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Atril ciudadano ¿Autoritarismo o torpeza? Antonio Casado

Qué sociedad ésta, que mira para otro lado

No creo que sea el momento adecuado de manifestarme con total libertad.
¡No! Aún es pronto, pero llegará ese día, en el que pueda expresarme sin cautela; pues para ello nos encontramos, en un Estado de Derecho democrático, me digo. Es bueno, a veces, ser políticamente incorrecto y despojarte de aquello que te preocupa, te atormenta o te persigue desde hace muchísimo tiempo.
Las personas, no desean oír malas noticias, y mucho menos escucharte, atenderte y posicionarse, aunque lleves toda la razón del mundo. Es mucho más cómodo, estar al lado de lo convencional, antes que, del desprotegido, que pide clemencia, que grita ¡basta ya!, ¿por qué a mí?,¿hasta cuándo?
¿Cuándo acabará todo este ensañamiento?
No hay más que poner la tele para encontrarte con que, en cualquier canal, lo que predomina es el relato o "la docuserie" del caso del maltrato de Rociíto.

Mi opinión, al respecto, es que confundió el escenario en el que expresarse. Pienso que estas situaciones se resuelven en los juzgados y no en los platós.

No seré yo la que la cuestione, ni a ella ni a otra de tantas mujeres, que pasaron y siguen pasando por una aberración como el maltrato hacia su persona.

Pero una y mil veces me pregunto: ¿dónde queda el acoso Laboral? ¿por qué ni siquiera se menciona? ¿por qué apenas si hay amparo, y se menosprecia una situación tan cotidiana? ¿por qué se mira hacia otro lado? ¿por qué no es escuchado? ¿por qué se omite? ¿por qué es constantemente cuestionado? ¿por qué no es creíble? ¿por qué permiten que siga ocurriendo?
No, no hay puerta a la que llamar; todos son negativas.

Tal vez, es mejor posicionarse entre todos los acosadores y convertirse en uno más de ellos, – es lo más fácil, y también lo más deshonesto-, que apoyar a quienes lo padecen.

Me río, en este caso por lo que a mí respecta; de los mitos consagrados, laureados.

De esa presunta honorabilidad y honradez, de la que tanto presumen; de la caballerosidad (denominación retrógrada, machista y que siempre me sonó fatal) de la que alardean; de la marcialidad, de los valores fraternales e inquebrantables y de ese ardor guerrero del que presumen; del amor y respeto a la mujer.

No, aún no llegó el momento de vomitarlo todo, pero estoy convencida que llegará.

Creo que la Justicia, aunque tardía, siempre vence.

De momento, permítanme, que deje caer estas pinceladas, -a buen entendedor, pocas palabras bastan-.

Ya tendrán tiempo de escucharme, porque después de todo lo sufrido, lo silenciado, llegará el momento de revelar la verdad que muchos han querido enterrar.

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