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Dolorosa separación de una madre y su hijo de 3 años a su llegada de Argelia

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En cuanto pisó Melilla fue separada de su hijo de tres años. La mujer, de origen argelino y embarazada de dos meses, fue llevada a los calabozos por entrar a la ciudad con un pasaporte falso. Dos días después, cuando fue puesta en libertad, acudió a la Gota de Leche para volver a reunirse con su hijo, pero no le dejaron llevárselo. Tampoco le permitieron verlo. Según el procedimiento, tiene que acreditar ser familiar del menor. Ayer se realizaron las pruebas del ADN y aún tienen que esperar a que salgan los resultados. No obstante, la mujer está viviendo un auténtico calvario por el miedo que tiene a no recuperarlo y no volver a verlo. “Presiento que he perdido a mi niño”, dice Hizia entre lágrimas. La madre de origen argelino y su pequeño de tres años llegaron a Melilla el pasado sábado. La mujer, embarazada de dos meses, intentó pasar usando un pasaporte falso. Nada más pisar la ciudad la ingresaron en el calabozo y la separaron de su hijo, que desde entonces permanece en la Gota de Leche.
Después de dos días encerrada en dependencias policiales, Hizia fue puesta en libertad. Lo primero que hizo fue acudir al centro asistencial para recoger a su pequeño. No le dejaron llevárselo. La razón: tiene que acreditar que es su madre. Tampoco le permiten verlo. Desde entonces, la mujer ha pasado buena parte de los días esperando a las puertas del centro de menores, preguntando por su hijo. “Lo único que me responde todo el mundo es que no saben nada”, explica visiblemente nerviosa.
Ayer se volvieron a encontrar la madre y el hijo, después de cinco días separados. Fue en una de las dependencias de la Ciudad, donde se les practicó la prueba de ADN. Hasta que no salgan los resultados, no podrán verse de nuevo. Según le trasladaron a la mujer, estas pruebas pueden llegar a tardar entre 10 y 30 días. Tras la emoción del reencuentro, las lágrimas de la despedida. El crío lloraba desconsolado y se aferraba a su madre, que le abrazaba e intentaba calmar, a pesar de estar rota de dolor.
Hizia teme que no le dejen volver a ver a su pequeño. Según admite, tiene miedo a que lo entreguen en adopción a otra familia. “Añoro estar con él y abrazarlo”, dice entre sollozos. La mujer, además, se encuentra muy preocupada por cómo puede estar viviendo su hijo de tres años esta traumática separación. “Me da pena, él no entiende lo que pasa”, expone.
Desde que le separaron de su hijo, Hizia ha perdido el apetito y apenas puede dormir. “En lo único en lo que pienso es en volver a estar con él”, afirma la mujer encinta.

En busca de protección
Esta madre quería huir a toda costa de la pobreza extrema en la que sobrevivía con su pequeño en Orán. “Quería que nos protegieran. En Argelia hay muchas mafias y agresiones”, relata. Además, tampoco tenían estabilidad ni una casa en la que vivir. Todas estas razones le llevaron a exiliarse de su país de origen. Durante siete días, la mujer y el niño han estado desplazándose en autobús, en taxi y a pie. Y cuando por fin llegaron a Melilla, lejos de encontrar la paz que esperaban, comenzaron una nueva pesadilla.
Este diario intentó ponerse en contacto con el responsable de la Consejería de Bienestar Social, Daniel Ventura, sin éxito alguno.

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Irene Quirante

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