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El Alminar

Mujeres maltratadas en Melilla

melillahoy.cibeles.net fotos 1048 El Alminar

No se pueden escribir sus nombres, ni dar ningún dato que las identifique. Tampoco se puede decir en qué lugar están acogidas, pero son mujeres en peligro. Son mujeres muy jóvenes , una apenas rebasa los 20 años, la otra no ha llegado a ellos. Ambas tienen hijos y han sufrido situaciones de gran violencia física. En la actualidad viven con el miedo rodeándolas. Miedo a los maridos que las persiguen y amenazan, pese a tener órdenes judiciales de alejamiento. Se refieren a sus hijos como “sus tesoros”, por ellos luchan e intentan salir adelante como pueden.

A pesar del dramatismo de sus historias, no pierden la sonrisa. Son mujeres muy jóvenes pero tienen coraje y voluntad de salir adelante. Necesitan eso sí, el apoyo institucional y judicial necesario para librarlas de las amenazas con las que se enfrentan a diario.

Todos los días leemos noticias sobre violencia contra las mujeres, pero en muy raras ocasiones nos encontramos con casos así, cara a cara. ¿Porqué algunas personas dedican parte de su tiempo a ayudar a otras, a ocuparse aunque sea mínimamente de sus asuntos?. Primero porque somos humanos, y porque no se puede vivir de espaldas a la realidad. También porque alguien a quien conoces, José Adongo (inmigrante camerunés llegado a Melilla en 1992), te encuentra en el parque y te cuenta el caso de estas dos mujeres a las que acompañaba, y también daba protección. En segundo lugar porque hay que mantener la llama de la solidaridad y la ayuda humana. Quien hoy demanda protección puede ofrecerla en un futuro, y quien hoy la ofrece puede necesitarle en otro tramo de la vida.

Las historias de Meriem y Nour
Son dos historias diferentes, pero también es la misma, porque Meriem y Nour comparten lazos familiares. Proceden de una población cercana a Melilla. A muchas mujeres en gran parte del mundo, solo el matrimonio les ofrece una expectativa para salir de casa y tener alguna expectativa de promoción social. Están desamparadas en origen y en destino y esta opción solo es lo más parecido al juego de “la ruleta rusa”. Si todo sale mal, como es el caso, se encuentran a un lado y otro de la frontera de los veinte años, una con dos hijos en el caso de Mariem y otra con uno, el caso de Nour.

En el río revuelto de la falta de opciones y de expectativas sociales, resulta demasiado fácil engañar a una mujer con promesas, que en raros casos se verán cumplidas, e inducirlas a cometer el error de sus vidas. Los malos tratos y la violencia física sobre Nour se iniciaron nada más casarse, pero la peor parte de esa situación se produjo en Marruecos, por lo que no tiene rastro documental en el que apoyar su testimonio. El ex marido fue absuelto en Melilla de la acusación, pero sin embargo tiene una orden de alejamiento sobre la que fuera su esposa, que ya ha incumplido varias veces. La persigue de modo constante y aparece corriendo en dirección a ella desde cualquier parte, para mantenerse luego alejado pero acechante. Su situación es la más peligrosa de las dos. Las amenazas telefónicas son constantes y Nour ya se ha visto obligada a cambiar varias veces del piso de acogida. Ella aguantó menos tiempo en su matrimonio y sin embargo vivió las mayores situaciones de violencia física. Actualmente está acogida en una residencia para mujeres maltratadas y tiene en trámite la concesión de la residencia por este motivo.

Meriem es algo mayor que Nour. Tiene 22 años y dos hijas. La más pequeña, que no cuenta con un año de edad, tiene problemas físicos por el traumático embarazo al que se vio sometida. La falta de alimentación adecuada y de cuidados médicos, el marido le obstaculizaba acudir a las revisiones, hizo que pasara toda la gestación con claros síntomas de desnutrición y anemia. Meriem soportó más tiempo la situación de maltrato y como ella misma dice: “hemos derramado juntas lágrimas de sangre en nuestras vidas”. Pese a su poca edad, han vivido situaciones de violencia extrema. Al igual que su amiga, con la que comparte lazos familiares.

Lidia Falcón, la Gran Sacerdotisa contra la violencia
La abogada y feminista Lidia Falcón publicó en 1991 el libro Violencia contra la mujer, que puede considerarse una auténtica Biblia de la historia, causas y objetivos de la violencia contra las mujeres. La sociedad patriarcal y el machismo, su gran ideología, inmersas en el modo capitalista, tienen como objetivo el sometimiento de las mujeres al modo de producción domestico. Pese a estar escrito hace 25 años, el libro presenta una vigencia asombrosa. Realmente es un Manifiesto Feminista del por qué de la violencia contra las mujeres.

Solo en unos pocos países, que no me atrevo a llamar desarrollados, las mujeres han escapado al perverso mundo del sometimiento que la sociedad patriarcal tiene reservado para ellas. El machismo es una ideología de dominación, en reinvención constante. Los nuevos machismos es el nuevo y último trabajo de Lidia Falcón. Su otra gran aportación es el concepto de “terrorismo machista”.

Las soluciones para la violencia contra las mujeres
La educación para la no violencia es la piedra angular de todo el arco. A esto se deben añadir las campañas contra la información sexista y toda la producción fílmica y literaria que nos invade, en donde se presenta la violencia contra las mujeres de manera demasiado explícita, y a veces casi recreándose en las imágenes y descripciones. Pro todo esto son discusiones de contenido teórico y de propuesta de modelos.

La parte principal es la protección real y efectiva de las mujeres que son víctimas del terrorismo machista. Las administraciones, las emisoras de las campañas contra el maltrato, suelen estar insensibilizadas en los escalones más altos. Solo a partir del tercer nivel, el de las trabajadoras/es, que están en contacto directo con los casos, se detecta una mayor implicación en la lucha contra esta lacra social. Deben agilizarse los trámites para la concesión de la protección, de la residencia y de la ayuda jurídica y policial necesaria.

Son delitos que deberían perseguirse de oficio, y no exponer a la mujer a la presentación constante de denuncias, porque las amenazas y el miedo fuerzan a que muchas veces retiren esas demandas o perdonen a sus maltratadores. La ley no puede amparar del mismo modo al verdugo y a su víctima.

En el caso que nos ocupa, el de Nour y Mariem, deberían habilitarse procesos rápidos para la concesión de la residencia, una protección judicial y policial efectiva y proporcionarles la formación necesaria para que puedan alcanzar sus propios medios de vida.

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