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Atril Ciudadano

Don José Carretero

Los que le conocieron –pocos- y los que no le conocieron –muchos, entre los cuales me encuentro- han escrito sobre él, palabras sentidas y recordatorias, que vienen a demostrar, que durante su estancia en Melilla, como vicario del Sagrado Corazón, dejó una imagen de persona cordial, sencilla y sobre todo creyente. No creyente de religiosidades y sermones. No. Su fé, me parecía no era resultado de un organigrama religioso, tratado y trasvasado, donde al igual que en las traducciones literarias, todo llega, o bien a confundirse o bien a deformarse. Su fé, era una presencia más de sí mismo. Algo como su propia vestimenta, que le daba una imagen sencilla a la vez que acogedora. No era una fé para andar por casa. Era una fé para andar por la calle. Por eso, a veces, más que fé, era compañía, aunque tal vez la auténtica fé, sea sólo eso. Yo he sido casi siempre, un individuo bastante ajeno a componer coros y corrillos en sermones, sacristía y concurrencias religiosas. Soy más del templo que de la Iglesia. Por lo tanto, apenas he tenido, ni tengo, más contactos con curas, clérigos y canónigos que los justos del domingo y fiestas de guardar, cuando aparezco por la “misa”, que no es siempre. Pero a José Carretero, le leí – hacía algunos pinitos literarios- un artículo en prensa, que entre otras cosas decía:
“ESPERO Y DESEO QUE LOS COFRADES NO LIMITEN SU ACTUACIÓN A LOS DÍAS DE SEMANA SANTA Y A SACAR LA PROCESIÓN; SINO QUE DURANTE
TODO EL AÑO SIGAN EXPRESANDO SU FÉ DE OTRAS MANERAS”
Dije para mí: “coño…Este tío ha puesto el dedo en la llaga”, al recordar a todos esos, que durante las Procesiones de Semana Santa, con sus trajes y sus presencias bien acicaladas, llevan a hombros, tronos de los diferentes “Pasos”, que componen y dan vistosidad a estas fiestas. Y ahí, se suelen quedar. Apenas aparecen durante todo el año, precisamente por ese lugar, donde se origina la razón del por qué de estas efemérides, que por el comportamiento de “algunos”, parecen más un espectáculo, que una síntesis, más allá del tiempo y de las dudas que este suele originar.

A partir de este encuentro, asistió en varias ocasiones –a requerimientos míos- a esas entrevistas en radio, que yo solía hacer y que algunos timoratos consideraban, “una forma más de volver loca a la gente”. No sé, si lo decían llevados por el entusiasmo que ellas pudieran crear, o por la falta de conocimiento y atención, que tuvieran, en querer entenderlas. En realidad, nunca me preocupé en averiguarlo.

Más tarde en Málaga, cuando había dejado la vicaría melillense, siendo trasladado a la vecina capital, nos vimos en varias ocasiones, ya que ejercía como –no sé de qué- con las Hermanitas de los Pobres. Una tarde en el café Lepanto, charlando le pregunté: Pepe, ¿tú crees que los pobres son los hijos bastardos de los ricos?…¿O son el armazón y cimientos de un Estado Totalitarios, que los mantiene y publicitan, para seguir justificado sus ingresos y su poder?… Me miró con su mirada de niño de pueblo algo miope, y me dijo: “No sé lo que serán. Sólo sé que están. Y ahí, es donde yo estoy”.

El otro día me enteré que había muerto. Que vamos a hacer. También se muere el mar, como dice Lorca. Y sin embargo, no para de mandar olas a la orilla…Aunque creo, que gozaba de buena amistad, con UNO, que supo vencer a la muerte. Así, que no hay problemas. Espero, que cuando me “llamen a mí”, Pepe y su AMIGO, me echen una mano. Pues bastante la necesito.

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