Acabo de leer que, diez días antes de las elecciones, el gobierno ha publicado la oferta de plazas de empleo público. Se han ofrecido 39.574 plazas, un 15,8 % más que en la OEP de 2022. Si queremos creer en las casualidades o en las coincidencias, hagámoslo. Si preferimos tener un pensamiento lógico, racional, entonces hay que analizar las casualidades -de casual- y tomarlas como lo que son, causalidades -de causas. La pregunta obvia es ¿por qué el gobierno ha esperado a publicarla 10 días antes de las elecciones y aumentando significativamente el tamaño de la oferta? ¿Por qué, como parecería lógico y honesto, no ha esperado a que lo hiciera el gobierno entrante, sea este del signo que sea? No parece que haya mucha casualidad en el momento y el tamaño de la oferta.
Además, como se observa en el gráfico de afiliados en el sector público, el número no ha parado de crecer desde 2014. Como publicaba el editor de este diario, todos estos puestos de trabajo se encuadran en el sector no productivo, no producen riqueza, tan solo la consumen.
También resalta en ese gráfico la enorme proporción de empleo público que utilizan las autonomías. Si el estado se manejara con criterios empresariales de eficiencia, las autonomías desaparecerían en los primeros minutos de una revisión de coste – eficacia.
Dado que, como afirma el dicho popular, ‘el dinero no crece en las plantas’, para consumir riqueza debe haber alguien que la produzca. Las empresas y los autónomos lo hacen, pero en una situación cultural que no prima el esfuerzo y el riesgo, muchas personas prefieran la paga pública segura aunque no se hagan ricos, disminuyendo así el número de posibles productores de riqueza. Eso sí, denostando a los que tomando riesgos y derrochando esfuerzo ganan más dinero que ellos. Si todo va bien, claro, lo que con bastante frecuencia no ocurre.
Me viene a la memoria el antiguo chiste del comunista, por antiguo no menos actual. En una tertulia de bar uno de los patronos comentaba que quería que llegara el comunismo, porque entre lo que el tenía y lo que le tocara del reparto de los demás, su situación económica iba a ser mucho mejor.
Lo mío no se toca, lo de los demás, a repartir. Ese parece ser el criterio empleado al publicar la reciente oferta de empleo público.
El segundo gráfico refleja datos sobre el empleo público a nivel mundial, en países de nuestro entorno geopolítico. También aparece reflejado, con la línea naranja, la renta per cápita en esos mismos países. Vemos como España está a la cabeza, o a la cola según se mire, en el tanto por ciento de empleo público. De entre los países reflejados, tan solo nos supera Grecia, país que no es precisamente un ejemplo de desempeño económico. Singapur, ciudad estado que en alguna ocasión he comparado con Melilla, tiene un 10% de empleo público. Japón, paradigma de la eficacia, aun menos. Estados Unidos, menos del 15% teniendo que soportar al más sofisticado ejército del mundo. Francia, e incluso Venezuela, están por debajo de España en el porcentaje.
También observamos una relación inversa entre el % de empleo público y la renta per cápita: haciendo una simplificación, más empleo público, menos dinero en el bolsillo de los españoles.
El gráfico de Crecimiento Económico entre 2016 y 2022 refleja que tan solo Italia ha crecido menos que España en este período.
El gráfico de deuda pública muestra que, año tras año, la deuda pública ha crecido en España. El dinero que ‘debemos’ cada uno de los españoles en 2022 asciende a 31.263 euros. Si, ha leído bien, Ud. debe a través del estado esa cantidad, que habrá que ir pagando, nosotros y nuestros hijos y nietos.
