El suceso que tuvo lugar el martes de madrugada, cuando la Guardia Civil interceptó a 7 menores extranjeros no acompañados (MENA) sobre los tejados del edificios del Mantelete, no es un hecho aislado. Según han denunciado a MELILLA HOY vecinos del barrio, son ya varios meses los que llevan con este problema, a raíz de que se intensificó la vigilancia en Melilla La Vieja con la instalación de una garita de la Guardia Civil en la Cuesta de la Florentina para evitar que estos menores entren en el espaldón del puerto. Aseguran los vecinos que estos jóvenes inmigrantes utilizan un edificio abandonado como refugio, algo que les provoca una sensación de inseguridad en sus propias casas. Se trata del inmueble ubicado en el número 11 de la calle Jardines, un bloque deshabitado desde hace años que se ha convertido en el escondite perfecto para estos menores extranjeros. Perfecto porque siguen estando muy cerca del puerto comercial, que es donde siguen intentando colarse, pero al mismo tiempo cuentan con un techo, están resguardados de las inclemencias meteorológicas. Y lo más importante: pasan desapercibidos para los agentes que custodian la zona.
Los vecinos dicen estar cansados de la situación, por la que ya presentaron hace tiempo una denuncia ante la Jefatura Superior de Policía, al igual que ya han hecho los establecimientos hosteleros de la zona. El martes de madrugada fue “la gota que colmó el vaso” porque los menores se colaron en sus edificios, en los tejados, y algunos vecinos sintieron el temor de que estos chicos pudieran colarse dentro de sus casas utilizando las ventanas como acceso en su huida de los agentes.
Desde que ocurrió este episodio, algunos vecinos duermen con las ventanas cerradas, a pesar del calor que hace en verano. Y desde hace ya un tiempo, muchos son los que salen a la calle intranquilos, a sabiendas de la situación de desesperación que atraviesan muchos de estos menores, que “han tomado la Plaza de los Pescadores, donde controlan la salida y entrada de los vecinos a sus casas”, afirma uno de ellos. Asegura que ya no deja a su hijo salir a jugar a la plazoleta, como hacía antes, porque tiene miedo de que le pueda pasar algo y porque estos chicos utilizan también el monumento de la barca para dormir, hasta el punto de que el pasado mes de mayo tuvieron que actuar los Bomberos ante un conato de incendio.
