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A 16 días del desahucio de una madre y sus cuatro hijos: “Necesitamos alguna solución”

La madre, Samiha, junto a sus cuatro hijos con nacionalidad española de 2, 3, 5 y 8 años

El próximo 17 de mayo se ejecutará el desahucio que dejará a Samiha y sus cuatro hijos sin un techo bajo el que dormir. La familia, que reside desde hace un año en un apartamento de la calle Valencia, desconocía que el padre hubiera dejado de pagar el arrendamiento hacía meses. Según cuenta la madre, su ex marido está «desaparecido» y no le ayuda con los gastos de los hijos que tienen en común, de 2, 3, 5 y 8 años. Samiha, sin trabajo ni permiso de residencia, lamenta que tampoco puede acceder a las ayudas de la Consejería de Bienestar Social por llevar solo un año empadronada en Melilla. Desesperada, suplica alguna solución para que sus niños, con nacionalidad española, puedan seguir estudiando en la ciudad sin que sean separados de ella. Faltan 16 días para que se lleve a cabo la orden de desahucio que dejará a Samiha y sus cuatro hijos en la calle. La madre y los niños, de 2, 3, 5 y 8 años, abandonaron Marruecos hace un año pasa instalarse en una vivienda de la calle Valencia. «Mis hijos tienen nacionalidad española y por nada del mundo quería que se echaran a perder en Marruecos», explica Samiha.
Su ex marido, «desaparecido» desde hace meses, fue quien firmó el contrato del alquiler y, según le dijo a Samiha, dejó pagados los ocho primeros meses del arrendamiento. En realidad, como pudo saber ella con el tiempo, solo pagó tres. Según le trasladó la dueña del piso, dejó de recibir el alquiler en marzo del año pasado.
«Cuando me decidí a venir con mis hijos pensaba que podría encontrar un trabajo, limpiando o cocinando, o de lo que sea», dice la mujer. Pero sus expectativas no se han correspondido con la realidad. Según apunta, el principal problema con el que se encuentra es que no cuenta con el permiso de residencia temporal, el cual le ha sido denegado recientemente por la Delegación del Gobierno. «No puedo trabajar sin papeles», lamenta Samiha.

Sin ayudas sociales
Sin trabajo y con sólo un año de padrón, no puede acceder a las ayudas de la Consejería de Bienestar Social. Para ello tendría que llevar al menos tres años empadronada en Melilla.
“Si no lleva el tiempo de empadronamiento entonces no se puede hacer mucho. Se le podrá dar comedor por el hecho de tener niños”, responde al respecto el consejero, Daniel Ventura. “No obstante, cada caso es único y son los técnicos de Servicios Sociales los que tendrán que evaluar y conocer todos los detalles”, agrega.
Según afirma Samiha, sólo Cruz Roja le ayuda con algo de comida. Sus hermanas, preocupadas por la situación en la que se encuentran la madre y sus hijos, cruzan la frontera cuando pueden para traerles algunos víveres. «Algunas veces solo puedo darles de comer pan y té», admite la madre a la vez que muestra el interior de la nevera, prácticamente vacía. Devastada, cuenta que hay días en los que sus hijos solo pueden llevarse una galleta como merienda para el recreo.
A esta situación, por sí desesperada, se suma que el día 17 ella y sus hijos se quedarán sin un techo bajo el que dormir. «En Bienestar Social me han dicho que ni si quiera podemos ir al albergue, que no pueden hacer nada, que nos volvamos a Marruecos», relata Samiha. La madre asegura que no regresarán al país vecino porque allí sus hijos no podrán tener futuro ni disfrutar de los derechos que les corresponden como españoles. «Necesitamos alguna solución. Yo puedo sufrir, por mí no me importa, pero no pueden dejar a cuatro niños en la calle», suplica.

Los menores
Aunque apenas tiene 8 años, la hija mayor, Noor, sabe que las cosas no van bien. «Me pregunta, me dice que está asustada, que no quiere volver a Marruecos. A veces se despierta gritando… Se nota que no está bien», relata Samiha.
La madre tiene muy claro que quiere que sus hijos sigan estudiando en Melilla, pase lo que pase. Por otro lado, asegura que prefiere “quitarse la vida” antes de que le separen de sus cuatro niños. No quiere ni escuchar hablar sobre la posibilidad de que los menores sean acogidos en uno de los centros asistenciales de la ciudad. «No, no, no, no, no», responde de forma atropellada.
«Ellos tienen que estar con su madre, que soy yo. No voy a dejar que me quiten a mis hijos», asegura Samiha. Aunque la preocupación le mantiene agotada psicológicamente, no pierde la esperanza de encontrar alguna solución que pase por que la familia permanezca unida en Melilla. Como recuerda, solo es una madre buscando la felicidad de sus hijos, “igual que haría cualquier madre”, sea cual sea su nacionalidad.

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Irene Quirante

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