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La Carta del Editor

Sobre el desarrollo económico de Melilla y la ampliación del Puerto

melillahoy.cibeles.net fotos 1746 pagina 3

"Miguel Marín tiene razón cuando dice que la ampliación del Puerto es un proyecto "imprescindible" para Melilla. Lo es, sin duda alguna, y sería muy conveniente, para todos los melillenses, que casi todos contribuyan, en la medida de sus posibilidades, con su apoyo moral, a que el proyecto se convierta en realidad y Melilla tenga el pulmón geográfico y económico que imperiosa e imprescindiblemente necesita" Ordenando mi biblioteca reencuentro un libro que me regaló el catedrático malagueño Manuel J. Peláez, un compendio de artículos sobre la historia del pensamiento político, la filosofía moral y la ética, que él dirigió y que publicó en 1988 la Universidad de Barcelona. Como el profesor Peláez escribe en el libro y transcribo literalmente, "En la primavera melillense del 87 y organizado por el grupo Melilla 2000 y la asociación de Estudios Hispano-Africanos, tuvieron lugar unas jornadas de reflexión en las que se abordaron, por un grupo de intelectuales y hombres inquietos, los aspectos jurídicos, sociales y político-económicos que afectarán a la Melilla del futuro…De entre las treinta intervenciones que se desarrollaron queremos destacar la ponencia de Enrique Bohórquez López-Dóriga, quien disertó sobre 'La necesidad para la ciudad de una Sociedad de Desarrollo: SODEME´. Coincide el profesor Bohórquez con los planteamientos de otros profesionales melillenses sobre la conveniencia de cambiar el esquema económico tradicional, que se encuentra agotado, y en la necesidad de encontrar soluciones alternativas para diseñar un nuevo modelo económico. El Sr. Bohórquez estudió la creación de sociedades para el desarrollo en distintas comunidades autónomas y su posible implantación en Melilla. La sociedad para el desarrollo habría de tomar la forma jurídica de una Sociedad Anónima y funcionaría como una sociedad de capital riesgo, participando en otras sociedades, actuando como un observatorio económico de la ciudad, tratando de vender la imagen y la marca de Melilla. Las funciones de SODEME podrían ser -a juicio del profesor Bohórquez López-Dóriga, quizás el político más preparado con el que cuenta Melilla en estos momentos- las siguientes: 1º) Actualizar la estructura económica de la ciudad; 2º) Realizar estudios de mercados y análisis de viabilidad de proyectos económicos diversos, fundamentalmente de aquellos que tengan un efecto multiplicador importante sobre la economía general de la ciudad y sobre la creación de puestos de trabajo; 3º) Promover y gestionar la creación de nuevas actividades empresariales en Melilla; 4º) Invertir, cuando sea conveniente, en esos proyectos previamente investigados y posteriormente promovidos y, quizás, gestionados".
"El editor Bohórquez considera (continúo transcribiendo literalmente del libro) que la riqueza de un pueblo está en su gente, no en la mayor o menor existencia de riquezas naturales, y que la eficacia en economía se alcanza con imaginación y, después, con método. La creación de una sociedad para el desarrollo de Melilla es un instrumento indispensable para alcanzar el desarrollo económico de una Melilla que, desde ese ángulo, carece actualmente de un rumbo claro. La referencia de Hong-Kong, Macao, Gibraltar y Andorra está cerca, pero no resulta tan fácil aproximarse a esos modelos económicos. Bastaría con la voluntad decidida de intentarlo y con el rigor necesario para que lo lleven a cabo personas preparadas para hacerlo, en un clima de colaboración, comprensión y construcción optimista de una Melilla mejor en el futuro".

Todo eso dije, como bien recogió el Dr. Peláez, en la primavera del año 1987, dos años después del nacimiento del MELILLA HOY. Eso pensaba entonces y sigo pensando ahora, casi treinta años después. Lo que pasa es que los hechos no han transcurrido, en general, por el camino que proponía. De la sociedad privada SODEME se ha pasado a la sociedad pública Promesa que, además, fue gerenciada durante muchos años por alguien que, si se hubieran descrito cuales eran las características básicas que alguien no debería de tener para dirigir una sociedad de desarrollo, no hubiera aparecido alguien tan adecuado como el que fue elegido, alguien tan adecuado para hacerlo tan extraordinariamente mal, para utilizar tan desastrosamente y tan mal tanto dinero público, para desanimar tanto a los emprendedores, para poner dificultades a los creativos, para aburrir y desalentar a cualquier inversor. Sociedad pública y desarrollo son dos conceptos casi antitéticos, contrarios, porque el desarrollo implica cambio y admisión de riesgo, mientras que la administración -muy útil para colocar a los que electoralmente convienen, vía sus familiares y amigos- implica todo lo contrario, o sea, implica que, como los hechos demuestran en todo el mundo y muy especialmente en Melilla, y a pesar de la posible valía de las personas que dirijan la sociedad pública Promesa (el nombre no es demasiado acertado, por cierto), lo que no puede ser -una sociedad pública impulsora de la imaginación y el riesgo- no puede ser y, además, es imposible, como decía El Guerra (el torero, no el político).

Sobre el juicio que el Dr. Peláez escibió, el de que yo era "quizás el político mejor preparado de Melilla en estos momentos", en 1987, se lo agradezco, pero es evidente que yo no me dediqué nunca al ejercicio de la política y que, en lo que a Melilla se refiere, aposté por un cambio político, porque lo que había era claramente muy malo, y aposté por nuevas figuras, una de las cuales llegó a ser alcalde y posteriormente el primer presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla. Ahora, con el transcurrir de los años y la constancia de los hechos, me doy cuenta de que me pasé con mi concepto de la amistad, que debía de haber sido menos desprendido y que, quizás, debería de haber dado ya entonces mi paso a la política. Ahora pienso que, tal y como está España, tal y como está Melilla, a pesar (o precisamente por eso) de lo duro que es hoy dedicarse a la política, quizás es el momento, moralmente necesario, de dar ese paso que nunca antes quise dar, y asumir unos riesgos que no quise afrontar.

Posdata. Un riesgo es afrontar y empecinarse en la ampliación de Puerto de Melilla, algo en lo que ahora está inmerso el presidente de la Autoridad Portuario local, Miguel Marín, como dejó claro en la conferencia, muy bien preparada, que pronunció el pasado miércoles en el Club Marítimo, organizada por el Foro Melilla, que yo presido. Un riesgo que implica la inevitable existencia de detractores, algo que, especialmente en estos tiempos, hay que afrontar sin miedo y sin desaliento, como Marín, en este caso, lo está haciendo. Él tiene razón cuando dice que la ampliación del Puerto es un proyecto "imprescindible" para Melilla. Lo es, sin duda alguna, y sería muy conveniente, para todos los melillenses, que casi todos (todos no, porque habiendo gente como el piticlín, por citar uno sólo de los más nefastos ejemplos destructivos, eso es imposible) contribuyan, en la medida de sus posibilidades, con su apoyo moral, a que el proyecto se convierta en realidad y Melilla tenga el pulmón geográfico y económico que imperiosa e imprescindiblemente necesita.

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