Phumzile Mlambo-Ngcuka, Directora Ejecutiva de ONU Mujeres, con ocasión del Día Internacional de la Mujer, 8 de marzo de 2017, advierte de que en todo el mundo demasiadas mujeres y niñas dedican más del doble de tiempo que los hombres y los niños a las responsabilidades del hogar (cuidan a sus hermanas y hermanos más jóvenes, a sus familiares ancianos, a los enfermos de la familia, y realizan las labores del hogar). Este es el mundo inmutable del trabajo sin recompensa, una escena familiar de futuros desolados en todo el mundo; las niñas y sus madres sostienen a la familia con trabajo sin paga y su trayectoria de vida es muy distinta de la de los hombres del hogar.
Para garantizar que el mundo laboral beneficie a todas las mujeres, Naciones Unidas ha considerado que el tema central del Día Internacional de la Mujer para este año sea “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030”.
Hablar del Día Internacional de la Mujer es hablar de nuestra historia como ciudadanas de primera. Es hablar de celebración, de logro, pero de una celebración que comenzó con un estallido de muerte de 146 mujeres que fallecieron calcinadas. Mujeres trabajadoras que murieron defendiendo sus derechos en 1908, luchando por la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo. 109 años después, al hablar de Mujer, debemos hacerlo con voces recientes, de la necesidad de empoderamiento (aumento de participación de las mujeres en procesos de toma de decisiones y acceso al poder), de resiliencia (capacidad para superar a la adversidad y salir fortalecida de ella). Términos nuevos, incluso poco conocidos por muchas mujeres, que indican que todavía debemos recorrer un largo trecho para conseguir una igualdad de pleno derecho.
El Día Internacional de la Mujer debe ser una llamada a la sensibilización, a la concienciación y al cambio; también una celebración de los actos de valor y determinación tomados por las mujeres corrientes que han tenido un papel extraordinario en la historia de sus países y comunidades.
Pero aún celebrándolo, no podemos olvidar que actualmente solo el 18% de los títulos de grado en ciencias de la tecnología informática corresponden a mujeres. Tampoco olvidamos que en todo el mundo se necesita un cambio significativo en la educación de las niñas, si han de competir con éxito por los «nuevos empleos» bien remunerados. En la actualidad, las mujeres representan únicamente el 25% de la fuerza laboral de la industria digital. La Unidad de Coordinación contra la Violencia Sobre la Mujer emplaza a que se produzcan cambios; cambios como que los padres se ocupen de la crianza de sus hijos, que las mujeres participen en la formación personal y que las niñas tengan la libertad de crecer en pie de igualdad con los varones. Cambios urgentes si se desea aumentar el número de personas que puede obtener un trabajo decente para todas y todos. Apenas el 50 por ciento de las mujeres en edad de trabajar están representadas en la población activa mundial, frente a un 76 por ciento de los hombres.
Por tanto, sigamos en la lucha, y el reconocimiento, la gratitud y compromiso con las mujeres trabajadoras que, día a día, aportan al desarrollo, muchas veces en difíciles condiciones. Pero no olvidemos a esas otras mujeres que no tienen no solo derechos, ni siquiera existen, que son tratadas como un objeto. Somos nosotras, ciudadanas del primer mundo, las que tenemos que luchar para que se les reconozca, al menos, el derecho a existir.
