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Atril ciudadano

Érase una vez…

Dedicado a mi familia, especialmente a mi esposa y mis hijos. No nacimos para ser perfectos, hemos nacido para ser felices. Que nada ni nadie nos robe la felicidad ni la honradez.
Érase una vez … Un reino de Príncipes y Princesas en el que sus gentes vivían en paz y armonía.
En el reino existía un precioso y gran lago habitando en él toda clases de animales, pececillos de colores, ranitas, libélulas, etc., repleto de bonitas flores, plantas acuáticas como los nenúfares, helecho de agua, jacinto de agua, salvinia…

Al lado de ese lago había una pequeñita charca en la que moraba el sapo gruñón. Estaba todo el día despotricando, refunfuñando y siempre, siempre, siempre estaba malhumorado. El problema del sapo gruñón es que le encantaba escribir pero no se daba cuenta que era un sapo, de ahí su poca objetividad, prisas, carácter…

También en el reino existía un maravilloso bosque con árboles de todas clases y tipos, lindos caminos para pasear, zonas en las que los rayos del sol jugaban con las luces y las sombras del bosque dando lugar así a un paisaje extraordinario. En el bosque laboraban los enanitos (como los de Blanca Nieves) que con sus picos y palas iban a diario la mar de contentos y felices a cumplir su misión, trabajar en la mina para beneficio y prosperidad del reino.

Sucede que en ese bosque vivían igualmente los duendes (rojos, amarillos, verdes, azules, rosas, naranjas…) y algunos se dedicaban a recolectar las hojas del bosque, pero en este caso varios de ellos no hicieron acopio de todas ellas y con las que amontonaron no tenían suficiente para llenar completamente el saco por lo que se inventaron una historia para justificar el por qué el saco no estaba totalmente lleno. ¿Sabéis que historia se inventaron? ¡¡Que la culpa fue de los enanitos que trabajaban en el bosque!! ¡¡Ohhhhh… Vaya con algunos duendes!!
De esa circunstancia se aprovecharon ciertos orcos y troles (malos, malísimos) los cuales se colaron en el reino de los magos, que eran los vecinos del reino de los príncipes y las princesas y engañaron vilmente a algunos magos que vivían allí. Uno de los magos se dio cuenta de la mentira de los orcos y los troles y así lo hizo saber pero ellos, con sus malas artes, artimañas y triquiñuelas, disfrazados de corderitos continuaban mintiendo y engañando.

Fue entonces que los sabios de la corte suprema del reino de los magos le dijeron a uno de los magos que utilizase su magia para descubrir la trampa de los orcos y los troles pero el mago no lo entendió bien y no lo hizo, por lo que los sabios de la corte suprema tuvieron que intervenir para dejarlo todo claro.

Entre tanto, el sapo gruñón de la charca, se apresuró a contárselo a todos los habitantes del reino pero tuvo un fallo y fue el no esperar a que los sabios de la corte suprema del vecino reino aclarasen todo el entuerto. ¿Ahora qué hará el sapo gruñón? No solamente ha seguido despotricando y refunfuñando sino que además debería darse cuenta de su error aunque no sé si su entendedera le dará para tanto.

Menos mal que, gracias a Dios, al final todo se ha resuelto, los enanitos no han tenido la culpa de lo sucedido puesto que no había pasado absolutamente nada y continúan con su trabajo, los duendes encargados de recoger las hojas del bosque solamente se llevarán el saco cuando esté lleno, los orcos y troles supongo que saldrán escarmentados mientras que el sapo gruñón continuará despotricando, refunfuñando y malhumorado viviendo en la charca. Y colorín colorado….. este cuento se ha acabado.

FIN

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