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Un Estado que no cumple las leyes y un gobierno que las quiere retorcer

MH 06 05 2024

La Semana. MH, 06/05/2024

Por: J.B.

 

 Dos frases, que vienen al caso, sobre el “Robo (con mayúsculas)” cada vez más acusado (desde que llegó Pinocho y compañía) que sufrimos los ciudadanos españoles (también conocidos como “obligados tributarios”) cada día, cada mes, cada año, etc.: «Es paradójico que cuanto más altos son los tipos fiscales, más baja es la recaudación. También es paradójico que cuanto más se bajen los tipos fiscales, más se recaudará a largo plazo», John F. Kennedy.

«Recaudar más impuestos de lo estrictamente necesario es lo mismo que legalizar el robo», Calvin Coolidge.

Pepe Álvarez (UGT), acorralado por un joven empresario (Pedro Buerbaum): «¿Cómo que no me expolian, Pepe? ¡La mitad de lo que gano!»

Una noticia, que demuestra para qué valen los sindicatos en la actualidad (para nada, o casi nada, salvo para que unos cuantos vivan muy bien del cuento): Pepe Álvarez (UGT), acorralado por un joven empresario (Pedro Buerbaum): «¿Cómo que no me expolian, Pepe? ¡La mitad de lo que gano!»

Pedro Buerbaum, un joven emprendedor que goza de un extraordinario éxito en redes sociales y en Youtube, donde atesora la nada desdeñable cifra de 825.000 suscriptores en su canal Worldcast y de 291.000 en su página personal, entrevistó al sindicalista Pepe Álvarez.

Buerbaum ha ido descubriendo por propia experiencia el apetito insaciable de las estructuras de Estado y su brazo ejecutor: Hacienda. Tanto es así, que un reciente vídeo suyo se hizo viral hace unos días con motivo de su propia declaración de Hacienda. En seguida se lanzó a por él el grupo de pelotas/estómagos agradecidos (“abrazafarolas” y “correveidiles” les hubiera llamado el gran José María García) de la prensa y las redes afines a Pinocho…

En la entrevista al secretario general de UGT, el emprendedor hablaba a Álvarez sin tapujos ni medias tintas sobre algunos mantras decimonónicos de los sindicatos y sindicalistas enfrentado a la realidad que vive él en sus empresas y con sus más de 200 empleados.

Algunas perlas de la entrevista:

 Cuando Álvarez señala que el empresario debe repartir el fruto de su trabajo con todos los trabajadores, Buerbaum recordaba el valor de un puesto de trabajo frente a la figura del empresario que arriesga. «Bueno, en el caso que planteas, es un caso muy particular», decía Álvarez.

Sobre el finiquito/indemnización:  Se quejaba, con mucha razón, Buerbaum: «¿Por qué tengo que pagarte un finiquito? Si cobras 1.500 euros a mí me cuestas 2.500 euros, porque todos los meses hay 1.000 euros que se quedan en la maraña del Estado, pero si te tengo que echar, porque no haces bien tu trabajo, o porque va mal el negocio, ¿Por qué tengo que además pagarte un finiquito? ¿Por qué no te lo paga este Estado parasitario?»

«Esto es muy sencillo», decía Álvarez: «Si tienes motivos objetivos para despedirle, el despido te cuesta cero», decía el secretario general de UGT, a lo que Buerbaum, en seguida replicaba: «Bueno, todos los empresarios que nos estén oyendo saben que eso no existe, el despido procedente es como los Reyes Magos«. Olvidaba (o no sabía, que es peor) Álvarez que en un despido objetivo el empresario debe pagar 20 días por año trabajado, con un límite de máximo de 12 meses.

Decía el empresario, «tú defiendes que se suban los impuestos a los ricos». A lo que el sindicalista contestaba: «Si sí, por supuesto, a los ricos sí. Entonces, decía Buerbaum, “los ricos que pueden hacerlo, se van”, a lo que el de UGT respondía: «Pues no pasa nada».

Es en ese momento en el que Buerbaum pone a Álvarez frente al espejo: «Pero espera, los ricos se van, pero hay una factura que pagar, y ¿quién paga esa factura? La clase media que pasa a ser clase baja». Entonces, llegó el gran argumento de Álvarez: “No, la clase media es cada vez más baja porque los multimillonarios son cada día más multimillonarios”

Es lo que nos espera con el gobierno de Pinocho: dejarnos más tiesos que la mojama para tener muchos funcionarios y colocados que lo perpetúen en el poder

Escuchar a Álvarez (es, aunque parezca mentira, uno de los sindicalistas más moderados), que es una de las puntas de lanza de Pinocho y “aplausitos” Díaz, da vergüenza ajena. Se defiende lo indefendible. Si los ricos se van, no pasa nada (ya pagamos el resto de borregos); si la empresa tiene trabajadores que no rinden o son caraduras y quiere prescindir de ellos, que pague (al menos 20 días por año trabajado) para que pasen a serlo en otra empresa; si la empresa va bien debe repartir con los trabajadores, pero si va mal es el empresario quien debe pagar con sus bienes presentes y futuros (en muchos casos). Es lo que nos espera con el gobierno de Pinocho: dejarnos más tiesos que la mojama para tener muchos funcionarios y colocados que lo perpetúen en el poder.

No cumplen las leyes

 Es evidente que el Estado y el gobierno de turno no cumplen el artículo 31.1 de La Constitución. Los impuestos actuales no cumplen muchos de los principios que, según el citado artículo, debe cumplir el sistema tributario. El incumplimiento es especialmente grave y evidente en los principios de suficiencia, justicia y no confiscatoriedad.

No es de extrañar el alto absentismo laboral en la administración: utilizan el derecho a la baja (sea cierta o no lo sea) como contrapeso a una situación laboral precaria y abusiva que no les deja espacio para el ocio o el descanso

Otro ejemplo de incumplimiento de leyes y/o retorcimiento torticero de estas: los empleados de la sanidad (especialmente grave en el caos de las enfermeras/os y auxiliares) que no han superado oposiciones están en una situación precaria que no se admite en las empresas. Encadenan contratos de días o escasos meses sin que nunca pasen a ser fijos, no pueden coger vacaciones porque les pueden llamar en cualquier momento para trabajar 15 o 20 días (si no cogen el trabajo pueden ser excluidos de las bolsas de empleo), etc. Si cualquier empresa del sector privado hiciera lo que hace la administración sanitaria, sería perseguida (y multada), sin duda, por explotación laboral. No es de extrañar el alto absentismo laboral en la administración: utilizan el derecho a la baja (sea cierta o no lo sea) como contrapeso a una situación laboral precaria y abusiva que no les deja espacio para el ocio o el descanso.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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