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El rincón de Aranda

Rufián en la RAE

Hace tiempo que dejé de ver los programas de tertulias entre periodistas y políticos, de largo y medio pelo, y comentaristas muy “puestos” en el tema de la cosa pública; pero mire usted por donde, cuando zapeaba buscando algún programa de animales, en el “National Geographic Magazine”, me encuentro con uno en el que actuaban varios de “dos patas”, peleándose cual clientes de taberna, …

…de mostrador fregado con lejía, de vino peleón, y serrín en el suelo, que dada mi curiosidad, me hicieron prestarles atención. Uno era Rufián, con sus ojos orientales, y voluminosa testa, graduado social, portavoz de los independentistas catalanes, perteneciente a la plataforma “Súmate”, de 2013, que como castellanohablante, ergo charnego (él dijo que lo era), apoya el independentismo catalán; y el otro, Daniel de Alfonso Laso, barbudo entrecano, juez y director de la Oficina Antifraude de Cataluña de 2011 a 2016, cargo del que fue cesado por el Parlamento de Cataluña el 29.06.2016.

Entre otras lindezas, el charnego Rufián le llamó “lacayo”, “mamporrero” y “gánster”. A mi me dió la impresión que éste quiso convertir, en esa comisión de investigación, al ex ministro del Interior, Fernández Díaz, en un ring, y poner contra las cuerdas al ex director, en una pelea con un arbitraje blandengue, del Presidente de la Comisión, Mikel Legarda, que permitió palabras “mayores”: “Hasta pronto gánster. Nos vemos en el infierno”. Así fue como Rufián zanjó las preguntas.

La contundencia de Rufián, que yo llamaría una pobrísima estrategia orientada al espectáculo, espectáculo mediocre claro, llamándolo: “lacayo”, “mamporrero” y “gánster”, y preguntándole: “¿Le da a usted vergüenza?, ¿Es usted un conspirador?, ¿Sigue conspirando desde su plaza de juez en Cantábrica?”. Y Daniel de Alfonso, con un mosqueo de cojones, en “to-el-careto” le espetó: “Usted está haciendo honor a su nombre”. Bueno yo creo que sería a su apellido, porque solo hay que leer el RAE y las acepciones de esa palabra, para definirla.

El PSOE, Ciudadanos, y el PdCT, muy cucos y prudentitos, se desmarcaron del tono y el lenguaje del charnego Gabriel. Aunque creo que algún rubor debieron sentir, porque como dijo Toni Cantó: “Hay que mantener ciertas formas, aunque haya gente que nos está intentando acostumbrar al show y a la mala educación”.

Otro diputado catalán dijo que “se puede ser riguroso y duro sin tener que faltar al respeto a nadie”. Pero eso sí, consideró “gravísimo que a estas alturas de la historia, Fernández Díaz no asuma ninguna responsabilidad política después de la filtración de sus conversaciones”. Yo creo que éste ex-Ministro, ha copiado de su antiguo jefe Rajoy, la práctica del “tancredismo”, dejando madurar las cosas, luego que se pudran y al final: “…mejor no meneallo”.

También Rufián se quejó de que hubo diputados que le llamaron “gilipollas”. ¡Hombre!, gilipollas no, por Dios; aunque parafraseando a Groucho Marx: “Él puede ser un idiota y actuar como un idiota. Pero no hay que dejarse engañar: es realmente un idiota”. Y como ustedes saben que nuestro castellano es tan rico en sinónimos y antónimos, les dejo a su elección que cambien la palabra “idiota” por la que más les agrade. No sé, pero visto y oído algunas intervenciones de este charnego en la Tribuna del Congreso, creyéndose que es Francisco Silvela, empleando su “Daga Florentina”, yo me inclino más bien que es: “un gilipollas”.

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