Los mayores de Melilla se han quedado huérfanos con la muerte de Gregorio Castillo, el presidente de Honor del Club de Jubilados y Pensionistas ‘La Amistad’, una de las personas que más ha trabajado por el colectivo de la Tercera Edad en las últimas tres décadas en nuestra ciudad. Tanto es así, que la Asamblea de Melilla le concedió hace dos años por unanimidad la Placa al Mérito Social. “Las personas mayores son lo más grande que hay en el mundo”, dijo Castillo el 18 de abril de 2015, cuando subió al estrado de un abarrotado Salón Dorado para recoger su premio de manos del presidente de la Ciudad Autónoma, Juan José Imbroda. Desde allí dio las gracias por el reconocimiento, aunque humildemente dijo que no era merecedor porque había cumplido con su “obligación”. Y al mismo tiempo, se mostró reivindicativo hacia los mayores, para quienes pidió más apoyo del que reciben.
Gregorio Castillo ha sido hasta el final de sus días uno de los principales motores del Club de Jubilados y Pensionistas ‘La Amistad’, una entidad creada en 1977, de la que fue su presidente durante 25 años. Justo el periodo de su despegue, como reconoció Imbroda en su discurso durante la entrega de las Placas al Mérito Social.
El presidente destacó de Gregorio Castillo no sólo su “cariño y dedicación” hacia las personas mayores, sino también los méritos al frente del Club ‘La Amistad’, consiguiendo que , esta entidad rozara los mil socios y tuviera una actividad cultural y de ocio “palpable en el día a día de la ciudad”.
En organismos oficiales
Pero el empuje de Castillo para mejorar las condiciones de vida de los mayores de Melilla no se centró únicamente en ‘La Amistad’, aunque fuera una de sus facetas más conocidas. También compaginó este Club con otras responsabilidades en el ámbito de la Tercera Edad. Así, desde 1989 fue también representante y presidente provincial de la Unidad Democrática de Pensionista y entre 2006 y 2011 fue consejero delegado y representante de la ciudad Autónoma de Melilla en el Consejo Estatal del Mayor.
Gregorio Castillo, con 88 años, murió el pasado viernes en Melilla y fue enterrado ayer en el Cementerio de La Purísima. Jubilado del Parque de Artillería, había nacido en Lucena (Córdoba), viviendo una niñez dura por la pérdida de su padre y la necesidad de ponerse a trabajar con sus hermanas para sacar adelante a su familia. Con su muerte, ponía así punto y final a una vida dedicada a los mayores de esta ciudad, que han lamentado mucho esta pérdida.
