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No es solo cuestión de dinero

Fernández Díaz aprovechó su reunión con la comisaria para reclamar que la Unión Europea destine 45 millones de euros a Ceuta y a Melilla para hacer frente a la "situación de emergencia" que viven las dos ciudades, una inversión con la que se podrían poner en marcha equipos cooperativos conjuntos con Marruecos y fortalecer la seguridad de las fronteras con obras y medios. Eso es necesario, pero también luchar contra las mafias que mueven los hilos de la inmigración y actuar en los países de origen con más políticas de cooperación Jornada importante ayer en Bruselas. El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, pidió a sus homólogos europeos la colaboración de toda la Unión ante la grave presión migratoria que se está viviendo en Ceuta y Melilla, donde están las únicas fronteras terrestres de Europa en el norte de África. Más de 22.000 inmigrantes han entrado a España por estas puertas de atrás en los últimos 9 años. Un número elevadísimo que da cuenta de que el problema no es baladí y que hace ya mucho tiempo que se tenía que haber puesto remedio o, al menos, empezar a buscar la solución entre todos porque las fronteras de Ceuta y Melilla no son solo españolas, sino que son fundamentalmente europeas. Todos sabemos que los inmigrantes que saltan la valla, entran en patera o escondidos en dobles fondos no asumen tal riesgo para quedarse en las dos ciudades autónomas. Ni siquiera en España, porque sus ojos están puestos en otros países del Viejo Continente.

Pero antes de esa reunión con el resto de ministros, Fernández Díaz tuvo un encuentro muy esperado y más importante con la comisaria europea de Asuntos de Interior de la Unión Europea, Cecilia Malmström, a la que transmitió varias cuestiones de las que tanto se está hablando en los últimos días. Una de ellas, el rechazo a las críticas que la comisaria hizo al impagable trabajo que la Guardia Civil está haciendo en las fronteras de Ceuta y Melilla. Los que vivimos en las dos ciudades norteafricanas lo sabemos y somos conscientes de cuán injusta ha sido Cecilia Malmström con sus críticas hacia esos agentes de verde al cuestionar su actuación. La comisaria debería tener claro que si no es por la Guardia Civil, a Europa habrían entrado muchísimos más inmigrantes de esos más de 22.000 en nueve años y seguramente se habrían registrado no ya los 15 muertos que hubo en Ceuta hace cerca de un mes, sino muchos más. Porque los agentes han actuado como verdaderos héroes más de una vez, tanto en las vallas como en el mar, y un ejemplo cercano lo tenemos en la patera del pasado domingo.

El ministro también pidió a la comisaria sueca que viaje en cuanto pueda a Ceuta y a Melilla para ver sobre el terreno cómo ambas ciudades están soportando un problema que atañe a toda Europa, mientras el resto mira hacia otro lado. No es que Cecilia Malmström tenga que venir, sino que debería haberlo hecho ya hace bastante tiempo porque por desgracia, los saltos a la valla no son nuevos, aunque ahora sean mucho más multitudinarios y frecuentes que hace escasas semanas. Si lo hubiera hecho, seguramente se habría ahorrado sus críticas a la Guardia Civil, lamentablemente instigadas por su asesora Anna Terrón, secretaria de Estado de Inmigración y Emigración en el Gobierno Zapatero.

Fernández Díaz aprovechó su reunión con la comisaria para reclamar que la Unión Europea destine 45 millones de euros a Ceuta y a Melilla para hacer frente a la "situación de emergencia" que viven las dos ciudades, una inversión con la que se podrían poner en marcha equipos cooperativos conjuntos con Marruecos y fortalecer la seguridad de las fronteras con obras y medios. Eso es necesario, pero también luchar contra las mafias que mueven los hilos de la inmigración. El delegado del Gobierno en Melilla, Abdelmalik El Barkani, lo ha dicho muchas veces. La solución a lo que está pasando en la frontera no pasa por elevar la altura de la valla como se hizo en 2005. También hay que actuar en los países de origen de la inmigración con más políticas de cooperación, pero sobre todo desactivar a esas redes de tráfico de seres humanos para terminar con su execrable negocio. Lamentablemente, parece que nada de esto se habló en la reunión entre ministro y comisaria, a menos que no se diera cuenta a la opinión pública para no poner en sobre aviso a las mafias. Tampoco conocemos la respuesta de Malmström ante tal petición, de modo que habrá que esperar, por tanto, a ver en qué queda todo esto mientras Ceuta y Melilla siguen sufriendo en sus carnes el drama de la inmigración clandestina.

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