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Historia

Recordando a los soldados fallecidos en el Cementerio de la Purísima Concepción (I)

melillahoy.cibeles.net fotos 1380 Cementerio

Quien honra a sus héroes se honra a sí mismo
Rafael Fernández de Castro y Pedrera
Cronista Oficial de Melilla

Todos los años, el día de la festividad de los Fieles Difuntos, la Comandancia General de Melilla recuerda a los compañeros fallecidos. El cementerio de la Purísima Concepción, nuestro camposanto ya centenario se viste de gala para acoger a todo aquel que le visita, que se adentra en la necrópolis en la que duermen el sueño eterno tantos y tantos “héroes anónimos”, desde el soldado Fernando Bueno Espinosa, fallecido en 1892 hasta el último de nuestros soldados muerto en acto de servicio.
Es cierto que cada vez son más los melillenses que se acercan a participar en este postrer homenaje que se celebra en noviembre en el Panteón de Héroes, bajo la atenta mirada de la Diosa Niké, o el “Ángel” como es conocida popularmente dicha escultura.

Muchos son también los que visitan las dos grandes fosas que flanquean la entrada a este mausoleo, en la que se recogen restos de militares fallecidos. “Las Ánimas”, como aquí se las denomina son testigos mudos de las plegarias y rezos de quienes piden su intercesión para alcanzar algún favor. Flores, velas, oraciones en papel mezcladas con lágrimas son los exvotos, junto con imágenes o rosarios que se depositan en las cabeceras de ambos lugares. Dos grandes cruces de flores dan color a estas pequeñas parcelas tan llenas de historias que nunca podremos saberr por desconocer quienes son los que allí están.

Este pueblo no olvida, ni quiere olvidar lo que un día todos ellos hicieron. Gente que en agradecimiento se acerca a los lugares donde sus cuerpos reposan, dentro de los panteones y parcelas o bien en tumbas individuales. Compañeros que durante días enlucen los monumentos funerarios que guardan a los que se fueron víctimas de la guerra.

Aunque la gran mayoría de sus familiares nunca pudieron viajar hasta esta Ciudad para depositar una flor o rezarles, deben saber que siempre hay una persona que de forma altruista lo hace.
¡Sabed que vuestro sacrificio no fue baldío. Melilla reconoce y agradece tanto valor y patriotismo derrochados!
A buen seguro que siempre, pasen los años que pasen, habrá una persona que se detenga ante vuestra última morada y rece una oración, deposite una flor, o mira al cielo para gritar desde lo más profundo de su corazón:
¡Gracias y mil veces gracias porque hoy puedo estar viviendo en mi tierra!
Desde estas páginas, los autores del presente artículo quieren también contribuir al recuerdo de las personas cuyos restos descansan entre los muros del cementerio de la Purísima Concepción. Para ello se han rescatado de las páginas de El Telegrama del Rif, lo que muchos años atrás otros escribieron sobre ellos. En alguna ocasión se han añadido datos para ampliar la información.

He aquí nuestro pequeño homenaje:

“MUERTOS DIGNOS DE RECUERDO

Con motivo de la secularización del antiguo cementerio de esta Plaza, puede darse el caso, de que vayan a parar a la fosa común, restos de bravos militares que dieron su vida por la patria; hecho que sería tristísimo que ocurriera, y que no dudamos se evitará por sus compañeros de armas.
Uno de los más dignos de recordación por su valor temerario y por las circunstancias especiales en que halló la muerte es el Capitán de Artillería D. Francisco de Lasaleta, que mandando la batería del fuerte del Rosario, recibió un balazo en la frente que le privó de la vida. Este hecho ocurrió el día 26 de 1848.

También existen en dicho cementerio los restos del segundo Comandante, primer Capitán de la tercera compañía disciplinaria, D. Tomás Gomes Guijarro, quién se batió con extraordinario valor y perdió la existencia en la salida que hizo esta guarnición el 22 de Septiembre de 1855.

El 12 de Diciembre del mismo año, falleció a consecuencia de herida de bala, el Capitán del Batallón Disciplinario D. José Jiménez Roca.

También murió en el campo de batalla el 25 de Noviembre de 1855 el Teniente Coronel primer Jefe del mismo batallón D. Isidoro Varela de Leijar.

En la misma acción y al tomar la casa del moro Bucian en Cabrerizas, fue muerto por los rifeños el teniente del Disciplinario D. José Almanrich.

El día 9 de Septiembre de 1856 recibió un balazo que le ocasionó la muerte el Capitán del repetido Batallón Disciplinario D. Antonio Salio y Burnadiego.

El mismo día murieron en el cerro de Santiago, el capitán de dicho cuerpo don José Gálvez y Villanueva y el Subteniente también del Disciplinario, D. Julián Gras y Diaz.

El teniente del Regimiento fijo de Ceuta, D. Francisco Dominguera, en la noche del 5 de Febrero de 1860, salió voluntario del campo, al frente de la compañía de cazadores del fijo de Ceuta, y fue acribillado a balazos, junto a la puerta de San Ramón.

Repetimos lo dicho anteriormente y no dudamos que los restos de esos bravos españoles serán depositados convenientemente en nichos del nuevo cementerio; y trasladados a los mismos con la debida solemnidad; recabándose de la Junta de Arbitrios, la propiedad perpetua para las sepulturas que ocupen dichos cadáveres.”
Siguiendo las Efemérides y Curiosidades del heróico coronel Gabriel de Morales y Mendigutia muerto en acción de guerra en julio de 1921, vemos como aparecen todos los nombres y hechos citados por M. Ferrer en su artículo del 8 de enero de 1904.

Con respecto al primero de ellos, el capitán Lasaleta, (quién realmente falleció el 25 de mayo) decir que hace algún tiempo visitó Melilla un pariente quién tenía muchas ganas de visitar su tumba. Quedó gratamente sorprendido al ver que los restos del heroico capitán de Artillería yacían en el Panteón de Margallo, en tan insigne lugar. Tuvo la amabilidad de aportarnos alguna información sobre él:
Francisco de Paula, Antonio, José María del Carmen, Isidoro, nació en Ciudad Real el 2 de enero de 1819.Era hijo legítimo de Ramón Lassaletta Tomati, brigadier de los Reales Ejércitos y de Josefa Martínez de Bengoa, naturales de Cádiz.

Algunos años después en 1855 ocurrían varios sucesos:
El 22 de septiembre, en una salida realizada moría el comandante Tomás Gómez Quijano y el soldado Eustaquio Recio Hernández, ambos del Batallón de Disciplina, resultando heridos 2 oficiales y 28 de tropa. Pocos días después fallecieron también: Juan Ignacio Echevarría, Leandro Bajo Esteban, Mauricio Herrera Macua, Plácido Moya Rodríguez y Pedro Planes Simón.

Los días 25 y 26 de noviembre, en las salidas que se llevaron a cabo bajo la dirección del general Prim, entonces Capitán General de Granada, fallecieron el teniente coronel Isidoro Varela de Seijas y el teniente José Amariuch Atoche. Ambos del Batallón de Disciplina, capitán mayor del Penal, Rafael Romero Albelda, sargento Francisco Martínez, Antonio Enguri, Juan Visitación, Ramón Torón, Mateo ultra y Ángel Morales, del mismo cuerpo; Gregorio González, Vicente Pascual, José Montiel, Antonio García, Gregorio Hernández, Manuel Merodio, Miguel Olmo, Francisco Baró y Antonio Mogica.

Quedaron heridos 7 oficiales y 47 de tropa, murieron después el capitán José Jiménez Roca, Bernabé Rodríguez, Joaquín Bayo,Jacinto Ambrose y Vicente Millán Bell del Batallón de Disciplina, Francisco Gallardo y José Sánchez Pérez, de Burgos y Pedro Santos Rodríguez. Señalar con tristeza que once de ellos más el teniente coronel Varela, que perdió la vida cerca de la Puerta de Santa Bárbara (donde hoy está la Clínica Militar, antiguo Banco de España), fueron horriblemente mutilados, sus cuerpos abiertos en canal y colgados en estacas. No fueron recuperados hasta el día 29.

El 9 de septiembre de 1856 perdían la vida, los capitanes Antonio Salso y Busnadiego y José Gálvez Villanueva; subteniente José del Gras y Díaz. Los sargentos Francisco Sebastián Díaz, José López Rodríguez y José Muñoz Pérez; cabos y soldados Juan Zambita Salas, José Alejo Istúriz, Andrés Rodríguez Navas,José Gil Trujillo, Pedro Plon Serrano, Antonio Batalla Diego, Joaquín Jordán López, Bernardino Sánchez, Víctor Beltrán, Alfonso Moya y Juan Fernández.

Todos ellos pertenecían a las Compañías Disciplinarias. Además resultaron heridos el brigadier Buceta, 5 oficiales y 63 de tropa. Pocos días después aumentaron la lista de fallecidos: Antonio Badía Lamas y Antonio Centeno Pino.

Gracias a la labor de investigación realizada por el historiador local José Luis Blasco López, tenemos alguna información sobre estas personas:
Tomás Quijano Gómez, era natural de El Ferrol (A Coruña) y estaba casado con Matilde Bernat.

Isidoro Varela de Seijas, era hijo de José y Manuela y estaba soltero.

José Amariuch y Atoche, nacido en Málaga, hijo de José y Francisca; de estado casado.

Cinco años habían transcurrido desde la publicación de este texto, un lustro también desde que fue clausurado el antiguo cementerio de San Carlos, donde con anterioridad habían sido inhumados el capitán Lasaleta, el general García Margallo o el brigadier Manuel Villacampa del Castillo muerto el 12 de febrero de 1889, cumpliendo condena en Melilla procedente de Fernando Poo.

El 9 de julio de 1909 se desencadenó un conflicto bélico con la muerte de varios obreros de la Compañía Española de Minas del Rif, así como miembros de nuestro Ejército, que duraría varios meses. Lo que a priori parecía que no iba a durar mucho más y que se zanjaría con prontitud, supuso un gran despliegue de medios humanos y de material a Melilla y tristemente también la muerte de muchos compatriotas.

Nombres de lugares como Sidi Musa, Sidi Hamed El Hach, Barranco del Lobo, Zoco el Hach, etc, quedaron grabados para siempre en la historia de España. Fueron muchas las familias que perdieron un ser querido en estas inhóspitas tierras africanas. Algunos de estos nombres figuran en nuestro callejero: Ibáñez Marín, General Pintos, Capitán Guiloche, Comandante Royo, Cabo Noval, etc. Otros sólo en los libros de enterramiento del cementerio de la Purísima Concepción y sobre todo en los corazones y en el recuerdo de sus familias que nunca les olvidaron.

El 30 de octubre de 1909, tras dar prácticamente por finalizada la Campaña que había comenzado el día 9 de julio, se publicaba:

“EL DIA DE DIFUNTOS EN MELILLA

Llega la época del año en que las ciudades tranquilas de los muertos son más visitadas, en que las tumbas se adornan e iluminan, y las familias acuden con sus oraciones a los lugares en que reposan los restos de los suyos.

El día de difuntos se acerca, y Melilla irá al Cementerio del Carmen llevando luces y siemprevivas para honrar a los que fueron.

En el camposanto de cada pueblo nótase esos días que, entre unos sepulcros cuidados y vestidos con solícito esmero, hay otros que parecen olvidados, como si no hubiese en el mundo nadie que los recuerde. Son las tumbas de los forasteros, las de los que murieron encontrándose accidentalmente en la población, las de los que sus familias ausentes, no tienen medios de dedicar coronas y luces.

La guerra ha llevado a la Necrópolis del Carmen no pocos muertos, que en su primera fiesta no tendrán manos que derramen flores sobre la madre tierra, aunque no les falte allá, en España, ojos llorosos y corazones doloridos.

Las viudas, los padres, los hijos de los que murieron, quisieran- ¡ya lo creo!- trasladarse a esta plaza el día de difuntos; pero, a menudo, del querer al poder hay gran distancia, que no es fácil salvar.

Muchas familias tendrán amigos a quienes encargar la ofrenda; otras, ni aun eso podrán hacer.

Pues bien; creemos que el vecindario de Melilla es el llamado a la piadosa obra. Los que han muerto con ocasión de la campaña deben ser honrados por los melillenses, y seguramente lo serán.

Toda idea generosa tiene aquí siempre acogida excelente, y, por eso, no dudamos que las víctimas de la guerra tendrán sus flores, tendrán sus luces, cuando no puedan llevarlas ni encenderlas sus familiares, impedidos de llorar sobre la tierra, que guarda los restos de los héroes.”

El mismo día de la festividad de Fieles Difuntos, un poema de S. Rubiano así como un breve relato de cuanto había acontecido en el cementerio:

“FLORES DEL GURUGÚ

I
En otros camposantos
irán hoy los amigos,
los deudos, los parientes,
con flores y con cirios
En nuestro cementerio,
de santa gloria asilo,
habrá muertos sin nombre,
sin flores y sin cirios.

Y en estos campos yermos,
de sangre hispana tintos,
habrá frágiles cruces,
sin flores y sin cirios

II
Yo, a vosotros, ¡oh muertos
y camaradas míos!,
os traigo una corona
de violetas y lirios.

A vosotros, que, austeros,
hicisteis sacrificio
en eras de la Patria,
mis violetas, mis lirios.

A vosotros, que, muertos,
dáis la vida a estos riscos,
mi ofrenda pura y viva
de violetas y lirios.

III

En tanto que de lejos
os rezan vuestros íntimos
y traeros no pueden
sus flores y sus cirios,
de allí… de la hosca sima
que vió vuestro martirio,
os traigo esta corona,
de violetas y lirios,
en lomas y barrancos
del Gurugú nacidos.
……………………………
¡Morísteis como bravos!
¡Bien haya vuestro sino!”

En el Cementerio del Carmen

Homenaje a los soldados
La Junta de Arbitrios había atendido, según dijimos, la excitación dirigida por EL TELEGRAMA DEL RIF al vecindario, y desde muy temprano los jardineros del Parque Hernández, dirijidos por el vocal inspector D. Joaquín López de la Blanca y celador D. José González, comenzaron a decorar las fosas donde yacen las víctimas de la campaña.

El decorado de flores era sencillo y de exquisito gusto. En los medallones se lee:
Las fosas habían sido transformadas en jardines y sobre ellas depositaron coronas, la Colonia Valenciana, el Cuerpo de Artillería, Batallón de Chiclana, Compañía de mar y otros cuerpos.

Una comisión del regimiento de Melilla presidida por su coronel don Miguel Primo de Rivera, depositó en el panteón una magnífica corona de cuyas cintas se lee la siguientes inscripción: .

Responso
A las cuatro, el clero parroquial compuesto por el vicario Sr. Acosta, coadjutor Sr. Belmonte y capellán del Hospital, con cruz alzada, entonó responsos ante las tumbas de las víctimas de la campaña, asistiendo los Excmo. señores Generales Marina y Real, los primeros jefes de la guarnición y del ejército expedicionario, como igualmente el comandante Bouqueró.

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