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Reflexiones sobre la Guerra en Ucrania. Slava Ukraini

para gonzalo

De nuevo se comprueba que el tiempo durante el que se puede mantener la atención de los medios de comunicación se mide en días, no en meses. La información sobre la guerra en Ucrania, tan dura, tan sangrienta, pero también tan importante para el balance geopolítico mundial, ha quedado enterrada por la ahora existente sobre otra guerra, la de Gaza, también dura y sangrienta, también importante a nivel mundial, pero mucho más “sexy”, más vendible, ya que buena parte de la opinión pública internacional tiene un favorito claro, Hamás y los palestinos de Gaza. Inclinarse claramente en contra de Rusia, por el contrario, no resulta tan atractivo para las izquierdas, maestras en la manipulación de la información, y tampoco para sus seguidores mal informados y buenistas.

Nos preguntábamos, hace una semana, si los muertos de un bando, en la guerra de Gaza, eran más importantes que los del otro. Para Israel, está claro, sus muertos son más importantes que para Hamás lo son los muertos civiles palestinos, ya que de otra forma Hamás no hubiera ‘cambiado’ los mil cuatrocientos israelíes que ellos mataron inicialmente por los mucho más numerosos palestinos que, ellos sin duda sabían, iba a causar la respuesta israelí. Por el contrario, cada muerto palestino es un victoria para Hamás, aunque claramente no lo es para el pueblo palestino, rehén de los terroristas.

En el caso de la guerra en Ucrania, para el gobierno ucraniano sus muertos son mucho más importantes que lo son los rusos para el suyo. Ello explica, parcialmente, el fracaso de la ofensiva ucraniana, ya que la profundidad de las defensas rusas no permitía mantener el ataque sin sacrificar las vidas de un alto número de soldados. Para el gobierno ruso, sus muertos no son tan importantes.

Hay que preguntarse por qué las defensas rusas son ahora tan difíciles de atacar. La razón es muy simple: los países occidentales, incluyendo a Estados Unidos, le han proporcionado a Ucrania material de guerra generalmente viejo, en ocasiones poco adaptado al tipo de conflicto existente, o muy escaso cuando el material era el adecuado. Y aún peor, por miedo a Rusia, le han negado material absolutamente necesario en una guerra convencional moderna, como es el caso de la aviación, o le han proporcionado otro material, como misiles de precisión, en pequeñas cantidades, muy tarde y con limitaciones sobre su uso. Le han pedido a Ucrania que luchara contra un enemigo superior en medios y en personal, con una mano atada a la espalda, una espada roma en la otra, y luego se han lamentado de que su ofensiva fracasara.

Específicamente, algunos de los materiales que Occidente ha enviado no eran adecuados para el entorno de combate -por ejemplo, los vehículos todo terreno Humvees estadounidenses, útiles tan solo en un conflicto de baja intensidad- o en el caso de los tanques y vehículos de defensa antiaérea, eran generalmente modelos ya desechados en los países de origen, sacados de los almacenes y adaptados mínimamente para ser enviados a Ucrania. Y ninguna aviación.

También es importante señalar que, desde la fase de planeamiento de la ofensiva, se habían producido desacuerdos entre el alto mando ucraniano y los países que lo apoyan, principalmente los de Estados Unidos. En una base de la OTAN en Wiesbaden, Alemania, oficiales ucranianos, estadounidenses y británicos llevaron a cabo ocho grandes ‘juegos de guerra’ para generar un plan de campaña -es de resaltar que los mejores juegos de guerra no pueden simular con exactitud la realidad de los combates, dada la incertidumbre que representan los muchos miles de variables que se producen sobre el terreno. En esos planeamientos, Estados Unidos no supo predecir hasta qué punto las fuerzas ucranianas podrían transformarse en una fuerza de combate al estilo occidental en un período de tiempo tan corto, especialmente sin darle a Kiev el poder aéreo imprescindible para los ejércitos modernos.

Por ello, los estadounidenses y ucranianos discreparon fuertemente en ocasiones sobre la estrategia, las tácticas y el tiempo. El Pentágono quería que el asalto comenzara a mediados de abril, para evitar que Rusia siguiera reforzando sus líneas, pero los ucranianos dudaron, insistiendo en que no estaban listos sin que se les proporcionaran armas y entrenamiento adicionales. Las simulaciones concluyeron que las fuerzas de Kiev, en el mejor de los casos, podrían llegar al mar de Azov y cortar las líneas rusas en el sur en 60 a 90 días. Por su parte, la comunidad de inteligencia de EE.UU. tenía una visión más pesimista que el ejército de EE.UU., evaluando que la ofensiva tenía solo un 50 por ciento de posibilidades de éxito, dadas las sólidas defensas en profundidad que Rusia había construido durante el invierno y la primavera. Iniciar una ofensiva confiando en que se va a producir ‘el mejor de los casos’ es, simplemente, inadmisible. Y la carencia de aviación es tan importante actualmente que ninguna ofensiva de importancia debe iniciarse sin tener, como mínimo, equilibrio aéreo pero, preferiblemente, superioridad aérea. Las últimas actuaciones del ejército de los Estados Unidos se han producido con supremacía aérea, control total de los cielos.

Muchos en Ucrania y Occidente subestimaron la capacidad de Rusia para recuperarse de los desastres anteriormente sufridos en el campo de batalla y explotar sus fortalezas perennes: mano de obra, masas de artillería y de minas y la voluntad de sacrificar vidas a una escala que pocos otros países pueden tolerar. A medida que se acercaba el esperado lanzamiento de la ofensiva, los oficiales ucranianos temían sufrir pérdidas catastróficas, mientras que los estadounidenses creían que el número de víctimas sería mayor si no se producía un asalto decisivo. Los ejercicios pronosticaron una lucha difícil y sangrienta, con pérdidas de soldados y equipos de entre el 30 y el 40 por ciento, según funcionarios estadounidenses. Eso era demasiado para los ucranianos.

En los primeros días de la ofensiva, el secretario de defensa de los Estados Unidos, Austin, le preguntó al ministro de Defensa ucraniano, Oleksii Reznikov, por qué sus fuerzas no estaban utilizando a su máxima capacidad los escasos equipos de remoción de minas suministrados por Occidente para permitir un asalto mecanizado más grande. Reznikov le señaló que los vehículos blindados de Ucrania estaban siendo destruidos por helicópteros, drones y artillería rusos. Sin apoyo aéreo, dijo, la única opción era usar artillería para bombardear las líneas rusas, desmontar de los vehículos y proceder a pie, e incluso esa opción estaba limitada por la cantidad de proyectiles disponible. Por qué Estados Unidos pensó que era posible una ofensiva sin superioridad aérea, contra un enemigo numeroso, bien dotado y protegido tras múltiples zonas de campos de minas, no tiene explicación. O por qué el 30 o 40 por ciento de bajas ucranianas era admisible, cuando para cualquier país occidental jamás lo sería.

Como conclusión, es preciso enfatizar que Ucrania nos está haciendo un gran favor a todos, al luchar contra los rusos. Si no lo hacían, tarde o temprano tendríamos que hacerlo nosotros mismos, lo que significa que, en lugar de los ucranianos, los soldados estadounidenses o europeos tendrían que morir en el campo de batalla.

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Gonzalo Fernández

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