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En el centenario del asedio a “Tifaruín, El Annual… que se evitó” Capítulo VII (1ª parte)

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En esta campaña quedaron señalados para siempre los días de los defensores de Tifaruín, ocho días en los que la gloria eclipsó a la tragedia.

… El combate del sábado 16…Quien no haya estado nunca en el lugar, se podrá imaginar algo sobre lo abrupto del terreno, pero jamás podrá hacerse una idea de lo verdaderamente difícil que tuvo que resultar moverse por aquellos parajes inhóspitos, llenos de barrancadas, caminos intransitables, siendo secos, con lluvia, inaccesibles tanto para personas, bestias de carga o vehículos de motor, máxime cuando el hostigamiento a nuestras fuerzas se realizaba con artillería pesada capturada a los españoles en 1921. Dificilísimo tuvo que ser para nuestras tropas el poder desenvolverse por aquellos parajes.

Quizás Abdelkrim, esperaba encontrarse en aquellas latitudes el ambiente tórrido de Annual y posiblemente repetir la hazaña de Igueriben, para lo cual emplearon las mismas tácticas: Cuevas, zanjas, pozos de tirador. Pronto las fuerzas españolas se acostumbraron a aquel terreno, que estamos seguros de que los miembros de la Asociación de Estudios Melillenses y los nativos del lugar hemos sido los únicos en volver a pisar desde aquellos cruentos combates y que posiblemente no vuelvan a ser hollados por ningún otro colectivo en mucho tiempo.

Con las primeras claras del domingo día 17, se pusieron simultáneamente en marcha desde sus vivac las tres columnas, avanzando en el más perfecto orden, y con movimientos también combinados, que, barriendo materialmente al numeroso enemigo que en vano trataba de impedir el movimiento de nuestras tropas, bien pronto consiguió liberar la posición de Tifisuin la columna de la izquierda, mientras la de la derecha alcanzaba Afrau. El impulso de ambas columnas, fue apoyado con la intrepidez ya famosa y de todos conocida, de las Banderas de la Legión que iban en la columna del centro, y que quedaron dueños de todos los poblados de Tifisuin en combinación con los Regulares de la columna de la izquierda.

En estos combates destacó de forma brillante, con el arrojo que le era habitual, el capitán del Tercio, Juan San Miguel Rasilla que al frente de sus legionarios de la 11 Compañía, atacó con valentía las trincheras enemigas cayendo gravemente herido.  Había recibido la orden de atacar y posesionarse de varios puntos estratégicos y peligrosos de varios barrancos, en los que el enemigo, atrincherado, había rechazado anteriormente varios ataques. Arengando a su compañía, y al grito de ¡Al asalto! ¡Legionarios, viva la muerte! Se lanzó al frente de ella, consiguiendo con su esfuerzo, energía y sereno valor, que el enemigo retrocediera, alcanzando, no obstante haber sido gravemente herido, el objetivo señalado y arrojando a los rifeños de sus posiciones en impetuosa carga al arma blanca. Evacuado urgentemente a Dar Quebdani, murió horas más tarde.

Por fin, este mismo día, domingo 17 de agosto, se rompió el cerco y se consiguió ahuyentar al enemigo de las alturas inmediatas a las posiciones de Afrau y Tifisuín, consiguiendo la entrada a las fuerzas libertadoras y convoy. El general Sanjurjo con su Cuartel General se situó en la importante posición de Farha, ya que el enemigo estaba a retaguardia entre las posiciones de Afrau y Tifisuín, extendiéndose hasta el morabo de Sidi Hosani, situado en la orilla izquierda del arroyo Tifisuín y próximo a la costa. El avance de las tropas fue auxiliado muy eficazmente por la Aviación, la Artillería de acompañamiento, la de las posiciones, el grupo de obuses de 155, establecido en Kadia, y los cañones de los buques de guerra. En la noche del sábado se vivaqueó cerca de Tifaruín, para el asalto final, que se esperaba hacer al día siguiente. Este campamento fue abastecido por mar, desembarcando tropas y convoyes en las proximidades de la Casa de Sidi Asiel.

Nada más despejarse el camino y entrar el convoy en Afrau y Tifisuín, marchó el general Sanjurjo y su Cuartel General desde Farha a Afrau, siéndole aconsejado que no lo hiciera por el peligroso y «normal» paqueo. El general y sus acompañantes después de estudiar sobre el terreno lo que debía hacerse, embarcaron al atardecer en el “España 5”, trasladándose a Melilla, a la que llegaron a media noche. El vapor “España 5”, también se encargó de abastecer de víveres, agua y municiones a la columna de la derecha. Para el transporte desde el buque a la playa, se utilizaron algunos faluchos de la Compañía de Mar y botes de motor de los buques de guerra. De igual modo operó en este día el vapor “Alerta”. Durante la noche del sábado, el “España 5”, que llevaba a bordo cien camas y el necesario personal sanitario, con el capitán médico Luis Alonso, recogió a bordo algunos heridos de la columna de la derecha. Después se trasladó a Afrau para como hemos relatado anteriormente recoger al Comandante General de Melilla José Sanjurjo.

Otros heridos de la expresada columna, fueron evacuados en artolas, por la pista carretera que aquella había seguido y depositados en camiones del Centro Electrotécnico que los trasladó a Dar Quebdani. Los camiones llegaron a este campamento después de las doce de la noche.

Con objeto de atender debidamente a los heridos e intervenir quirúrgicamente a los más graves se instaló en Dar Quebdani un hospital móvil, bajo la dirección del comandante Fernández Lozano. También para evacuar heridos organizáronse en Tistutin trenes hospitales, uno de los cuales llegó a Melilla a las once de la noche del domingo.

En su retirada, el enemigo dejó crecida cantidad de cadáveres con armamento, teniendo por parte del Ejército 113 bajas, de ellas más de 15 muertos. Después de la alegría por haber liberado Afrau y Tifisuín, se retornaba a la triste realidad de enterrar a los caídos en los combates. El lunes 18 de agosto recibían sepultura, en el cementerio de la Purísima Concepción de Melilla, los cadáveres del capitán del Tercio Juan San Miguel, teniente de la misma Unidad José Nogueras, alféreces del Regimiento de San Fernando, Julio Albandoz y del Regimiento de Melilla, Juan Moráguez y sargento de Regulares de Melilla, Hermógenes Toral Díaz.

Es de destacar la conducta del soldado del Regimiento de Melilla, de guarnición en Afrau, Policarpo Fernández Mendiola, que en medio de la hostilidad del enemigo y del asedio a la posición, salió varias veces de ésta y logró coger una vaca que había sido muerta por el enemigo en las inmediaciones de la posición, de la que se había escapado, y varias veces se entretuvo, bajo el fuego, cortando carne para la alimentación de sus compañeros; hecho que fue recompensado por el Comandante General, quien dispuso se le entregara por lo pronto una buena gratificación.

Destacar también la labor de la segunda compañía del primer grupo de Zapadores de la Comandancia de Ingenieros, que formando parte de la columna de la derecha fueron los que construyeron, en pocas horas, dos desembarcaderos para el aprovisionamiento de las tropas y evacuación de heridos de la columna, y otras tantas pistas que facilitaron el acceso a las mismas. Asimismo la compañía de aguadas, no bien llegó a las posiciones cercadas, se dedicó con gran actividad a la apertura de pozos, reparando los desperfectos causados por los rebeldes en las distintas aguadas. Se comprobó que el número de muertos de la harka rebelde pasó del centenar, alcanzando el de los heridos la cifra de 430. Para reforzar este frente de combate comprendido entre las posiciones de Tifaruín y Afrau, se construyeron numerosos blocaos que fueron bautizados con los nombres de éstos oficiales muertos.

(Continuará)

 

Bibliografía consultada al final del último capítulo

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José Antonio Cano

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