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Tribuna Pública

Mohamed VI tiene problemas

Una de los aspectos que no acaban de entender los Gobiernos europeos en sus relaciones con el vecino marroquí es el origen y fundamento de la acción exterior del reino alauita. Esta pasa por las decisiones del monarca, pues es competencia exclusiva suya, a pesar del cambio cosmético que se ha hecho en la reforma constitucional del año 2011.

En definitiva, cuando hablamos de la acción exterior del Marruecos, deberíamos corregir esa aseveración y tener en cuenta que realmente, quien tiene política exterior es el rey y no el país, ni el Gobierno que, mal que le pese, ni pinta ni decide nada.

De este modo, cualquier patada en el culo a esa acción exterior es una patada en el trasero de Mohamed VI y por ende, socava la legitimidad el soberano ante el real público marroquí. Por eso pone tanto cuidado el monarca en las acciones que desarrolla y por ello, igualmente, utiliza la política exterior como arma arrojadiza sobre los demás, en concreto España, gobernada por una pandilla de parias que no tienen ni idea de lo que se traen entre manos, en la actualidad, el señor Margallo.

Un segundo aspecto a retener en este asunto es el pivote de esa acción exterior, pues hay un asunto que despunta siempre sobre los demás hasta el punto de lastrar esa acción exterior. Me refiero al tema de los territorios ocupados del Sahara Occidental. La mayor parte de la acción exterior marroquí pretende, sencillamente, defender y legitimar una ocupación ilegal del territorio, circunstancia que hace altamente dependiente esa política exterior de los cambios que se producen en los gobiernos extranjeros, pues algunos apoyan las pretensiones marroquíes y otros no. La gran mayoría sencillamente obvian el asunto por no conocerlo en profundidad.

Estos dos aspectos, en vez de fortalecer la acción exterior marroquí, lo cierto es que debilitan esa política y la imagen de Marruecos en el exterior. En cualquier caso, cuando algo sale mal, el más perjudicado es el rey, obviamente. Durante los últimos años, Mohamed VI ha querido aparecer como adalid de la cooperación sur-sur con los países del Sahel y del África negra más próximos a esa zona. Las visitas y viajes, encuentros diplomáticos, reuniones de ministros, cooperación religiosa etc, han sido la punta de lanza de una política que pretendía dos cosas, o tres, depende de cómo se mire. Por un lado lograr el asentimiento de estos países a la causa marroquí en los territorios ocupados del Sahara Occdiental. En segundo lugar hacer negocio, pues el holding SIN, perteneciente a la familia real, necesita nuevos mercados. En tercer lugar, crear una zona de influencia marroquí al margen de la presencia francesa en la zona, algo que no ha gustado demasiado en el hexágono.

Lo cierto es que pese a estos esfuerzos, el reino alauita no acaba de asentar esa política y algunas decisiones recientes han echado por tierra parte de esa estrategia. Aunque parezca absurdo, el fútbol ha sido una de esas actuaciones nefastas del reino, al declinar organizar la copa de África de Naciones hace unos meses después de haberse comprometido, debido a problemas de seguridad por la presencia de seguidores de zonas de riesgo de ébola. Al final le han caído diez millones de dólares de sanción y no poder jugar la copa de África en las siguientes dos ediciones, al margen de la actual, ganada por cierto por el equipo de Costa de Marfil. No está mal. En muchos de estos países comienza a verse a Marruecos como un país racista, algo que perjudica seriamente a la imagen del rey. De ahí el hincapié que pone Marruecos en regularizar a unos cuantos inmigrantes subsaharianos. Veremos en los próximos meses las reacciones del Majzén ante esta tesitura.

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