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Ventana pública

No a las guerras

Este 20 de marzo se cumplen 12 años del inicio de la guerra de Irak. Antes de iniciar la agresión, los países que la urdieron, encabezados por EE.UU., intentaron convencer a la opinión pública de su necesidad, motivada en unas supuestas “armas de destrucción masiva” con las que el Estado iraquí amenazaba al mundo, así como su vinculación a Al-Qaeda.

Estas informaciones resultaron ser falsas y, lo que es peor, sus difusores lo sabían; lo único que les movía era el robo del principal producto de Irak, el petróleo, y la venta de armas, de las que EE.UU. es el mayor traficante del mundo.

La repulsa mundial que levantó esta guerra no ha tenido parangón en la Historia, y millones de personas participaron en todo el planeta en lo que se ha llamado la primera manifestación global. Pero esto no bastó para detener este crimen, y después de 12 años la potencia ocupante y sus “aliados”, la OTAN y otros, han causado 2.000.000 millones de muertos, han arrasado el país, destruido minorías religiosas, la comunidad católica, una de las más antiguas del planeta, prácticamente no existe, y expolian el petróleo. El cuarteto criminal causante de todos estos horrores sigue impune.

En estos últimos tiempos se ha confirmado un nuevo efecto de esta guerra, el asentamiento en la zona de Al-Qaeda o el denominado Estado Islámico, que no existía con el anterior régimen político; y no sólo en Irak sino en todo el Oriente Medio, porque la invasión no se quedó en este país, sino que posteriormente ha sido invadida Libia, y en la actualidad Siria, anteriormente lo fue Afganistán.

El Estado Islámico o el “terrorismo yihadista” se ha convertido en el principal aliado de EE.UU. y sus satélites, aliado que a modo de “arma de destrucción masiva” justifica cualquier atropello contra la soberanía del país sobre el que pongan su punto de mira; a la vez que justifica también la limitación de los derechos fundamentales para la ciudadanía de las naciones occidentales.

Hoy la agresión contra países fuera de la órbita del Imperio se hace mayor, y se dirige a nuevas latitudes, como es Latinoamérica, tras el golpe de Estado en Honduras, con Argentina o Venezuela como víctimas. Y los ciudadanos del mundo tenemos que defendernos de este horror, desenmascarar a los criminales, y utilizar los recursos de la Democracia para expulsarlos de los gobiernos, como ocurrió en España el 14 de marzo de 2004.

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