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Vida universal

Nacer, morir y volver a nacer

Dios es amor, y cuando empezó la Caída, Dios dio a los llamados seres caídos partes de astros espirituales que se fueron recubriendo correspondientemente. Después de desprenderse de la Existencia eterna, formaron los mundos de la Caída pues en ese entonces aún no existía la condensación de la materia. En esos mundos de la Caída se establecieron los seres … ..renegados, a los que vinieron una y otra vez mensajeros de la luz queriéndolos llevar de regreso. Muchos no volvieron porque todavía querían seguir siendo como Dios, y así se fueron condensando más y más. Este alejamiento progresivo de la herencia divina causó paulatinamente la condensación más intensa de los astros, de los planetas y sistemas solares de consistencia más burda, hasta llegar a la materia de la Tierra, que es el lugar de vida de los seres humanos, el punto en que está la base de las almas cargadas. El hombre mismo no es otra cosa que un vestido del alma de muchas capas, una solidificación que reluce y cambia de matices según sea la carga de las capas del alma. Por eso los caracteres de los seres humanos son tan diferentes.

Después de la muerte del cuerpo, el alma pasa entonces a los ámbitos del Más allá. Si se va a los niveles más inferiores, porque está muy cargada, entonces se encuentra aún en la rueda de la reencarnación. Si el alma se ha tornado más luminosa, entonces se ha liberado de la rueda de la reencarnación y asciende a niveles más altos, a los llamados niveles de preparación, para dirigirse desde allí paso a paso al Hogar del Padre. Actualmente se sabe que ninguna energía se pierde. Debido a esto, ni la energía de nuestros pensamientos positivos o negativos se pierde, tampoco la de nuestras palabras, de nuestras formas de actuar, ni de todo nuestro comportamiento. Como las energías, ya sean positivas o negativas, tienen un efecto, con ellas imprimimos un sello a nuestra alma. Este sello o grabado energético permanece en el alma, también después de la muerte del cuerpo físico. El alma está envuelta por todos estos grabados, y a estas envolturas las llamamos "vestidos" del alma.

Seres espirituales puros enseñan al alma y le prestan ayuda para liberarse de sus diversos vestidos, de los diferentes grabados pecaminosos excesivamente humanos. Y cuanto más coopere el alma para liberarse de estas capas en los niveles de purificación, más rápidamente se tornará ligera y luminosa. Y luego el alma decide: o bien continúa su proceso de limpieza en los niveles de purificación, es decir en el más allá, o bien se encarna una vez más para eliminar restos de sus faltas, ya que en la Tierra esto va posiblemente más rápido. En muchas ocasiones el alma permanece obstinada y es atraída a una nueva encarnación, pero volver a la Tierra es posible sólo si se gesta un cuerpo humano que corresponde a lo que hay registrado en ella, su grabado.

En nuestra vida actual ya imponemos un sello al cuerpo y al rumbo que tomará la vida de nuestras posibles futuras encarnaciones en esta Tierra. ¿Cómo salimos entonces de este ciclo de morir, de nacer, de permanecer al otro lado en los reinos de las almas, de volver a nacer, de volver a morir? La enseñanza de Jesús, de Cristo, es la norma de conducta ideal para nuestra forma de pensar y de vivir en la vida cotidiana. Hemos recibido entonces reglas valiosas: Los Diez Mandamientos y las enseñanzas de Jesús en Su Sermón de la Montaña. Si seguimos estas recomendaciones paso a paso, se purifica entonces nuestra alma. Un lema simple pero eficaz podría ser: Lo que no queremos que nos suceda a nosotros, no debemos causarlo ni a nuestro prójimo ni a los animales ni tampoco a los reinos de la naturaleza. Si obramos de forma correspondiente, nuestra alma se va liberando lentamente de sus cargas.

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