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Un cuento de ratas

para gonzalo

Tenía pensado escribir hoy un cuento sobre ratas en España. Estaba Inspirado por Orwell con su granja de cerdos, los Hermanos Grimm con su flautista y Goethe con su Fausto. También, como en cualquier creación literaria, la experiencia vital de los autores les permite ser capaces de imaginar hechos o situaciones.

Empiezo por afirmar que este cuento es totalmente fruto de la imaginación del autor y que cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia. Obviamente las ratas no tienen capacidad para pensar o para hacer propaganda, o cualquier otra de las actividades cognitivas que se le atribuyen en este cuento ¿Acaso alguien piensa que la tienen?

Ese cuento se desarrollaba, hace algunos años, en un país muy lejano de cuyo nombre si me acuerdo. En el país vivían varias especies de animales. Había, por una parte, perros y gatos y, por otra, ratas, buitres, chacales y mofetas. También había algunos animales que eran híbridos entre diferentes especies y que, por lo tanto, compartían las características de las especies que se habían hibridado.

Los perros y los gatos compartían ciertas ideas y, aunque tenían marcadas diferencias entre ellos, estaban unidos por su rechazo total, visceral en algunos casos, a la entente contra natura existente entre ratas, buitres, chacales y mofetas, unión que consideraban despreciable y contraria a los intereses existenciales del país que todos habitaban.

Los perros, siguiendo su instinto, con frecuencia ladraban cuando veían a las ratas o a sus asociados, pero raramente mordían. Las ratas, sabiendo que los perros podrían representar un peligro para ellas y sus aliados -grupo al que denominaron RYSA aunque la observación de sus acciones tan solo causaba repugnancia y dolor entre una mayoría de los habitantes del país- muy hábilmente consiguieron que hubiera un cisma relativo entre perros y gatos, presentando a los perros como una especie peligrosa, ante la que había que protegerse y apartar de la vida pública. Como ya hemos escrito, esa calificación era incorrecta -perro ladrador poco mordedor- pero “una mentira repetida muchas veces pasa a ser una verdad”, dijo Goebbels, quien también afirmó: “miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá.”

Los gatos, por su parte, aunque eran la mayoría de los habitantes, preferían dormitar plácidamente, sin involucrarse en acción alguna que les impidiera seguir en su confortable situación. Tan solo cuando eran atacados directamente en sus intereses personales, que no de grupo, cuando alguna acción de los componentes de RYSA les impedía seguir disfrutando de su molicie, entonces maullaban, pero tampoco muy fuerte o durante mucho rato. Prácticamente nunca sacaban las uñas o enseñaban los dientes, dejando esa incómoda actividad para los perros.

Había híbridos entre perros y gatos pero, al ser en ese país los genotipos felinos dominantes, (genotipos son el total de la información genética albergada en las células de un ser vivo) (para dominantes, véase Mendel) los híbridos tendían con mucha frecuencia a comportarse como gatos.

En cuanto a las ratas, que constituían el segundo grupo en número de habitantes, eran las más agresivas y realizaban las acciones que fueran necesarias pero sobrevivir y para medrar, por muy repugnantes que esas acciones fueran. Tragaban cuanta basura fuera necesaria, mentían, se aliaban con los habitantes más repulsivos, hacían todo lo que fuera necesario, absolutamente todo. La rata que dirigía a todas las demás era el ejemplo perfecto de la ‘categoría rata’, ya que llevaba sus deleznables características al extremo. Una característica peculiar de la rata dirigente era que, cuando se miraba al espejo, se observaba como de gran belleza, siendo tan extraordinaria su capacidad de mentir y engañar que conseguía engañarse a sí misma. La rata principal tenía también la facultad de afirmar sucesivamente una cosa y la contraria, en ambos casos sin que se le torciera el gesto o se ruborizara ante su desfachatez.

Las otras ratas seguían, sin dudar y sin pensar, el ejemplo de la rata principal, acatando todas y cada una de sus decisiones como si hubieran sido inspiradas por la sabiduría suprema, aunque obviamente lo hubieran sido por la desvergüenza suprema. Estaban, en algunos casos, llevadas por el mismo interés que el de la rata dirigente, medrar y sobrevivir. En muchos otros casos eran un ejemplo perfecto de lo que se había dado en llamar ‘tontos útiles’ (se refiere a quienes colaboran involuntariamente con los intereses creados de terceros, quienes mantienen un sistema que no les beneficia).

Los chacales, parte del grupo RYSA, eran conocidos por atacar a traición a otros animales que estuvieran indefensos, fueran perros o gatos y, en contadas ocasiones, incluso habían atacado a las ratas, aunque ello ocurriera antes de que se aliaran con ellas. Alegaban para ello que sus supuestos derechos no habían sido suficientemente reconocidos y, por ello, se consideraban justificados para acabar con el derecho más preciado, el derecho a la vida, siempre claro que fuera la de los demás.

En cuanto a los buitres, también parte del grupo RYSA, en general no mataban por si mismos, pero tenían una capacidad inacabable para obtener sustento y beneficio de cualquier situación que se presentara, llegando incluso a doblegar a la rata dirigente, quien por otra parte lo hacía gustoso siempre que garantizara su posición de privilegio, obteniendo de ella favores y cesiones que excedían lo que marcaban las leyes del país y los deseos de la mayoría de sus habitantes.

Como en el caso de los perros y los gatos, también dentro del grupo RYSA existían híbridos. Una característica común de los híbridos era su ofuscación, su incapacidad para pensar por sí mismos, provocada por las hábiles campañas propagandísticas realizadas por la rata dirigente y sus aliados más importantes. Con mucha frecuencia la hibridación se producía con mofetas, lo que ocasionaba en los híbridos una pestilencia inaguantable, de la que ellos no se percataban.

Afirmé al principio que no iba a escribir hoy el cuento, ya que las noticias publicadas en la prensa sobre el futuro previsible de España eran lo suficientemente aterradoras como para desanimar al más animoso. Y no lo he hecho, tan solo he explicado de qué iba a tratarse el cuento que iba a escribir, fruto de la fértil imaginación del autor y, por tanto, es preciso afirmar que cualquier parecido con hechos pasados, presentes o futuros, sería simple coincidencia.

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Gonzalo Fernández

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