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Maduro, ¿hasta cuándo?

La primera consecuencia de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, convocadas por Nicolás Maduro ha sido tan solo un día después de la celebración de la votación, la vuelta a la cárcel de los políticos opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma Desconocemos hasta dónde puede llegar la desfachatez y la sinrazón, por ser suaves, del presidente venezolano, Nicolás Maduro, al que cada vez más dignatarios mundiales califican de dictador. Y es que el cantamañanas venezolano no para de asestar golpes a la democracia, a la oposición y a una gran parte del sufrido pueblo latinoamericano. Las votaciones de la Asamblea Nacional Constituyente celebradas el pasado domingo en Venezuela, han supuesto la culminación del autogolpe ejecutado por Maduro.

El sistema impuesto por el peligroso gobernante ha llevado a un país, hasta hace poco tiempo situado entre los primeros del mundo en reservas de petróleo, a tener una población donde más del 85% asegura pasar hambre. Un país que ha registrado, desde el comienzo de las protestas, que se desataron a principios de abril cuando el Gobierno de Maduro dejó, a través de una sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, sin atribuciones al Parlamento de mayoría opositora, casi 5.000 personas detenidas y en el que más de 1.300 permanecen en prisión y, lo peor, decenas de muertos.

La primera consecuencia de las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, convocadas por el Gobierno de Maduro, y cuestionadas por la mayoría, ha llegado tan solo un día después de la celebración de la votación, con la vuelta a la cárcel de los políticos opositores Leopoldo López y Antonio Ledezma que fueron detenidos por el Servicio Bolivariano de Inteligencia en la madrugada del lunes al martes, en sus domicilios donde se encontraban en arresto domiciliario. Una medida que en la tarde de ayer el Tribunal Supremo justificaba en base a la existencia de riesgo de fuga. La detención ha causado una lógica y honda preocupación no solo entre sus familiares y seguidores sino en todo el país y el resto del mundo que ve cómo Maduro aplasta la democracia y agrava la situación día a día con estos ataques a la justicia, a los derechos humanos y a todo aquello que huela a normalización democrática. Un difícil momento ante el que la comunidad internacional no debe permanecer impasible. De hecho, la farsa organizada por Nicolás Maduro el pasado domingo en Venezuela ha obtenido un amplio rechazo internacional. Desde EE.UU. hasta la UE, pasando por los países más poderosos de América Latina, deben intensificar y lo están haciendo, el aislamiento de Venezuela y deben continuar aplicando sanciones que vayan más allá de comunicados de condena al chavismo y evitar, en lo posible, que la situación se recrudezca.

Ya en España la actualidad informativa se centraba ayer en torno a la suspensión por el Constitucional de la reforma exprés del Parlament que facilitaría el referéndum catalán, aunque también ocupaba su espacio en las columnas del diario “El Mundo”, la petición de Iñaki Urdangarin al Tribunal Supremo para que le absuelva por su implicación en el caso Nóos porque se limitó a ser “un mediador sin conocimientos en Derecho Administrativo”, entre otras razones. Juzguen ustedes.

Mientras que en Melilla y en la vecina Ceuta, en las dos últimas jornadas se producían dos nuevos intentos de entrada masiva de inmigrantes a través de la valla. En la ciudad lo consiguieron cuatro, en Ceuta 67. Una situación también de muy difícil solución y que, de momento, tendrá continuidad a corto, medio y largo plazo.

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