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Zeluán: el desconocido Campo de Concentración en el "Protectorado Español"

La Doctora en Historia Contemporánea, María Elena Fernández, presenta este jueves, 11 de marzo, su libro El campo de concentración de Zeluán, basado en su tesis doctoral. En ella estudia la violencia política y represión durante los años de la guerra civil en la ciudad de Melilla. Para ello, se basa en el primer campo de concentración instaurado el 17 de julio de 1936 en dicho territorio. Este acogió a más de un millar de detenidos entre los que se encontraban una gran cantidad de presos políticos, lo que muestra que funcionó también como cárcel.
María Elena Fernández, reconoce que, a nivel profesional empezó siendo su tesis doctoral, el resultado de diez años de investigación sobre el tema. Sin embargo, a nivel personal, es mucho más. “Es una gran satisfacción ya que tesis doctorales hay muchísimas, pero no todas llegan a publicarse. Entonces, que hayan confiado en mi trabajo y en mí para su publicación, es un orgullo. Muchos escriben su tesis y esta se queda en un cajón años después. Por ello, que hayan decidido publicarla para mí es muy importante”, añade la historiadora.

Además, explica que la innovación de su obra reside en que es la primera vez que se habla en un trabajo serio y científico sobre el campo de concentración de Zeluán. “Este fue el primer campo de concentración de España llevado a cabo por los sublevados, aunque no en territorio español, sino en el protectorado. Este hecho supone el inicio de la represión y la violencia durante la guerra y la posguerra, y duraría hasta principios de 1940”.

Cuando llegó a Melilla, empezó a trabajar en el archivo de la ciudad como técnico. Al ir clasificando información, encontró distintos documentos donde se indicaba y se hablaba de un campo de concentración que existió en la ciudad. “Yo jamás había oído que existiese un campo de concentración cerca de Melilla”. De este modo, empezó a investigar para saber si alguien había escrito algo de ello. Encontró información en la tesis de Vicente Mova sobre las personas que terminaron encarcelados. “Este habla en su trabajo de un grupúsculo de personas, los masones, que son quienes van a parar allí, pero nada más sobre lo que verdaderamente pasaba en aquel lugar”. De este modo, empezó a investigar y prácticamente no había nada escrito. Tampoco en fuentes documentales y bibliográficas, ni siquiera alguna mención a dicho lugar en escritos pertenecientes a otros campos o cárceles de la época.
“No había un fondo documental como tal hasta que lo encontré en el archivo de la ciudad, pero no nos estaba permitido acceder a él a los investigadores, aunque yo tuve la suerte de poder consultarlo porque trabajé también en el archivo militar. Esto me permitió saber los perfiles de todos los que iban allí. También adquirí información histórica o referencias sobre el tiempo de sus condenas. Así fue como empecé a encontrar pequeñas briznas sobre el tema”, explica la autora del libro.

María Elena afirma que, en los diez años de investigación, encontró bastantes trabas para consultar documentos. “Muchos archivos afirman que tienen información, pero que no está clasificada, por lo que es muy difícil que nos dejen acceder a ella. Esa es la lucha que tenemos todos aquellos a los que nos gusta la investigación histórica”.

Además, explica que para saber quien acababa allí condenado tuvo que retroceder a la proclamación de la república en Melilla. “Tuve que remontarme a saber quiénes lucharon por su proclamación, es decir, quienes formaron los sindicatos o los partidos. La razón principal por la que los detenidos acabaron ahí fue por ser republicanos y luchar por una Melilla libertaria”. Esta cuenta que al principio era un campo y que, posteriormente, se combinó su función con la de una cárcel. “Los hombres iban como detenidos y tras el juicio correspondiente, volvían a Zeluán en calidad de encarcelados, cada uno con la condena que se le hubiese asignado”.

En este sentido, la historiadora añade que, aunque no existe una documentación oficial sobre ello, los castigos físicos correspondían a palizas diarias y humillaciones en las que estos tenían que hacer sus necesidades delante de los demás. “Se tiene constancia de que un regular musulmán rompió el codo de un culetazo a un representante del ayuntamiento. Sobre ello, los presos llegaron a hacer una canción y así es como se ha sabido”.

Por otra parte, aunque en un principio encontraron en algunos documentos referencias a tres mujeres, no hay evidencias sobre ello y se cree que serían trasladadas a cárceles de mujeres, por lo que el campo de concentración fue exclusivo de hombres.

Esta deja claro que fue muy difícil encontrar testimonios de familiares de las personas que habían estado allí, por miedo o porque al ser Melilla una ciudad pequeña, la gente sabe todavía hoy quien ha estado detrás de la muerte de sus seres queridos. “Muchos recuerdan que sus abuelos o tíos les contaron lo que allí había sucedido. Cuando hablo con alguien de Melilla que sabe algo siempre me dicen que tengo que convencer a sus familiares (mujeres o hijos de personas fallecidas en el lugar) para que se abran a hablar sobre el tema. La gente no quiere contar o revivir esa situación por el sufrimiento que padecieron en ese momento. Hay que tener en cuenta que fue una etapa muy represiva y con mucha violencia”, explica.

Por ello, para obtener una mayor cantidad de testimonios directos, abrió una página en Facebook para que la gente pudiese contactar con ella y aportar su vivencia. “Todavía hoy me siguen escribiendo sobre todo gente de la Península para contarme la experiencia de sus familiares en dicho lugar”
Esta cuenta que al principio era un campo y posteriormente se combinó su función con la de una cárcel. “Los hombres iban como detenidos y tras el juicio correspondiente, volvían a Zeluán en calidad de encarcelados cada uno con la condena que se le hubiese asignado”
Por último, destaca que el objetivo fundamental de su libro reside en contar una historia paralela a la versión de los “vencedores” del conflicto que es necesario que sea contada.

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Sandra Martínez

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