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El Torreón del Vigía

Circo

O ¡El mayor espectáculo del mundo! dentro de una carpa y también en la política, sobre todo en los últimos tiempos. Al primero lo prohíben en Madrid ante una nueva carmenada, pese a la vinculación histórica con el Price, y al segundo, ellos y otros cooperadores necesarios de todo origen o condición, lo potencian entre besos, sobres, despilfarros, amigos de Maduro, bebes en escaños, desnudos en una capilla, rufianes y descamisados todos. La violencia jamás sobre el ser humano desde la concepción hasta el último adiós pero tampoco hacia el mundo animal del Circo. Este no está sometido ni a vejaciones ni a tratos inapropiados, las inspecciones de un eficaz Seprona de la Guardia Civil o de los veterinarios hacen imposible que estas malas prácticas existan pero aquí de lo que se trata es de pasar a la historia desde el absurdo. Es increíble señora Edil que en lugar de modificar las leyes que ustedes no ven correctas en las Cortes Generales se dediquen a prohibir y en definitiva, como es el caso, a crear más paro. Su medida hará que las caravanas pasen de largo, que los ojos de aquel niño de tercera fila dejen de brillar y que a los payasos les borremos la lagrima pintada de su rostro para que le caiga una salada directa del lagrimal. Manuela está claro que con el no al Circo y con el cutre de lux de sus vallas navideñas en la Gran Vía solucionamos las largas colas que se forman cada mediodía ante conventos madrileños para recibir un plato de comida caliente. Desde el gobierno de Carmena lo justifican en que es necesario contar con una normativa que recoja la “sensibilidad” de la sociedad civil hacia los animales que aseguran “no nacieron para ser enjaulados”. Tampoco nadie nació para morir en soledad como tantos ancianos o para ser esclavos sexuales en calles o polígonos ni tampoco quienes tienen una titulación para engrosar las listas del SPEE o tener que hacer las maletas e irse a otro país. Pero seguro que de eso tiene la culpa la sociedad capitalista. Abra Manuela su puño y sea alcaldesa de todos. ¡Pero cómo me cuesta creer esto!. Carmena en una sociedad de libre mercado como es la española que sean los consumidores los que en taquilla digan si apoyan o no al Circo pero no se metan los poderes públicos en esto mientras se cumpla la normativa vigente como es el caso. Si esta carmenada hubiese ocurrido hace años jamás habría volado sobre las cabezas de nuestros padres el trapecio de Pinito del Oro, ni podríamos haber disfrutado de un pelucón anaranjado, narizota roja y cuadrada, enormes zapatos, una silla y una guitarra o en nuestras tardes de infancia nadie nos habría preguntado ¿Cómo están ustedes?, mientras en el coche de papa cantábamos la gallina turuleca. Me quedo con las buenas formas que nos inculcaron desde aquella televisión pública con Gaby, Fofo, Miliki, y Fofito y aquellos tipos requetefinos, medio chiflaos, casi divinos y desvarataos. Señora Carmena no siga prohibiendo, se puede quedar en el intento

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