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El rincón de Aranda

Cementerio Nacional de Héroes ¿para cuándo? ( I I )

melillahoy.cibeles.net fotos 841 Juan Aranda web

En mi anterior escrito sobre el Cementerio decía yo que mientras estas páginas me lo permitan, les aseguraba que no descansaré hasta que alguna autoridad, desde el Rey hasta el último concejal de Melilla, salga a la palestra y se señale al respecto, porque nuestros Héroes se merecen descansar en un Camposanto, en el que en su frontispicio figure: “Cementerio Nacional de Héroes, Purísima Concepción”. La razón es llana y simple: porque allí se hallan enterrados, los miles de soldados de todas las graduaciones que defendieron la ciudad cuando era atacada por los fronterizos, durante los siglos XV al XX. O sea, que si alguna vez plasmo los nombres de los militares caídos en las murallas, y en los cercanos campos de batallas, es porque los podemos ver publicados en libros, revistas y periódicos de la época, como en la hemeroteca de “El Telegrama del Rif”, que tengo la gran suerte de poseerla. Leyendo, con fruición y deleite, lo que “mi historiador de ojana”, refiere sobre el Cementerio, que le gustaría que todas las voces que gritan muy alto, (los que gritan jamás lo hacen en voz baja), hablando siempre de este lugar, se posicionen con él, y hacer causa común para que los encargados de este lugar no se pasen la pelotita unos a otros. Por lo visto, según él, existen muchas grietas con hierbajos y mucho deslucimiento, de la poquita pintura que le echaron. Pero lo bueno es lo que dice en su peroración final, que no solo son los pabellones (sic) militares los que hay que seguir conservando, que el resto también hicieron grande a Melilla, incluso muchas veces más que los anteriores. Créanme que cada vez que le hago una réplica a este chirle escritor de vodevil, me cuesta un montón de sentimientos. Unos pueden creer que es desazón, con unos gramitos de compasión; será eso, aunque no tengo más remedio que hacer de tripas, corazón. Lo primero que debe tener en cuenta es que los “pabellones” a que se refiere, no son “pabellones”, sino “Panteones”, y si cree que estoy en un error, que se meta en el DRAE. También debe saber que a los militares, por las distintas publicaciones, más o menos, sabemos sus nombres, y destinos que tuvieron, y dónde cayeron, aunque a algunos hay que añadirles a lo de Héroes, el de Mártires, como a los 2.996 que trasladaron desde Monte Arruit a la Purísima. Además si los Panteones de los militares están hechos una bendición de bonitos y esplendorosos, será porque tendrán sus presupuestos, y personal para ello, que se lo están currando muy bien; y además, si habemos algunos, enamorados sentimentalmente de la Historia que ellos representaron, y si de vez en cuando, con nuestro profundo cariño les lanzamos alguna “Corona de Laurel”, junto a la “Palma del Martirio”, pues miel sobre hojuela. Y para que conste, esto lo digo alto y muy claro, más o menos como gritando: ¡¡¿Qué coño le importa a él, y qué tiene que decir de los Panteones militares?, joder!!. Y sobre los civiles, solo hay que darse una vueltecita por los distintos patios, y anotar los nombres y las fechas de los óbitos; y para no hacer el ridículo, trincar un libro de la Historia de nuestra ciudad y empaparse bien. Y apurándome un poco le digo que los particulares, son los familiares los que debieran adecentar los nichos y sepulcros de sus deudos, y no las autoridades municipales; y si le estorba el mamotreto de la “Cruz de los Caídos” que se vaya a la puerta del Ayuntamiento, como hacía antaño recabando firmas para otro menester, o se cuelgue una pancarta reivindicando que retiren “eso” de ahí. Como el espacio en estas páginas es muy valioso, para no extenderme mucho, yo recomiendo a este ínclito, y nunca bien ponderado historiador, de ojana, que antes de intentar, con su absurda “cáustica”, poner de “chupa de dómine”, a alguien que está haciendo bien su trabajo, o al menos lo intenta, piense que ellos lo que desean es que su labor esté a la altura de las circunstancias, los deje trabajar; y pare en sus críticas peyorativas a los currantes del Cementerio, tanto del administrador, de los sepultureros, como del Consejero y su Vice. Y que conste que no conozco a ninguno, ni les debo agradecimiento alguno; pero les digo que en mi próxima visita a la ciudad sí que los saludaré, y felicitaré. Así que desde estas humildes líneas les animo para que su labor no se vea empañada por ninguna crítica negativa, hecha por cualquier zampabollos.

Y ahora, cambiando de tercio, un dato muy curioso, que muchos melillenses ignoran: Según el Acta de la Junta de Arbitrios, el 10 de mayo de 1888, se acordó la compra de sombreros “Salacot”, cuyo coste era de 4 ptas, con objeto de que los usaran los guardias, con un traje adecuado, para los rigores de las estaciones estivales. El comerciante que lo presentó, y fue aprobado, era D. José Salama.

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