El presidente del Gobierno, José María Aznar, reconoció que había habido una manifiesta "irresponsabilidad por parte de algunas personas" en la polémica expulsión de los inmigrantes subsaharianos que llegaron a la Península procedente de Melilla en junio. Su vicepresidente 1º, Álvarez Cascos, confesó que pudo administrarse algún narcótico mientras el ministro del Interior, Mayor Oreja, anunció su intención de comparecer en el Parlamento para dar explicaciones.
Por otro lado, se informó que un niño de ocho años de edad había sido violado en la Mezquita Central por uno de los empleados para el mantenimiento del centro religioso, según había denunciado públicamente el entonces viceconsejero de Relaciones Interculturales, Aisa Hamed.