Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

El peligroso y hambriento mundo del 2023.

El nuevo año no parece vaya a traer muchas buenas noticias, al menos en el corto y medio plazo. Nos encontramos con una guerra en Europa, una economía mundial al borde de la recesión, una gran inseguridad física en muchos países del mundo, un incremento en la escasez alimentaria, una extremada polarización política, interna de los países y entre bloques de países. Además de otros muchos problemas que no cito ahora, por enfocarme en los más acuciantes.

En este contexto una amiga psicóloga, conocida por sus terapias de autoconocimiento y autoconsciencia en busca de la paz mental, me repite con frecuencia que no cree conveniente que, en mis escritos, refleje una visión pesimista de mi entorno cercano y del entorno mundial. Yo defiendo que no soy pesimista, sino un optimista bien informado. Tras leer este artículo, dejo a la decisión de mis lectores opinar quien tiene la razón.

Para muchos políticos occidentales, la invasión rusa de Ucrania es la crisis que define todo el momento. Eso es comprensible: una durísima guerra abierta en Europa marcó un hito histórico en el continente, realineando la gran estrategia en las principales capitales europeas y revitalizando tanto a la seguridad de la Unión Europea como a la OTAN. Es también indudable que la guerra en Ucrania ha tenido importantes efectos económicos colaterales, como marcadas disrupciones en la cadena de suministros, agitación en los mercados energéticos y agravamiento en la situación de los sistemas alimentarios mundiales.

Pero hay mucho más de qué preocuparse en el mundo, como la siempre latente, y cada vez más creíble, amenaza de invasión China a Taiwán, con los efectos desestabilizadores que ello conllevaría para el área del Pacífico occidental y del sureste asiático. Para Taiwán, el desafío de Ucrania a Rusia es una fuente de inspiración y un modelo para su propia supervivencia. Si bien una invasión marítima china de Taiwán sería necesariamente muy diferente de las campañas terrestres de Rusia en Ucrania, los funcionarios taiwaneses han aprovechado el momento para galvanizar el apoyo internacional a su causa y hacer sonar la alarma sobre los desafíos que enfrentan.

No menos amenazadores son la epidemia de COVID, recrudecida en China y con efectos imprevisibles para el resto del mundo. O la amenaza inminente de una República Popular de Corea con armas nucleares. O la cada vez más obvia amenaza para el mundo occidental, tanto de seguridad como ideológica, que suponen los regímenes islámicos extremistas, como Irán, Afganistán y otros menos importantes.

Como casi siempre sucede, en los análisis de los expertos occidentales se tiende a ignorar, en gran medida, la existencia de África y sus terribles problemas humanitarios. El mes pasado, el Comité Internacional de Rescate (IRC) dio a conocer su lista anual de los 20 países con mayor riesgo de calamidad humanitaria. Encabezan la lista Somalia, Etiopia, Afganistán, República Democrática del Congo, Yemen, Siria, Sudán del Sur, Burkina Faso, Haití y Venezuela. Les siguen, ya en orden alfabético, la República Centroafricana, Chad, Líbano, Mali, Myanmar, Níger, Nigeria, Paquistán, Sudan y Venezuela. Pueden observar que la gran mayoría de los países con graves problemas alimentarios, están en África.

Los 20 países en la lista del IRC, representan alrededor del 90 por ciento de las personas en el mundo que necesitan asistencia humanitaria, el 81 por ciento de las personas que han sido desplazadas por la fuerza de sus hogares, el 80 por ciento de las que padecen inseguridad alimentaria aguda y solo el 1,6 por ciento del producto interno bruto mundial. Su precariedad es, en sí misma, un reflejo de las vastas desigualdades que dan forma al sistema global.
El presidente del IRC, en el prólogo de su informa anual, escribió: «La mayoría de las crisis en los países de la lista de vigilancia no son nuevas, pero el hecho de que estas crisis sean prolongadas no las hace menos urgentes. La razón principal por la que estamos viendo nuevos niveles récord preocupantes de necesidad es porque tres aceleradores clave de la crisis —los conflictos armados, el cambio climático y la agitación económica— están llevando las crisis de larga duración a nuevos extremos. Y, en algunos casos, también están provocando nuevas crisis».
En Somalia, alrededor de 7,1 millones de persona, casi la mitad de la población del país, están sufriendo la hambruna, con casi 250.000 en riesgo de inanición inminente. Muchas comunidades no se han recuperado completamente de la última sequía, en 2017, o de la última hambruna, en 2011. El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) dice que 1,4 millones de menores de 5 años se enfrentan a una desnutrición aguda.
En Etiopía, la sequía y la guerra afectan a decenas de millones de personas. El país se dirige hacia su sexta temporada consecutiva sin lluvias, lo que podría prolongar una escasez alimentaria que ya afecta a 24 millones de personas. Al mismo tiempo, varios conflictos a lo ancho de todo el país están impidiendo que las organizaciones humanitarias entreguen ayuda. La situación descrita, con ligeras variaciones, se repite en todos los demás países citados.
En Afganistán el colapso económico, que se vio agravado por la toma del poder de los talibanes, ha empobrecido a gran parte del país. El estancamiento político internacional solo está empeorando las cosas, con casi toda la población viviendo ahora en la pobreza.
A ello hay que sumar la inseguridad extrema que viven muchos de los países mencionados. Según la agencia ‘International SOS’, se encuentran en situación de riesgo extremo, en cuanto a seguridad, los siguientes países: Libia, Mali, Sudán del Sur, Somalia, Yemen, República Centroafricana, Siria, Afganistán, Iraq, Ucrania, la franja de Gaza y partes de la República Democrática del Congo, Nigeria y Mozambique.
Dentro de la olvidada África, tan solo unos pocos países se encuentran en la lista de los citados como de riesgo bajo: Marruecos, Senegal, Ghana, Benín, Guinea Ecuatorial, Gabón, Ruanda, Zambia, Malawi, Namibia y Botsuana.
¿A quién podemos, en conciencia, desear un feliz 2023?
FRASES
Los 20 países en la lista del IRC representan … solo el 1,6 por ciento del producto interno bruto mundial.
En Somalia, 1,4 millones de menores de 5 años se enfrentan a una desnutrición aguda.
¿A quién podemos, en conciencia, desear un feliz 2023?

Loading

Gonzalo Fernández

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€