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EL rincón de Aranda

Carta desde la Purísima XCIV

Hay un buen amigo, de Barcelona, que ya me ha preguntado varias veces, que cuándo voy a “parar” de escribir estas “Cartas”. Yo siempre le respondo que procuro hacerlo con la capacidad que los lectores puedan observar una prosa singular; y a ser posible con la precisión afinada, y con la sutileza, o agilidad, que siempre procuro acompañarme. Quizás sea también, porque me es más reconfortante cuando escribo sobre nuestros Héroes.

La “Carta” de hoy la escribe un soldado de Infantería, y dice así: “Queridos melillenses, me llamo Domingo Tortosa Linares, y pertenezco al Rgto. Infantería África 68. En los meses de julio y agosto, como cada año nos desplazamos a este Cementerio, muchos compañeros que sufrimos cautiverio en los distintos poblados del Rif, para visitar a los que perdieron la vida; y recuperados sus restos, fueron trasladados a este Panteón, que es donde me encuentro junto a ellos. Tengo a mi lado a Ricardo Amell, Artillero de la 1ª Batería Ligera; a Camilo Hernández, y Amadeo Varela, ambos de la 4ª Cía. de Ceriñola 42, y de Manuel Martínez, de la 2ª, del mismo regimiento. Tengo que decirles que yo salí de Melilla, el 19.07.1921, con destino a Batel, en una compañía formada con personal de “destino”, al mando del Teniente D. Enrique Barceló. En Monte Arruit, donde “milagrosamente” caí prisionero, y no vilmente masacrado, como hicieron con cientos de mis compañeros, después de rendirse, y desarmados, me condujeron a la kábila de Ben-Chelal; más tarde pasé a Zeluán, Nador, y Afsó, hasta mi liberación. Siempre venimos, Rafael Guzmán Cabello, Tomás Pérez Flores, ambos de Infantería Melilla 59; y el Alférez José Guedea Millán, de Ceriñola 42. Tengo que decir que los moros, a los soldados que pertenecían a éste regimiento, les llamaban: “Ceriñolos”. Junto a nosotros se encuentra el único de los trece trompetas, muy malherido, perteneciente a la Banda del Rgto. Alcántara 14 de Caballería, contando a todo el quiera oírlo, que cuando amaneció el 22 de julio, en el patio de la posición de Drius se reunieron todos ellos, con sus trompetas de llave, y en corro, y con todo el sentimiento patrio, tocaron una diana floreada, pero con el clásico toque de la Caballería. Decía que los supervivientes de Annual, que se encontraban allí, se animaron con esa liturgia castrense, llenándoles a todos de la tan añorada esperanza. Escuchando, con todo nuestro cariño, esta “Diana Floreada” de Caballería, desde estas escaleras del Panteón de Héroes, me despido de ustedes con un fuerte abrazo, hasta mi próxima visita, que será el año que viene.”

Dónde mejor que desde estas páginas, a este amigo catalán le digo, que no me importa lo ajada que esté la pluma con la que escribo, mientras mi alma está llena de concepciones, y de los valores necesarios que acumulo en mi pensamiento, que para mí son solamente del ingenio que sale de mi corazón de español y melillense. Más o menos es como el reloj, que hace el trabajo del Sol y de la Luna, y sus agujas peregrinan, dando vueltas, anunciando las horas, y los cuartos; yo intento, con estas humildes “Cartas”, que nuestros Héroes salgan a la luz, y vayamos conociendo a la gran mayoría que cayeron en los campos de batalla, en defensa de nuestra Patria, y por ende de la españolidad de nuestra ciudad, que tan cuestionada se encuentra a veces por unos cuantos malditos “quintacolumnistas”, aplaudidos por la supina ignorancia de muchos con el “síndrome de Estokolmo” que lamentablemente, haberlos, háylos en la ciudad.

Para terminar, desde hace siete años, como una mosca cojonera, no me cansaré de recordar a las autoridades competentes, que la Purísima sea denominado: “Cementerio Nacional de Héroes de España”. Igualmente que el nombre de mi profesor de música, D. Julio Moreno figure en una calle de la ciudad; al igual que Napoleón lo retiren de la Falda de Camellos.

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