¿Qué puedo yo decir de GUILLERMO?..¿Que se echara mucho de menos?..
Eso lo dirá Encarna, su mujer. Lo dirá, pero no solo de palabras…
¿Qué puedo yo decir de Guillermo?..¿Que era un hombre amable, trabajador, y buena gente? Eso lo dirá su familia. Sobre todos sus tres hijas, que lo valoraban, más que como padre, como un buen y leal amigo…
¿Qué puedo yo decir de Guillermo?… ¿Que era un melillense, entregado a su ciudad?
Eso lo dirán muchos, que le conocieron y lo trataron, no solo de palabras sino de sentimientos.
¿Qué puedo yo decir de Guillermo?..¿Qué tenía sus defectos?
Eso lo dirán algunos
¿Qué tenía sus virtudes?..
Eso lo dirán también.
Y también dirán, que fue una persona que a través de su trabajo y sus ilusiones, supo dotar a Melilla, de un gran establecimiento, donde solo había un local semi abandonado, y que él, convirtió en un gran restaurant, prestigio de la ciudad y admiración de visitantes.
Por lo tanto, no sé que voy a decir de Guillermo, que no hayan dicho ya los demás.
Como no sea, recordar de nuevo aquella noche del mes de julio, en que sentados en la terraza exterior tomábamos una copa, y en la cual, le presente, a D. Pedro de Estopiñán y al señor Mir Berlanga, que asomados al muro que separa, la muralla del puerto, D. Pedro exclamaba maravillado de lo que estaba viendo:
ESTOPIÑAN.- (Mirando a la ciudad que resplandece en la noche) Parece que las estrellas han bajado hasta la orilla. ¡Nunca vi cosa tan bella!…Esta la noche que brilla.
MIR BERLANGA.- Decid bien, duque, pues ella es toda una maravilla.
ESTOPIÑAN.- (Extrañado) ¿Ella decís?…. ¿Quién es ella?
MIR BERLANGA.- (Sonriendo)… ¿Ella?..Es la ciudad de MELILLA, la misma que conquistasteis con bravura y con tesón en una noche, Señor.
ESTOPIÑAN.- (asombrado) De esta roca acantilado calcinada por el sol. ¿Queréis decir que ha brotado, tan lumínico crisol? En creerlo dudo en mí… ¿Que opináis amigo MIR?
MIR BERLANGA.- (Señalado con la mano alrededor) La gesta la hicisteis vos. Mas un rostro en cada ola y con la ayuda de Dios y con la sangre española, fue creciendo este crisol que os deslumbra en esta hora.
ESTOPIÑAN.- (Emocionado, mira a MIR, y poniendo una mano sobre su hombro) ¡Nunca tuvo mejor pago, el esfuerzo de mis hombres!
MIR BERLANGA.- (Sonríe) El tiempo lo ha valorado. Y es el tiempo el que los nombre pues siempre fueron nombrados, aunque fueran otros hombres
ESTOPIÑAN.- (Animado) ¡Pasemos dentro y bebamos, por nuestro encuentro en el tiempo! Pues para eso estamos. ¡Y VIVIMOS PARA ESO!
MIR BERLANGA.- (Eufórico).Decid bien. ¡Pasemos dentro!
Se acercan a la entrada del Restaurante “LA MURALLA”. A la puerta del mismo, se encuentra GUILLERMO, que sale a recibirles:
GUILLERMO.- ¡Bienvenidos seáis, pues a esta casa honráis!
ESTOPIÑAN.- (Le mira fijamente diciéndole) Noble mesonero os pido, un buen vino sin derroche pues el tiempo ha encendido, la oscuridad de una noche.
MIR BERLANGA,.-Noche de mil cuatrocientos noventa y siete… ¡Que noche¡ De septiembre diez y siete….¡Vaya por ella un descorche¡…Bebamos por nuestro encuentro en el tiempo. Pues para eso estamos… ¡Y VIVIMOS PARA ESO!….
¿Qué puedo yo decir de GUILLERMO? ¿Qué ha muerto?… ¿Y quién soy yo para afirmar semejante cosa? Un abrazo Encarna.
Buenos días y Buena suerte.
