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El valor de los diarios de calidad

Elon Musk ya opera en Twitter, tras pagar 44.000 millones de dólares. Claman los progres y los comunistas contra el hombre más rico del mundo. Se alegran otros, muchos, que prefieren pensar, en lugar de repetir mantras. Me hace gracia lo que escribió Salvador Sostres sobre lo de Twitter: “Celebro que Elon Musk tire de la cadena del váter en esta gran cloaca que es Twitter… Es un espectáculo ver arder el corazón de la hipocresía, la mentira y la envenenada corrección politica… Musk representa al empresario puro que crece en el ensayo-error”.
Como fondo recomiendo pensar en la veracidad de la siguiente frase: Aquí no hay más que una guerra: la de los políticos contra la clase media, que es la inmensa mayoría. Parece que no tiene nada que ver con lo del párrafo anterior, pero no es así. Quizás Twitter se convirtió en uno de los instrumentos de esa guerra. Quizás ciertas sentencias locales -Tribunal 5 y Audiencia- contra la libertad de información y expresión forman parte, consciente o inconsciente, de esa guerra de fondo político cuyo fondo es cercenar todo lo que pueda ser libre, léase la clase media o un periódico que no se rinde cuando le intentan aplastar, léase la historia de MELILLA HOY.
Afortunadamente, nunca se eliminan del todo los sistemas de comunicación. “En estos momentos, en los que hay tantas pequeñas webs, redes sociales, plataformas, es cuando los diarios de calidad tienen más razón de ser y más valor. No podemos olvidar que la prensa escrita desde sus orígenes siempre fue un medio muy minoritario. De élites. Por lo tanto, no creo que avance hacia el derrumbe”. Lo escribió un veterano corresponsal de guerra Tomás Alcoverro, en El Mundo, el pasado sábado. Coincido con él.
También me parece bien que se haya concedido el último Premio Nobel de Economía a Ben S. Bernanke. «Hombre», dirá el lector medio, «por fin le dan el Nobel de Economía a alguien cuyo nombre me suena». Alfred Nobel, el genio sueco inventor de la dinamita, es el que dio nombre a los Premios. El de Economía lo estableció el Banco de Suecia en 1968. Bernanke demuestra que no se ve recambio al capitalismo socialdemócrata, ni por la derecha ni por la izquierda, a no ser que se sienta nostalgia de la dictadura.
Inmersos en eso de que la verdad es la mentira, no pudiendo explicar la razón de los problemas actuales, nos quieren conducir a un pasado en el que la mentira es la verdad o la terrible guerra civil nuestra, que parecía terminada, no ha terminado porque la ganaron, según la posverdad políticamente reinante, los que la perdieron según la historia.
¿Puede ganarse la guerra? es un pasaje de ‘El poder y la palabra’, libro de George Orwell, que creía que “Un punto muerto -como desenlace final de la guerra, en la que él participó- parece lo más probable.” “La guerra tal vez acabe pronto o acaso se prolongue durante años y terminará con una España dividida”. Orwell fue un gran escritor, su novela ‘mil novecientos ochenta y cuatro’ (1984) es una maravilla, pero sus dotes de futurista no eran nada buenas, como los hechos demuestran: ni hubo pacto, acuerdo y punto muerto en nuestra guerra civil, ni España terminó dividida… salvo que la posverdad nos diga que eso no es cierto, porque la mentira es la verdad.
“Orwell vio que las organizaciones de todo tipo se dirigen a nuestras emociones, no a nuestra razón, para crear estados de opinión favorables a sus intereses. Cita los ­ismos, como el nacio­nalismo y el populismo, que se dirigen a activar la más peligrosa de las emociones, el resenti­miento”, decía el domingo pasado, en un gran artículo, nuestro colaborador Gonzalo Fernández. Ahí sí acertó Orwell.
El Estado Leviatán
Parece, solo parece, mientras no nos ordenen lo contrario y nos castiguen por no pensar lo que nos ordenan pensar, que más de un tercio de los españoles dependen de la nómina del Estado (350.000 millones en 2023, un tercio del PIB anual). Hay 16 millones de españoles que reciben rentas públicas, 2 más que los que cobran del sector privado, según publicaba el diario ABC el pasado 6 de este mes. Hoy, las empresas privadas pagan a 14 millones de trabajadores frente a los más de 16 millones del sector público. Hay 3,5 millones de empleados públicos (gasto estructural).
Nuestro actual Estado se parece cada vez más a esa bestia marina y maligna que citaba la Biblia. Eso pienso, y me atrevo a decirlo antes de que me castiguen por malutilizar la libertad. De expresión, en este caso.
Siempre nos quedará el consuelo de leer al gran sabio que fue Antonio Escohotado, que dice que “El Madrid es la institución más importante de España… Franco necesitaba un puente internacional desesperadamente y ese puente fue el Real Madrid y las Copas de Europa”… aunque “Franco no podía ver al Madrid, porque Bernabéu había echado de Chamartín de malas maneras al capitán general Muñoz Grandes, porque al parecer un día borracho la había tocado el culo a una señora. Franco amenazó a Bernabéu con el ostracismo” (páginas 59 y 60 del libro ‘Los últimos días de Escohotado’ de Ricardo F. Colmenero). Concluye Escohotado el libro así: “Dogmatismo es preferir prejuicio a juicio, legislación a derecho, lo acostumbrado al libre examen. MI VIDA HA SIDO COMBATIRLO” (las mayúsculas son mías, la frase de él).

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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