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Festividad de Todos los Santos y Fieles Difuntos: recordando a los que ya no están

Pepita Haro, fallecida en 1928

“La muerte no existe, la gente sólo muere cuando la olvidan; si puedes recordarme, siempre estaré contigo”

Isabel Allende

 

 

En estas fechas tan señaladas afloran desde lo más profundo de mi memoria mis primeras visitas al cementerio. Me hacen viajar en el tiempo a la niñez, a una época maravillosa de mi vida.

Con los años, mi madre, y también mi abuela materna, me hablaban de nuestros familiares, de los que un día nos dejaron para viajar a la Morada Eterna. Algunos de ellos, por circunstancias adversas del momento, están en el osario general. Otros si que tienen una tumba, un lugar donde poner una flor, derramar alguna que otra lágrima y elevar una plegaria al cielo.

De la mano de mi padre, comencé a visitar los panteones. Creo que fue entonces cuando, sin darse cuenta, sembró en mí una semilla que con los años dio fruto: mi pasión por el cementerio.

La muerte me separó de mis progenitores, pero yo continuo fiel a esa tradición menos este año, que por circunstancias personales no he podido ir. Mi marido y una de mis hijas han cumplido con ella, y eso me tranquiliza. Pero confieso que me siento un poco extraña, no yendo al cementerio ahora.

Tanto Elena Fernández Díaz como yo hemos recibido llamadas y mensajes preguntando si no hacíamos ninguna ruta en estos días. Con mucha pena hemos tenido que decir que no por mi situación. No es grave, pero me impide hacerlas.

Aprovecho estas líneas para agradecer a estas personas y a todas las que participan en nuestras rutas su interés y cariño. No nos cansaremos de decir que el cementerio de la Purísima Concepción es un lugar que guarda multitud de historias que merecen salir a la luz.

Reconozco que siento una “debilidad” especial por el tema militar. Desde hace años se viene solicitando y son muchas las voces que reclaman el reconocimiento oficial como Cementerio de Héroes para nuestro camposanto.

Miles de hechos avalan esta denominación. Miles de personas, muchas desconocidas, fueron Héroes sin pretenderlo.

Sinceramente pienso que se debería intentar, y dar al cementerio el valor que realmente tiene.

Es justo que sus acciones no caigan en el más absoluto de los olvidos. Por ello, hace ya algunos años emprendí la no fácil, pero si gratificante, labor de recuperar sus nombres. Por eso en la medida que puedo comparto a través del grupo de Facebook Melilla: Cementerio de Heroes, la información recopilada. Poco a poco el número de miembros ha ido subiendo y ya hemos superado la bonita cifra de 1.000 personas. A todos y cada uno: GRACIAS.

Gentes, que llegaron, en la mayoría de los casos, para cumplir el servicio militar. Procedían prácticamente de toda la geografía española; también de Cuba, Filipinas, Puerto Rico, y otros lugares de Europa. Sus restos, los que pudieron ser recuperados, recibieron sepultura en la Purísima; otros, creo no equivocarme, aún permanecen en suelo marroquí.

Los panteones y parcelas militares dan buena cuenta de ello. Pero si paseamos por las diferentes parcelas también encontraremos alguno.

No solo hay Héroes militares, también civiles como los bomberos Miguel Lirola y Pedro Pérez junto con el joven Antonio Albertu, fallecidos durante el incendio de la Ferretería Cabanillas en mayo de 1944.

Heroica fue sin duda la acción de mi querida Pepita Haro Serrano, una joven de apenas once años que no dudo en acudir en auxilio de su hermana menor, Marina que iba a ser atropellada por una camioneta en la calle Actor Tallaví.

Hace algún tiempo tuve la oportunidad de hablar con dos sobrinas que habían viajado desde Madrid y me contaron que su tía Marina murió muy mayor. Que nunca se perdonó el haber sido la causante de la muerte de su hermana, y que esta culpabilidad se acrecentó con el paso de los años.

Otra historia que nos sobrecoge es la de Juana Martínez, la famosa cantinera, una mujer de gran fortaleza. Con un amplio sentido de entrega y generosidad hacia los demás. Tras poner a sus hijos pequeños a salvo, en el verano de 1921 siguió el mismo destino que las tropas que estaban en las diferentes posiciones. Muy difícil y no exento de grandes  peligros fue su  viaje hasta Monte Arruit. Allí, al igual que las otras mujeres que había, hicieron de todo. Fueron enfermeras, madres, hermanas. ¡Encomiable labor la suya!

En definitiva y para no extenderme más, el cementerio de la Purísima Concepción, que estos días está siendo visitado por miles de melillenses, merece nuestra especial atención. Hace algunos años fue declarado BIC (Bien de Interés Cultural) y como tal debe ser cuidado el patrimonio que guarda entre sus muros.

Es un camposanto único por muchas razones. Debemos sentirnos muy orgullosos de cuanto es, de su riqueza artística, histórica y cultural.

 

 

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Isabel Migallón

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