En el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla viven alrededor de 240 argelinos. Parte de ellos desafiaron al viento y el frío y se concentraron en la puerta del centro para reclamar su traslado a la península, ya que aseguran que residentes de otras nacionalidades salen del CETI en cuestión de pocas semanas mientras ellos, en algunos casos, llevan hasta “dos y tres años” sin poder salir de Melilla. “No tenemos ningún derecho, no sé por qué, porque salen todos menos nosotros”, afirmó Mohamed, un argelino que lleva tres meses en el CETI y que ayer ejerció como portavoz de sus compatriotas. “El director del centro dice que no puede hacer nada y que es cosa de la Policía, pero nosotros no le creemos, quien da la orden para salir es él y no lo hace con nosotros”, apuntó en declaraciones a MELILLA HOY.
Cansados de esta situación, más de medio centenar de argelinos, entre ellos mujeres y niños, se concentraron con pancartas. En algunas, sus portadores hacían saber que se han puesto en huelga de hambre hasta que no se acabe lo que, en su opinión, es una discriminación.
Mohamed, que también ha dejado de comer como protesta, explica la situación en la que se encuentran en un perfecto español, fruto de los 28 años que lleva viviendo en España. Llegó con su familia en la época de Felipe González como presidente del Gobierno, pero tras cometer un delito y superar su tiempo de condena en prisión, fue devuelto a Argelia, a su juicio de manera irregular y dejando a su familia en España.
Ahora ha conseguido regresar, pero lleva tres meses en el CETI, donde denuncia que hay una sobreocupación que les obliga a dormir hasta 16 personas en habitaciones de pequeñas dimensiones, en “literas podridas y cojas” y con una alimentación que “es como la de la cárcel”.
“He adelgazado 10 kilos en tres meses, el CETI es un caos”, insistió Mohamed, convencido de que los Derechos Humanos que se deberían aplicar en este centro migratorio sólo los reciben “gente específica” que no son, desde luego, los argelinos.
Otra de las quejas de estos inmigrantes es el estigma con el que, según apuntó Mohamed, deben vivir por su nacionalidad. “No todos los argelinos son unos ladrones, como dice la gente”, dejó claro el portavoz del colectivo, que se preguntó para qué sirven las titulaciones que tienen si luego no pueden “hacer nada”. “¿Es que quieren que robemos? Si hay necesidad, no queda más remedio, eso cualquiera lo haría”, aseveró.
