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Las diversas caras del fenómeno migratorio.

La migración ha existido desde tiempos antiguos, buscando mejores condiciones de vida y oportunidades económicas. Actualmente, la migración masiva genera retos en seguridad, economía y adaptación cultural. La solución ideal sería una migración regulada y compatible con los países receptores. España y Estados Unidos son países receptores de migrantes, tanto legales como ilegales.
para gonzalo

 

La cara histórica.

La migración es un fenómeno tan antiguo como la existencia del ser humano sobre la tierra. Los hombres siempre han estado en constante movimiento, buscando mejores condiciones de vida allá donde pudiera encontrarlas. Han tratado de huir de guerras, dejar atrás la pobreza, encontrar nuevas y mejores oportunidades económicas, escapar de las persecuciones religiosas o políticas o, simplemente, comerciar y descubrir nuevos lugares.

Según una teoría antropológica, el ‘Homo Erectus’ africano pudo haber sido la primera especie humana en migrar, al abandonar África. Los restos fósiles muestran que esta especie se había expandido al sur de Eurasia hace algo menos de dos millones de años. Sus descendientes, los ‘Homo Erectus’ asiáticos, se extendieron hacia el este y se establecieron en el sudeste asiático hace al menos 1,6 millones de años.

Hay evidencia científica de que, hace entre 70 y 100 mil años, el ‘Homo Sapiens’ comenzó a migrar desde África – Etiopía- y a poblar partes de Europa y Asia. Posteriormente, llegaron a Oceanía hace entre 35 mil y 65 mil años. En la Edad de Hielo del Pleistoceno se creó un puente terrestre que unió Asia y América del Norte, hace más de 13 mil años, por donde la gente cruzó el ahora conocido como Estrecho de Bering y finalmente migró a América del Norte y del Sur.

En la historia posterior ha habido también grandes migraciones, como la del pueblo judío desde Egipto o las derivadas de la expansión del imperio romano. Pero, centrándonos en la historia moderna y contemporánea, las migraciones más importantes se iniciaron con la colonización europea de América, que se inició en el siglo XV y se extendió hasta el siglo XIX. Diferentes países de Europa, incluidos Gran Bretaña, España, Portugal, Alemania, los Países Bajos y Francia, promovieron el asentamiento de sus nacionales, ya sea porque huían de los conflictos religiosos o porque buscaban una mejor fortuna en el llamado Nuevo Mundo.

La trata de esclavos fue una de las mayores migraciones masivas de mano de obra en la historia de la humanidad. El primer barco de esclavos zarpó de África en 1550 para satisfacer la necesidad de mano de obra intensiva en las plantaciones de azúcar y tabaco propiedad de los colonos blancos, principalmente ingleses. Más de 10 millones de africanos fueron esclavizados.

El llamado ‘sueño americano’ fue, y sigue siendo, un motivo para migrar. Entre 1850 y 1914, coincidiendo con una época de depresión económica en Europa, se produjo una masiva migración a América desde Europa, China y otras áreas. Hubo tres razones para esas migraciones masivas: el costo de la migración disminuyó drásticamente; era relativamente fácil encontrar trabajo y mejores condiciones de vida; las fronteras abiertas facilitaron a los inmigrantes su establecimiento en nuevos países, especialmente en los Estados Unidos, haciendo realidad a ese ’sueño’ que, para muchos, se sigue persiguiendo hasta nuestros días.

Durante el siglo XX, las dos Guerras Mundiales y los conflictos armados posteriores, causaron que millones de personas dejaran sus hogares y sus países de origen. Se calcula que hubo más de 30 millones de desplazados tras la Segunda Guerra Mundial, un número muy superior a los 8 de la Primera Guerra Mundial.

A partir de la década 1970, la variedad de países de origen y destino ha crecido sustancialmente. Además de los países receptores tradicionales de inmigración en América, Europa Occidental, Australia y Nueva Zelanda, otros países atraen a una población creciente de migrantes. Entre ellos, países que históricamente habían sido naciones de emigración como Italia, España y Portugal.

La situación actual.

En los últimos años el acusado incremento de migrantes, especialmente hacia Estados Unidos y Europa Occidental, ha generado una fuerte reacción polarizadora en muchos de los países receptores, cuando parte de la población apoya la llegada de la migración y otra parte se opone a ella. Los que se oponen afirman que la migración es un problema que debe ser tratado con dureza dadas las implicaciones en seguridad nacional, economía y una frecuente inadaptación cultural. Los que la favorecen consideran que la migración es una oportunidad para el desarrollo económico y social, o es deseable por motivos humanitarios.

Los principales retos derivados de la migración masiva se manifiestan en diferentes áreas. Por una parte, los migrantes suelen ser vulnerables a sufrir -y en algunos casos a participar- en la trata de personas, la explotación laboral y la delincuencia. También la migración puede distorsionar la oferta en el mercado de trabajo, especialmente en los tramos menos favorecidos, ya que los migrantes suelen aceptar salarios más bajos que los trabajadores locales. Muchos afirman que el flujo de migrantes puede sobrecargar los servicios públicos, como la educación y la sanidad.

Un aspecto muy importante es el de la diversidad e inadaptación cultural.  Dependiendo de la procedencia de los migrantes, puede que sus tradiciones y valores sean incompatibles con las del país receptor, lo que genera tensiones sociales y culturales y la indeseable presencia de núcleos de población y zonas urbanas no asimiladas.

La solución deseable, pero quizás imposible.

Una inmigración regulada, adecuada a las necesidades y posibilidades de los países receptores, que no genere reacciones negativas especialmente en el aspecto de la incompatibilidad cultural.

Hay que destacar, por ejemplo, que los migrantes que huían de la guerra de Siria, en su inmensa mayoría musulmanes, fueron encauzados hacia Europa, mientras que otros países musulmanes del área con los recursos suficientes para admitirlos al menos en buena parte, como Arabia Saudita, se hicieron a un lado. Ello provoca la duda, para muchos la certeza, de que esas migraciones interculturales son favorecidas, hasta impulsadas, para generar una ‘mancha inasumible’ cada vez más grande en los países europeos occidentales lo que, a largo plazo, conseguiría una conquista incruenta de Europa para la religión musulmana.

Algunos datos.

España es un país receptor de migrantes, tanto legales como ilegales. En 2023, el número de migrantes en España se situó en torno a los 6,5 millones, lo que representa el 10,6% de la población total. De estos, 5,5 millones eran migrantes legales, es decir, personas que tenían un permiso de residencia y trabajo en España. Los principales países de origen de los migrantes legales en España son Marruecos, Rumanía, Ecuador, Colombia y Venezuela. El resto de los migrantes, aproximadamente 1 millón, eran migrantes ilegales. Los principales países de origen de los migrantes ilegales en España fueron Marruecos, Argelia, Guinea, Senegal y Nigeria.

En el caso de los Estados Unidos, en 2022 había 48,1 millones de inmigrantes, lo que representa el 13,7% de la población total. De estos, 28,4 millones eran inmigrantes nacidos en México, lo que representa el 59,1% de todos los inmigrantes en los Estados Unidos. Otros países importantes de origen de los inmigrantes en los Estados Unidos son China (5,4 millones), India (4,8 millones), Filipinas (3,2 millones) y El Salvador (2,7 millones).

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Gonzalo Fernández

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