La Semana. MH, 23/10/2023
Por: J.B.
Un buen Rey en una encrucijada.
«Todos teníamos la esperanza, en estos comienzos del siglo XXI, de vivir un mundo más pacífico, más estable, más ordenado. Sin embargo, y todos lo lamentamos, no está siendo así», lamentaba el rey en su discurso de entrega de los Premios Princesa de Asturias. El rey de España (el rey de todos nosotros por más que les pese a algunos) expresó su tristeza por un siglo XXI «que nos ha traído el regreso terrible de la guerra, de los conflictos bélicos en su versión más descarnada y brutal; así como del vértigo ante el riesgo de su extensión. Como si las lecciones severas de un pasado no tan lejano hubieran caído en el olvido, proliferan de nuevo los enfrentamientos causando auténticas tragedias de gran magnitud y alcance global, llenas de horror y devastación que ignoran y desprecian la vida, la dignidad y los derechos humanos de millones de personas».
Tenemos un rey porque democráticamente decidimos que seríamos una monarquía parlamentaria
Las economías mundiales están sufriendo los efectos de las guerras y conflictos, pero no son estas las únicas que se resienten: las democracias también sufren en primera persona sus efectos. Su majestad dijo también cosas como: «La sombra se extiende también sobre las democracias, sobre los principios y valores que inspiran y garantizan nuestra convivencia. Su fragilidad es un recordatorio para no caer en la pasividad» o «nuestros galardonados nos han advertido de ello en este mismo escenario y nos han dicho que es preciso defenderlos con firmeza y sin descanso».
Tenemos un rey porque democráticamente decidimos que seríamos una monarquía parlamentaria. Tenemos un buen rey que sabe cual es su papel (sobre todo representativo y no ejecutivo). Parece que la sucesión del rey Felipe estará bien cubierta por la princesa Leonor, que se está formado para ello. Nuestra monarquía no tiene poder (al menos no el que tenían las antiguas monarquías), pero tiene influencia para intentar encauzar a una España perdida en el populismo de Pinocho y Díaz y en el vicio, sin límite, de pedir de los nacionalistas, que se aprovechan de la necesidad enfermiza de Sánchez de seguir en el sillón a toda costa.
La situación de neutralidad del rey, aunque se juegue su puesto y la monarquía que representa, debe acabar
Pero la situación de neutralidad del rey, aunque se juegue su puesto y la monarquía que representa, debe acabar. Debe parar los pies a Pinocho Sánchez y a los nacionalistas (especialmente a los “subiditos” nacionalistas catalanes con Junts a la cabeza) en el tema de la amnistía y el referéndum.
No puede, Don Felipe, hacer, como Sánchez, lo que necesita para mantenerse en el sillón (mirar para otro lado), debe expresar públicamente su repulsa contra una amnistía y un referéndum (no debe, como decía en su discurso, caer en la pasividad) que van a acabar con nuestra democracia y a desmembrar España.
El rey no tiene poder ejecutivo, pero su influencia (que se trasladará a las urnas) debe parar a Pinocho Sánchez antes de que sea demasiado tarde para España.
España es más pobre
Me hizo llegar mi hijo unos datos que deberían tener en cuenta Sánchez y Díaz (una pareja cómica que cada vez recuerda más a Oliver y Hardy) antes de soltar su habitual propaganda en la que nos pintan una España “progresista” que está fenomenal.
Todos, cada vez que salimos a la calle, notamos que somos más pobres
Los españoles tenemos actualmente un poder adquisitivo un poco menor (un 0,7%) que el que teníamos hace 22 años (año 2000). En el periodo 2000 a 2022, tiene 19 países por encima. En el mismo periodo, Francia incrementó su poder adquisitivo en un 7.3%, Alemania en un 15,6%, Portugal en un 17,6%, Irlanda en un 28,8%, Letonia en un 153%, Lituania en un 169%, etc.
Todos, cada vez que salimos a la calle, notamos que somos más pobres. Con los datos antes citados queda demostrado que el calificativo de Pinocho le va como anillo al dedo a Sánchez y su “divertida” amiga Díaz. No deberíamos seguir dejándonos engañar por su tremenda propaganda (la del gobierno Frankenstein) a la hora de ver dónde estamos y, lo que es peor, a dónde nos puede llevar esta pareja con la “ayuda” de Puigdemont, Bildu y compañía. ¡Abramos los ojos!
