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La estupidez del papeleo

Historia de la estupidez humana, de Paul Tabori, 1908(Budapest)- 1975 (Londres). La estupidez es el arma más destructiva del hombre, o, como decía Oscar Wilde, “no hay más pecado que el de la estupidez”. Existen formas de estupidez que pertenecen a una profesión o una clase, por ejemplo, la estupidez del político, quien supone que sus promesas incumplidas se olvidan fácilmente. O la estupidez de la idolatría del héroe, que es el fundamento de todos los gobiernos totalitarios.

Hay en el libro un capítulo muy llamativo: la estupidez del papeleo. Las oficinas gubernamentales son viveros de estupidez, y desempeñan el mismo papel que las aguas estancadas en el caso del mosquito anopheles. Aún el burócrata más inteligente sucumbe a la infección. Incluso tienen un lenguaje común: sirva como ejemplo la traducción al leguaje burocrático de la famosa frase de Nelson, antes de la batalla de Trafalgar: “Inglaterra espera que cada uno cumpla con su deber”, convertida en “Inglaterra presume que, en relación con la actual situación de emergencia, el personal encarará los problemas y realizará apropiadamente las funciones asignadas a los respectivos grupos ocupacionales”. Y eso que todavía no existía el leguaje intrusivo de hoy.

Política local

Gloria Rojas se da una importancia política, que, desafortunadamente para ella, no tiene… excepto para ella misma. Constantemente declara que todos los partidos van contra el PSOE, contra ella, más bien. La realidad es que ha convertido a su partido en Melilla en algo residual, en el que ningún otro partido piensa como verdadero contrincante, a pesar de contar con el presunto apoyo de la casi inexistente Delegación del Gobierno de España en Melilla y de la delegada de ese Gobierno social-comunista, la siempre obediente -con sus superiores- Sabrina Moh, que en realidad más que un apoyo es una pesada carga electoral para su partido en nuestra ciudad.

La delegada del Gobierno, que se ríe tanto -de nosotros, los melillenses- ha amenazado con mediar en la huelga de médicos. No hará nada, como en ella es habitual, pero se otorgará la autoría de cualquier desenlace positivo que se pueda producir o adjudicará a la derecha franquista cualquier, más que previsible, resultado negativo. El caso es que la sanidad en Melilla, que depende directamente del Gobierno de Sánchez, está cada vez peor, como bien y tan comedidamente denuncia el presidente del Colegio Médico melillense, Justo Sancho Miñano.

Intereses creados

Jacinto Benavente, premio Nobel de Literatura en 1922, y su extraordinaria obra, “Los intereses creados”, una “comedia de polichinelas”. Nada importa tanto como parecer. Antes de pedir, ha de ofrecerse. “No eres ambicioso, te contentas con ser feliz”, le dice el astuto Crispín al que presenta como su dueño, el escrupuloso Leandro, al que salva el amor. “Por eso dije que no servías para la política… hemos creado muchos intereses y es interés de todos el salvarnos… mejor que crear afectos es crear intereses”, le dice Crispín. Es un libro corto, es una joya como descripción de la naturaleza humana y de nuestra sociedad. Es, repito, una joya, cuya lectura recomiendo vivamente.

Precisamente son los intereses creados los que pueden salvar Melilla (y Ceuta). Cada persona debe defender sus intereses. Es lo lógico, lo natural, lo que sucede y lo que debe suceder. El interés fundamental de la mayoría de melillenses y ceutíes es que las dos ciudades sigan siendo españolas y europeas. La armonización de los diferentes intereses creados y particulares de melillenses y ceutíes bajo ese paraguas de la españolidad es la tarea pendiente e imprescindible, que tiene que pasar por el no menos imprescindible desarrollo económico de las dos ciudades españolas del continente africano.

“No todo es farsa en la farsa, que hay algo divino en nuestra vida que es verdad y es eterno, y no puede acabar cuando la farsa acaba”. Es la frase final de “Los intereses creados”, la maravillosa, eterna obra de Jacinto Benavente. A eso es lo a lo que debemos de aspirar y por lo que hemos de luchar, coordinadamente, melillenses y ceutíes.

Posdata.

Estuve el pasado jueves, con nuestro diputado -Fernando Gutiérrez y Díaz de Otazu- en el Congreso, en Madrid, en la presentación del sexto (nada menos) Informe del Observatorio de Ceuta y Melilla, que dirige Carlos Echeverría. Esta vez el autor del Informe fue Adolfo Hernández Lafuente, un ceutí. Su Informe, como él, me gustó “na y menos”, como diría un gaditano. Es bueno como recordatorio histórico, pero es nulo -demasiado burocrático- como elemento coordinador de los intereses creados. “Se precisan soluciones jurídicas y políticas adecuadas para adaptar la situación de Ceuta y Melilla al funcionamiento integral del Estado Autonómico….aportar análisis para llevar a cabo un proceso de reflexión sobre su situación y los efectos que de de ella se derivan”, es la conclusión final de este sexto Informe.

¿No se parece este lenguaje mucho al burocrático e ininteligible al que me refiero en esta Carta en un párrafo anterior, con respecto a la famosa y sencilla frase de Nelson (que cada uno cumpla con su deber). Me temo que sí. Y estoy seguro de que ese no es el camino que melillenses y ceutíes debemos seguir.

Frases

La estupidez del papeleo. Las oficinas gubernamentales son viveros de estupidez, y desempeñan el mismo papel que las aguas estancadas en el caso del mosquito anopheles. Aún el burócrata más inteligente sucumbe a la infección

El interés fundamental de la mayoría de melillenses y ceutíes es que las dos ciudades sigan siendo españolas y europeas. La armonización de los diferentes intereses creados y particulares de melillenses y ceutíes bajo ese paraguas de la españolidad es la tarea pendiente e imprescindible

Estuve en la presentación del sexto (nada menos) Informe del Observatorio de Ceuta y Melilla. Es bueno como recordatorio histórico, pero es nulo -demasiado burocrático- como elemento coordinador de los intereses creados

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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