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Del cansancio político al sísmico

Lo único destacable es que han transcurrido 87 días, un plazo considerable para que los partidos se pongan de acuerdo, y el resultado es que no han sido capaces ni de sentarse a hablar y por tanto, mucho menos de negociar Comenzaba la semana con las consabidas encuestas de intención de voto, ante la posibilidad cada vez más cercana de una repetición de las elecciones generales que se celebrarían, el próximo 26 de junio, de no llegar las formaciones políticas a un acuerdo que permita la investidura de un nuevo presidente de Gobierno. Y las consultas a la ciudadanía la hacían, la pasada semana, tres de los más importantes rotativos de la nación como son “El País”, “ABC” y “La Razón”. Cada uno con cierta variación en los resultados, pero todos con la característica común de la reducción de votos, y por ende de escaños en el Congreso, para Podemos. Y es que la actitud de la cúpula y del líder del partido de Pablo Iglesias está creando incertidumbres y en algunos casos incluso un cierto temor por sus planteamientos económicos y por su peculiar visión de estado. Una formación que tal como señalaba el Editor Enrique Bohórquez supone un peligro público para el país y una opción inadmisible para Europa.

La encuesta de “El País” auguraba para Podemos una pérdida de 3,5 puntos, mientras en la de “ABC” la formación morada perdería 15 diputados y la del diario “La Razón” le restaba 2 escaños. Pero lo cierto es que en base a los sondeos, el escenario que resultaría de las nuevas elecciones generales, 54 días después de la disolución de las Cortes, sería muy similar al que se produjo el pasado 20 de diciembre, fecha en que el resultado de las urnas dejaba el Parlamento más fragmentado de la historia democrática española y enterraba el bipartidismo que hasta entonces protagonizaban los dos grandes partidos políticos españoles PP y PSOE.

De momento, lo único destacable es que han transcurrido 87 días, un plazo considerable para que los partidos se pongan de acuerdo, y el resultado es que no han sido capaces ni de sentarse a hablar y por tanto, mucho menos de negociar. Una actitud que genera ya un cansancio más que justificado entre los españoles, y para que decir lo cansados que, en otro ámbito, se encuentran los melillenses desde aquel terremoto principal de magnitud 6,3, que se registró el pasado 25 de enero y afectó especialmente a Melilla y en el que alrededor de una treintena de personas resultaron heridas, ademas de causar daños cifrados en 12 millones de euros y que, desde entonces, ha provocado más de 1700 réplicas, como la que en la madrugada de ayer se ha sentido en Melilla. Un temblor de 5,1 en la escala de Richter según el Instituto Geográfico Nacional, IGN, con epicentro en el Mar de Alborán frente a la costa de la ciudad marroquí de Alhucemas y que el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) ha elevado a un 5,6 de magnitud. Unos seísmos que están mermando en algunos casos el ánimo de los ciudadanos más sensibles a estos movimientos de la corteza terrestre que, como todos, desean que llegue el día en que puedan recordar este período de tiempo por el que atravesamos como un mal sueño ya superado.

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