos fuera de Cataluña y catalanes hijos de inmigrantes- muy poco o nada motivados por el sueño identitario y, por tanto, potenciales votantes de partidos no independentistas.

Ante ellos ha habido que clavetear una y otra vez el mensaje de que en las urnas del domingo se trata de España y el llamamiento a implicarse ante su eventual ruptura. Con buenos resultados, según las prospecciones de las últimas horas, que detectan un notable aumento de la participación. Es la Cataluña silenciosa que, si se confirman esas previsiones, puede acabar rompiendo el cántaro y el cuento de la lechera en versión de Junqueras, Mas, Romeva y demás agitadores de un espejismo.

También parecen haber tenido un fuerte impacto electoral las apelaciones al bolsillo (pensiones, bancos, inversiones, corralitos, deuda, deslocalización de empresas, etc.) que han marcado el final de la campaña. En turno de réplica al president y sus extraños compañeros de cama denunciaron una masiva campaña de amenazas orquestada desde Moncloa y aledaños al poder del Estado. Y el ministro Margallo explicó entonces en una tele catalana que advertir al amigo del peligro cierto que le acecha no es amenaza sino gesto solidario.

Claro que, en materia de amenazas tampoco están mal las que, por la otra parte, anuncian el incumplimiento de la legalidad, la ruptura de España, el impago de la deuda o la instalación de un régimen autártico en Cataluña, toda vez que desde las principales cancillerías internacionales ya se ha avisado de que una eventual culminación de la aventura separatista significaría el aislamiento de esta parte de España. En el bando de enfrente niegan la mayor. Al final, una palabra contra otra. La de Obama contra la de Mas, la de Junker contra la de Junqueras, la de Fainé contra la de Forcadell y la de Pau Gasol contra la de Karmele Marchante. Atentos a la pantalla, que ya queda muy poco.

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