No corren buenos tiempos para los políticos socialistas. Al menos, para una parte de ellos, que no quieren ver a los periodistas ni en pintura, seguramente para evitar preguntas sobre temas incómodos, que en estas fechas son unos cuantos. Que se lo digan a la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, probablemente la más huidiza de sus compañeros cuando se trata de ponerse ante las cámaras y los micrófonos. Sobre todo, cuando pintan bastos, como ahora.
Los melillenses la siguen viendo gracias a los mensajes prefabricados que salen de su gabinete, pero esa forma de rendir cuentas ante la opinión pública tiene trampa, porque se hurta a los periodistas la posibilidad de preguntar sobre los temas del momento y que de verdad interesan a los melillenses, como la inmigración irregular o la residencia de mayores, por poner sólo dos ejemplos de rabiosa actualidad.
Dicho de otra manera: la delegada se asegura mantener un escaparate mediático pero con el mensaje positivo que quiere que aparezca de cara a la ciudadanía. Todo para la prensa, pero sin la prensa. Y olvida que tiene un cargo público de gran importancia que requiere cumplir con el derecho a la información de los ciudadanos. Pero información de verdad, no propaganda, marketing o medias verdades con las que colar un mensaje interesado.
Estas tácticas de comunicación, muy cercanas a las comparecencias sin preguntas y al famoso y criticado plasma de Rajoy, privan a los medios de comunicación de hacer su trabajo como crean conveniente. Juzguen ustedes si estas lentejas no son una forma moderna de censura, cada vez más extendida entre los socialistas y otros partidos que empiezan a copiar el modelo. Sólo así se explican las visitas sin avisos ni convocatorias, o que la semana pasada viajara a Melilla un diputado y dirigente nacional del PSOE que no convocó a la prensa, pero sí se acordó de ella para colarle un par de mensajes de autobombo. O que hace poco viniera la ministra portavoz Isabel Rodríguez y no reservara ni cinco minutos para que los periodistas le pudieran preguntar. ¿De qué huyen los políticos que no quieren hacer declaraciones si su gestión es tan positiva (según ellos)? Ellos mismos se delatan porque probablemente no es todo oro lo que reluce.
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