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La asignatura pendiente

No es normal que la necesidad de mejoras que han reconocido tanto la Delegación del Gobierno como la Ciudad Autónoma en Barrio Chino no se haya traducido ya en una actuación urgente y contundente para cambiar por completo las condiciones infrahumanas de aquel paso fronterizo. Es una cuestión de justicia si de verdad se tiene en cuenta el gran beneficio económico que deja el comercio atípico en Melilla La frontera de Barrio Chino sigue siendo, a estas alturas, una de las grandes asignaturas pendientes. Por mucho que hayan anunciado de manera reiterada que este puesto fronterizo se va a mejorar, la realidad es que sigue en unas condiciones tercermundistas que sufren a diario miles de personas y los agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional que trabajan allí. No pocas son las personas que han resultado heridas en la frontera de Barrio Chino a lo largo de los últimos años. En algunos casos, incluso llegando a perder la vida, como el caso de la porteadora que murió aplastada en una aglomeración en 2008.
Es un auténtico milagro que no se hayan dado muchas más desgracias, algo de lo que sin duda es responsable la Guardia Civil, que se expone a diario intentando poner algo de orden en el caos de aquella frontera. Y eso tiene como consecuencia no pocos heridos entre los agentes que prestan servicio en el paso de Barrio Chino, como ocurrió en el caso del guardia civil que el pasado martes se lesionó una rodilla tras caer al suelo en una intervención. Lamentablemente, otros compañeros suyos también han pasado por lo mismo. Algunos de los casos más graves fue el del guardia civil al que la caída de un fardo le rompió la pierna en tres partes en 2010, y el de otro agente al que en enero de este mismo año le lanzaron un patinete contra la cabeza, lo que estuvo a punto de hacerle perder el ojo. Pero hay muchos más que han sufrido en su propia piel las consecuencias de un paso fronterizo que roza la anarquía por la evidente falta de medios humanos y materiales, que salta a la vista de cualquiera sin necesidad de que los sindicatos y asociaciones tengan que venir a recordar sus antiguas reivindicaciones.
Por eso no es normal que la necesidad de mejoras que han reconocido tanto la Delegación del Gobierno como la Ciudad Autónoma en Barrio Chino no se haya traducido ya en una actuación urgente y contundente para cambiar por completo las condiciones infrahumanas de aquel paso fronterizo. Es una cuestión de justicia si de verdad se tiene en cuenta el gran beneficio económico que deja el comercio atípico en Melilla, ya sea en forma de IPSI importación en las arcas municipales o en la actividad comercial aunque algunos prefieran obviar esa realidad. ¿De verdad vamos a tener que asistir a más desgracias para que quienes tienen la responsabilidad de cambiar las cosas cumplan con esa asignatura pendiente de años y años, ante la que gobiernos de diferentes colores políticos han mirado hacia otro lado?

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