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Vivir con el Alzheimer

La empatía como sentimiento de amor

Si seguimos hablando de empatía como sentimiento de amor, continuamente la utilizamos en nuestras asociaciones para referirnos a la capacidad de entender cómo se siente otra persona, es decir, ponerse en su lugar y entenderlo, empatía hacia las familias y empatía hacia la persona enferma de Alzheimer.

Los familiares podemos empatizar unos con otros porque ¿quién te va a entender mejor que una persona que está pasando o que ha pasado por la misma situación? Pero, ¿y la empatía hacia la persona con la enfermedad de Alzheimer?, ¿cómo podemos ponernos en su lugar?
Aquí unas letras para dicha reflexión. Si de repente nos levantamos una mañana, vamos al servicio y vemos el grifo abierto, vamos a la cocina y olemos a pan quemado, llamamos por teléfono a nuestra hija y nos dice que es la tercera vez que la llamamos. ¿Cómo nos sentiremos? y peor aún, llega el día de los tan temidos resultados médicos y el neurólogo comunica algo a mi familia ( me lo comentan a mí o no), pero sé que son noticias malas, estas noticias son de las que se palpan en el ambiente.

Las personas con Alzheimer en las primeras fases de la enfermedad están apáticos, sin fuerzas, tristes porque notan que algo les pasa, que ya no son como eran antes y aún peor, su familia también lo nota y ellos son conscientes de ello. Las familias pasan por un duelo, un duelo de aceptación de esta nueva situación cuya formas de afrontar esto varían (rabia, impotencia, pena, etc…).

Todas estas reacciones son fruto del dolor y esto, la persona con la Enfermedad de Alzheimer también lo percibe y lo sufre, de hecho, no es raro que comente “me quiero curar”, “quiero ser como era antes”, ¿me puedes ayudar?, tiene que ser terrible estar en esta situación. El tiempo pasa y la enfermedad avanza, llega la etapa de los trastornos de conducta, en donde la familia y más concretamente la persona cuidadora se destroza, el mundo se termina de derrumbar.

Son situaciones inexplicables e irracionales para nosotros pero para el mundo de la persona que padece la enfermedad quizás no lo son tanto, ellos no quieren ir al médico y tienen que ir, ellos quieren gritar y se les prohíbe, recordemos que no tienen capacidad de comprender y razonar en determinadas situaciones.

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