Mejor hablar de mi tierra, Melilla, de aquellos años 50 y 60 y de algunas cosas que leo de su actualidad en nuestro querido Melilla Hoy.
Está muy complicado esto de la política y de los políticos tan “chachis” que tenemos, es que no nos lo merecemos, “mirad que se preocupan por nuestro bienestar”.
¡Vamos! Que ni duermen estos salvadores de la patria y de nosotros sus integrantes, y el que no se sienta de esta patria, ya lo dije hace muy poco, ¡Adiós, muy buenas, arrivederchi!
Hoy día 28, al lado de la editorial, muy buena por cierto, diciendo las cosas muy claritas a esos “que parecen justificar veladamente la violencia”. Leo un nuevo escrito referido a nuestro Cementerio de la Purísima, sí, del rojo Juan, dejando muy claro también, que muchos de la izquierda somos tan patriotas o más que muchos o algunos “patrioteros” de la derechona.
Que no, que no, “que no quiero hablar de Rajoy, de Sánchez, de Iglesias, ni de Rovirita”. “Tampoco de Rita, ni de Bárcenas, Granados, Rus, Griñan, Chaves, y la tira de políticos decentes de nuestra España”, y es que los tenemos hasta en el “descafeinado y pan tostado por las mañanitas”, en las judías (habichuelas de toda la vida) o en el cocido al mediodía y hasta en la sopa y un trozo de ternera por la noche, todo ellos con las noticias de las distintas cadenas televisivas. Que con el añadido de las desapariciones, descuartizamientos (los hay cafres y asesinos) y desgracias naturales, ya vamos bien servidos, “pero jodidos”, de sobresalto en sobresalto.
¿Qué está pasando en nuestra ciudad últimamente con tanto choque y atropellos? ¿Por qué coge la gente el coche y no la COA si es que tienen 10 copas de más? Y no digamos ya lo que ocurre en esa barriada tan conflictiva (La Cañada). Donde conviven numerosas familias trabajadoras (bueno, quien tiene la suerte de trabajar) y muy decentes, con otroS que pueden ser considerados suavemente “cafres, pendencieros, alborotadores”, me ahorro otros calificativos más duros, pero es que algunos pueden ser presuntos candidatos a merecerlos. En una democracia hay que imponerse con el diálogo, con los consensos, es un éxito saber dialogar y esos son los mejores logros de la política, derivando luego esos acuerdos a los ciudadanos. Todo esto debería ser un valor añadido ante la estridencia, el desencuentro, el caos, el salvajismo, el terrorismo y hasta la guerra.
Leo a muchos/as que dicen que ahora en Melilla, a ciertas horas y lugares no se puede pasear tranquilamente. Eso es muy triste. Nunca he suscrito que cualquier tiempo pasado fue mejor, yo viví en Melilla de niño, adolescente y “muchachote”, quizás nuestros padres puedan tener más experiencias negativas de aquella escasez de libertades. Las únicas broncas que recuerdo eran cuando durante el tiempo de pre-candelaria (San Juan) puede ser cuando los de Las Canteras nos quemaban nuestros cartones y maderas para quemar esa noche festiva (las guardábamos en una cueva) o luego los del Monte María Cristina a ellos y alguna pedrada que otra. Como bien decía Aranda en otro escrito, guerrillas a pedradas después de jugar al fútbol o pelota los barrios cercanos en los aledaños del cementerio arriba de Castellar, en la cuesta (Ataque Seco, nosotros y los de Las Canteras). Alguna bronca también en la cola de los cines cuando abrían las taquillas, sobre todo en el Goya, Perelló y Cabrerizas, la policía Nacional con sus defensas (porras antes) ponían orden en cuestión de pocos minutos. También durante la noche de Resurrección del Señor en Semana Santa arrastrando las latas en señal de alegría en la cuesta del Parque Lobera hasta el cine Nacional. Esa noche también calentaban a unos cuantos los miembros de la P.N. “cumplían órdenes”, pero, “unos más que otros”, unos amagaban y otros calentaban.
Ya no se por dónde iba o a donde quería yo llegar, ¡Ah sí! Todo lo demás buen rollete, paseos por nuestros parques, el muelle hasta el faro, Melilla la Vieja, nuestra Plaza de España y Avenida de toda la vida, a la que han ido cambiándola de nombre y nadie se ha manifestado por ello. Ahora ¡Es la guerra! Cuando se intenta en algunos lugares (como en Madrid) retirar nombres fascistas o antidemócratas. Nuestros paseos en la COA con conductor y cobrador (si no sigue siendo así, ya tardan en crear puestos de trabajo).
Nuestros vinitos, cubatitas de garrafón antes y durantes los guateques con aquel tocadiscos y los discos de Fundador con las voces de los Adamo, Rafhael, Jaime Morey, etc., bien agarradetes para que no se te fuera la pareja. Aquellas tapas maravillosas, esos pinchos morunos, el remanguillé y el pintado de La Vela en C/ Gran Capitán, que nos servía el Señor Pedro (q.e.p.d.) padre de mi amigo del mismo nombre y apellido. Otro día volveremos a hablar de todos aquellos bares de los años 50 y 60, muchos ya desaparecidos, pero, supongo que como ahora, disfrutábamos “como cochinos en un charco” por las variadas y maravillosas tapas, así como bocadillos calentitos de calamares en La Cave o de buenas y naturales anchoas en Barlovento regentado por el padre de Momo (Manolo buen portero del Real juvenil, cuando entrenaba Juan Infante) y Flor de Melilla. Después de ese bocata o medio bocata si el bolsillo iba un poco ajustado, a echar nuestras partidas de futbolín en La Cueva de Segundo (apellido).
Paseábamos y disfrutábamos con tranquilidad, entre amigos, amigas, todos revueltos, Avenida abajo y Avenida Arriba.
Si había accidentes (pocos coches entonces), atracos, robos, peleas, te enterabas de casualidad. Escaseaba la información libre y variada desde luego. Ahora por lo que leo, y mirad que tengo ganas de volver a ver mi Melilla después de unos 26 años, algunas situaciones me retraen a ello, pero, no debe ser impedimento para que me lo plantee de una vez y vuelva a disfrutar algo aunque sean cuatro días (en la península e islas también pasan muchas cosas perversas) de todas las cosas buenas que actualmente también tendrá Melilla o seguirá teniendo.
Salud paisanos, libertad (que no libertinaje) y trabajo bien retribuido.
